Basada en una novela autobiográfica de Henri Charrière, alias "Papillon", aunque con algunos cambios significativos en el guión de Dalton Trumbo para dramatizar la acción, esta película pudo ser una crítica al sistema penitenciario francés de principios del siglo pasado pero se queda simplemente en una cinta de aventuras mínimamente entretenida, de sello comercial y con partes desiguales. Por ejemplo, cuando el protagonista convive con la tribu buscadora de perlas la acción carece de interés y, asimismo, el personaje del cazador de hombres con la cara tatuada queda difuminado en el desarrollo de la narración.
Charrière narra en su libro con el cual obtuvo un gran éxito los años de cautiverio que pasó condenado por un crimen que no había cometido en la Guayana Francesa y la famosa Isla del Diablo de la cual fue el único hombre en conseguir escapar, aunque según parece muchas de las fugas o intentos y muchas de las aventuras que escribió estaban basadas en acontecimientos sucedidos a otras personas, de hecho hace escasos años surgió un señor en París, Charles Brunier, que reclamó ser el auténtico Papillon.
La película comienza con Charrière "Papillon" (Steve Mc Queen) entablando relación con Louis Dega (Dustin Hoffman), el falsificador más famoso de Francia, durante el transcurso de la travesía en barco que los conduce junto con el resto de presos a los penales de la Guayana Francesa. Papillon ejercerá de guardaespaldas del intelectual Dega quien oculta una suma de dinero considerable, protegiéndolo del resto de convictos a cambio de que Dega financie la fuga de ambos una vez llegados a Suramérica.
A partir de aquí, la cinta sólo tiene interés en observar al héroe obstinado en su idea de escapar aún poniendo en riesgo su propia vida, las relaciones que se establecen entre los personajes quedan en un segundo plano, en especial la de los dos protagonistas es difusa y no demasiado clara. Aún así, sólo por ver a McQueen caracterizado como hombre prematuramente envejecido como consecuencia de los castigos sufridos en su cautiverio y las escenas de la celda de castigo vale la pena acercarse a la película, eso sí, desde un punto de vista donde prime el sentido del espectáculo tan característico de Schaffner, director que venía del medio televisivo y que nos dejó algunas obras interesantes (en especial El Planeta de los Simios) y que dominaba el "scope" a la perfección.
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