27/9/13

2001: Una Odisea del Espacio


2001: A Space Odyssey, Stanley Kubrick, 1968, EEUU-GB, Keir Dullea, Gary Lockwood, William Sylvester.

"Danny lleva un jersey con el número 42 mientras, junto con su madre, mira brevemente el film de Robert Mulligan Verano del 42. Cuarenta y dos es el doble de 21 (1921, 21 cuadros en la pared del pasillo dorado). El número 12 corresponde a la imagen especular de 21; el número de radio para llamar al Overlook es KDK 12 y los dos subtítulos correspondientes a la tercera parte ("8 am" y "4 pm" suman 12, lo cual significa que el film simultáneamente dobla e invierte la numeración de 2001 si se omiten los ceros. En 2001 sabemos que el cumpleaños de HAL (el día que fue operativo en Urbana, Illinois) fue el 12 de Enero de 1992, que no solo invierte el título numérico del film (12) sino que, si se añaden juntos, los números de este año (1+9+9+2) suman 21. Kubrick cambió el número de la habitación 217, tal como aparecía en la novela, por el 237 que aparece en el film (un informe publicado explica que fue por motivos "legales"). Los números que componen el 237, si se suman entre ellos equivalen a 12. Numéricamente hablando, El Resplandor es la inversa de 2001" (Thomas Allen Nelson, Inside a Film Artist's Maze). Esta teoría numerológica, cuanto menos curiosa, sobre el film de Stanley Kubrick basado en la novela del ínclito Stephen King, El Resplandor, ilustra bien a las claras las múltiples y variadas interpretaciones que sobre las obras que componen la filmografía de este cineasta se han vertido a lo largo de los años y, asimismo, viene a apoyar las palabras del propio realizador sobre 2001 en particular: "Buscaba crear una experiencia visual que sobrepase las categorías verbales y penetre directamente en el subconsciente, con su contenido emocional y filosófico. Quería que el filme fuera una experiencia intensamente sugestiva que condujera al espectador a un nivel más interior de conocimiento, tal como hace la música. Cada uno es libre de reflexionar como quiera sobre su significado filosófico y simbólico" (Sergio Miceli, La musica nel filme). Desde luego, la experiencia de poder disfrutar de esta imponente película en los tres paneles del Cinerama y con su equipo de sonido debe ser inenarrable e impagable...dichosos de aquellos que hayan podido gozar así de este paseo por la evolución del hombre. La experiencia audiovisual de la que hayan disfrutado será plena. Para el resto de los mortales que cuentan el cine como pasión y que hemos conocido está mítica obra, catalogada como una de las más grandes jamás filmadas con toda justicia, en condiciones "normales" queda el deseo de poder visionarla en una pantalla idónea a su formato de 70 milímetros y con un equipo de sonido estereofónico envolvente.


Mucho se ha escrito sobre 2001: Una Odisea en el Espacio, cualquier buen aficionado al Séptimo Arte habrá leído y podrá contar un buen puñado de anécdotas sobre su concepción, rodaje y/o simbología, como, sin ir más lejos, la que abre esta entrada. Igualmente, a buen seguro conocerá otra buena cantidad de teorías explicativas sobre la película en cuestión, unas más divertidas, otras menos, algunas disparatadas y muchas concienzudas o, inclusive, cada uno tendrá las suyas propias. No es la intención de este blog hacer un repaso sobre los comentarios, opiniones o teorías lanzadas a lo largo de los años transcurridos desde el estreno de este filme. No obstante, es ineludible reconocer el impacto cultural y social que ha tenido, amén del que provocó en el medio cinematográfico en conjunto y en el campo del género de la Ciencia-Ficción, en concreto. Un género que hasta la irrupción de esta película se consideraba de estatus menor, gestado bajo los parámetros del bajo presupuesto y cuyos productos iban destinados a un público juvenil, algo que se complementaba en los EUA con la histeria de la denuncia del Terror Rojo y su fiebre marciana. Un panorama que dominaba un género presente siempre en el cine desde su nacimiento pero que atravesó su particular Rubicón con esta trascendental obra que consagró a su realizador como genio vivo. Un visionario que seguía la estela de otros y conseguía ampliar con este proyecto personal los medios de expresión y comunicación del canal cinematográfico, sobrepasando éste hasta incidir en usos y costumbres sociales de nuestros días, tal es la vigencia de una película alucinante y avanzada a su tiempo. Una obra cuyos efectos se pueden observar a todos los niveles pero que, sin embargo, no se libró de críticas más o menos expertas y que parte del pueblo raso continua sosteniendo por la ininteligibilidad de su mensaje y la aridez en la exposición de su visión filosófica, vertebrada con escasos diálogos y desgranada a ritmo lento. Una huida voluntaria de los modos de narración convencional plagada de simbolismo que eleva el visionado de 2001 a una experiencia cercana al misticismo. Cualidad que, por otra parte, garantizó su sorpresivo éxito en el momento de su estreno en un contexto dominado por la Contracultura y su apertura a nuevas sensaciones.


No obstante, 2001 va más allá de ser una experiencia psicodélica desarrollada bajo control total y absoluto por Stanley Kubrick o de ser la pieza fundamental que inaugura el Naturalismo Científico o de ser una costosa y laboriosa superproducción para llegar a aglutinar el género de la Ciencia-Ficción desde sus orígenes hasta la Edad de Oro de los extraterrestres rojos, haciéndolo madurar y sobrepasar productos coetáneos suyos como Barbarella o Hace un Millón de Años, por poner dos ejemplos. Estamos ante una película colosal y completa que se gesta a partir de un relato vivo de Arthur C. Clarke, el cual crece para ser novela y guión culminado en una experiencia audiovisual grandiosa que funde, hasta hacerlos desaparecer, los conceptos de espacio y tiempo a través de un viaje único. Kubrick anticipa el alunizaje del año siguiente y se manifiesta como genio creativo dispuesto a experimentar con la imagen y la música para bucear en las capas del subconsciente en el delirante "trip" espacial final que nos traslada al límite en un vuelo semejante al que nos propusiera 60 años antes William Hope Hodgson. Kubrick sublima el género de la Ciencia-Ficción en todas sus posibilidades con este proyecto de larga duración que le sirve como medio para analizar las relaciones hombre-máquina, repasar la evolución del hombre y presentar la posibilidad de vida extraterrestre. Claves totémicas del género a las que otros autores de diferentes campos y con diferentes intenciones y variados modos retornan o transitan con asiduidad. La teoría del superhombre capaz de viajar sin dimensiones finaliza el espectáculo visual alucinante cuyo reconocimiento en los prestigiosos Hugo refrenda su condición de obra definitoria de la Ciencia-Ficción. De hecho, 2001 quizá sea la película sobre la que mejor se acuña el término puesto que el viaje espacial, la vida de seres de otros planetas, el poder de la tecnología o su misma localización temporal en el futuro de las fechas de su producción, son aspectos que caracterizan al género y que están presentes en ella.Y por supuesto, se da la habitual explicación racionalista basada en principios científicos, aquí rigurosa y exacerbada, con asesoramiento de doctos y eruditos profesionales y colaboración de la NASA incluida.


A estas alturas todo el mundo o, al menos, el aficionado medio al cine, valorará el salto temporal que pone en solfa Kubrick y que envuelto en la Obertura de Zaratrusta engloba el período más largo jamás elidido en la historia del cine, reconocerá en las escenas de la estancia amueblada al Estilo Luís XVI un presagio de la luminosidad escogida por el cineasta en la posterior El Resplandor, o conocerá la anécdota de la centrifugadora real gigante utilizada al inicio de la tercera parte del film. Como se ha dicho no es el interés de esta entrada incidir sobre todo ello, tan sólo se pretende reconocer la excelencia de una película singular que mediante una desacostumbrada rigurosa cientificidad, el uso mínimo del diálogo y una partitura compuesta por segmentos de composiciones de célebres autores clásicos (Ligeti, Johann Strauss (hijo), Richard Strauss) que se integra como inusitada técnica narrativa nos transporta al corazón de la Ciencia-Ficción y supone un compendio de ella, todo un mar en el que afluyen pioneros cinematográficos como el enlazado Méliès y reputados escritores como el propio Clarke o Fredric Brown y, ¿por qué no? artistas procedentes de otros medios de expresión como el gran Alex Raymond aunque quizá el espíritu de estas aventuras esté más cercano a las Barbarella y cía antes citadas o, incluso, a otra gran muestra del género -ésta en clave post-apocalíptica- estrenada poco antes que la impresionante obra de Kubrick, El Planeta de Los Simios, y a todas las guerras galácticas que vinieron después. Es la Ciencia-Ficción un mar que recoge anhelos y preocupaciones inherentes al ser humano, muchas de las cuales quedan plasmadas en 2001: Una Odisea en el Espacio que bien podría ser un diccionario del género como manifiestan sus evidentes conexiones con exponentes genuinos de él. Como muestra un botón y un fascinante cuento que sirve para enfatizar la presencia en la película que nos ocupa de una de las recurrentes ideas en este tipo de relatos, esto es, la relación hombre-máquina y el poder de la tecnología. Una temática abordada que por su naturaleza está sujeta a especulaciones a las que este magnífico espectáculo cinematográfico concebido por Kubrick no se ha podido sustraer, algo que, por otra parte y como ya se ha dicho en el inicio de este comentario, es extensivo a la mayor parte de la filmografía de este importante realizador.


Las imágenes y el vídeo se han encontrado en la Red tras búsqueda con Google y se utilizan únicamente con fines de ilustración.

13/9/13

Sólo para...(17)

...investigadores y curiosos.

El Acorazado Potemkin (Броненосец Потёмкин), S. Eisenstein, 1925, URSS.