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31/10/21

Titane

 

Titane, J. Ducournau, 2021, Fr, V. Lindon, A. Rousselle, G. Marillier.

Inclasificable y salvaje, esta controvertida y polémica película no es para menos. El espectador queda demolido una vez termina la proyección y a lo largo de la misma a buen seguro que alguien se habrá tapado los ojos alguna que otra vez. Una primera parte que raya en lo gore deja paso a una segunda en la que presenciamos una historia dura de amor y redención, pero todo rodado con  fortaleza siderúrgica y, especialmente, con una fisicidad abrumadora en la que el dolor inunda cada instante, el dolor físico y el dolor de las almas. Un espectáculo perturbador envuelto con una vis esteta moderna a la vez que con una hechura canónica, pero que transporta a la más rabiosa actualidad en sus múltiples capas temáticas. Nada parece azaroso en este segundo largo de Ducournau, desde la elección de la andrógina Agathe Rousselle para encarnar el doble personaje sobre el que desarrolla la inquietante trama hasta el uso que se hace de la banda sonora metálica, industrial y electrónica firmada por Jim Williams.

 

La felina y andrógina Rousselle trasciende el estereotipo, algo que no es baladí.
 

Mucho de lo que hablar sobre esta Titane, una revisión del clásico tema de la ciencia-ficción del hombre-máquina que cómo va a dejar indiferente si socava múltiples convenciones de nuestra sociedad. Por ejemplo, la poderosa presentación del personaje de Alexia culmina con un baile explícito de ella en ropa sugerente sobre el capó de un coche (no son pocos los que le piden autógrafos, ella es una "star"), mientras que Adrien cuando le toca ser la estrella en una fiesta cargada de testosterona realiza parte de los movimientos de aquella danza sexual de Alexia causando reacciones muy diferentes...¿es posible que hasta el deseo, o determinado tipo de deseo, sea un constructo social? Sobre la realidad de las cosas animo a realizar un pequeño ejercicio práctico: busquen en la red de redes imágenes de ambos bailes...seguramente uno cueste de encontrar o ni tan siquiera aparezca (pueden dedicar el tiempo que quieran a curiosear) mientras que el otro salte en las dos o tres primeras fotos que generen las búsquedas. Y no sólo el constructo social del género queda en entredicho, sino también se abre la veda para hablar del tótem de la familia. Casi nada.

 

Sexo, violencia, toques de Carpenter y Tarantino envuelven una película que conmueve e interpela.
 

La complejidad de la película desemboca en un "escándalo" que va más allá de la representación gráfica del sexo y la violencia (a fin de cuentas que la gente se maree ha pasado, más o menos, siempre) porque dispara sobre cuestiones muy candentes hoy. Pero también plantea otras universales como la redención y la aceptación del otro y de uno mismo, y, por supuesto, el amor -distintas tonalidades de amor-. Obviamente, está el filial incondicional (¿hasta dónde puede llegar un padre por su hijo?) del desesperado padre encarnado por un estupendo Vincent Lindon a través de cuya mirada clara y límpida casi podemos llegar a su alma, pero también el cuasi-maternal que muestra su ex-pareja hacia él en determinada situación, sin olvidar el que llega a sentir Alex que corona la evolución del personaje doble, notablemente retratada por Ducournau y ejemplarizada en esos dos momentos frente al televisor (mientras Alexia come impasible cuando ve  el noticiero que da cuenta de los crímenes -en uno de los guiños cinéfilos que pueblan el metraje-, Alex, por contra, en similar tesitura debe cambiar de canal).

Amor y Dolor

Para culminar esta interesante película Ducournau nos ofrece una última andanada, esta vez dirigida hacia la revisión de los mitos de la cristiandad. De hecho, ya nos venía avisando de la capa mística de este excelente final (o principio) a través de la progesión de la música (estupenda, claro ejemplo de la integración como elemento capital de una obra cinematográfica) o cuando Vincent se dirige a sus bomberos cuando observa que cuchichean sobre su reaparecido vástago. La virginalidad de la conclusión queda patente en el recurso de la iluminación nívea que irradia a una nueva raza de seres, hombres-máquina que podrán crecer bajo la protección y con el amor del Señor (Legrand).


Las imágenes y el vídeo se han encontrado tras búsqueda en la Red y se utilizan con fines, únicamente, de ilustración. Sus derechos pertenecen a sus creadores.

17/1/18

La Llamada

La Llamada, J. Ambrossi & J. Calvo, 2017, Esp, M. García, A. Castillo, B. Cuesta.
Que los tiempos han cambiado es un hecho incuestionable que creo que nadie va a negar. Otra cosa es cómo y cuándo van a llegar (o llegan) esas transformaciones a los diferentes medios de producción y difusión del saber y de la información, cómo afectarán (y afectan) a las relaciones y estructuras de poder y de qué manera definirán (definen) las manifestaciones artísticas. Todo ello va a provocar (ha provocado) el socavamiento de muchos elementos totémicos de nuestra sociedad y, me atrevería y atrevo a decir, que en otras tantas ocasiones, para bien. Llegará un día en que a nadie le importe un pimiento, rábano o pito el que los co-directores de una película formen pareja sentimental, sea o no del mismo género,  y se dejará de hablar de ello, no será ni anécdota, y en ello tiene que ver (y creo que esto es indudable y todo quisqui estará de acuerdo, y es una de las causas principales entre varias) con el cada vez menor papel que desempeña la iglesia católica en nuestro país (algo que se ha puesto de manifiesto con la "crisis catalana" que aún colea) aunque sigan persistiendo numerosas tradiciones tales cuales las comuniones y los campamentos de verano como el de la película que se reseña. Un hecho que hace que uno se plantee la aconfesionalidad del personal a la que el futurible alude. Sin embargo, este seguimiento contrasta con el cada vez menor contingente de feligreses que acude a los templos y con el número cada vez más reducido de adeptos que siguen los preceptos de la fe. Por esto, la definición como católico de muchos y muchas normalmente va acompañada de un pasotismo sobre las tradiciones y ritos de la propia religión católica que hace que uno se pregunte el motivo de esa definición, pero, bueno, eso ya es otra historia y allá cada cuál con su credo.


Los tiempos cambian pero aquí podríamos cantar aquello de "Divina estás programada para el baile".
Qué sí, qué sí...que todo cambia, nada es inmutable (aunque muchos piensen que las Naciones-Estado llevan siglos y más siglos). Que se lo dice uno que cuando va al fúrgol comprueba que los jugadores (y casi hasta los entrenadores) son más jovencitos que él, que se lo dice uno al que hace poco se le estropeó el termo de agua caliente y el técnico que lo arregló era un chavalote más jovencito que él. En resumen, se lo dice uno (yo) que se divirtió con este megaéxito millenial aunque tomó conciencia de la brecha generacional cuya existencia influye en el disfrute de las aventuras de las dos jovencitas interpretadas con nota y soltura por la belleza castiza que tiene a la cámara enamorá de Macarena García y el garbo y desparpajo de Anna Castillo (mención cum laude). Uno se puede sentir viejuno ya con las referencias y apariciones musicales (Whitney Houston, como locomotora de una de las subtramas, Presuntos Implicados en otra y Henry Méndez, al parecer uno de los ídolos del reggaeton) que hombre, no voy a decir dónde quedaron los Beatles  y los Bravos, pero ver a la Houston como oldie y al Méndez como estrella de la música popular actual, no hace si no constatar el paso del tiempo, de los años o de la vida (como gusten y quieran) y reflexionar sobre la toma de poder de una nueva generación que, por lo visto, aboga por una mayor libertad individual y no fijarse tanto en lo que hace el prójimo. La película se inclina por esto si se piensa en que las opciones que se abren a las protagonistas deben decidirlas por ellas mismas según sus sentimientos y emociones, menos por las opiniones de las jerarquías sociales (y eclesiásticas, en este caso explícito). Oye, si tú tienes fe, que sea por tí, no porque te lo dice la Iglesia, oye que si te gustan las personas de tu mismo sexo, pues aprovecha, no renuncies a causa del qué dirán o por lo que se supone que es correcto (en estas y ya que estamos, ¿qué es lo correcto?).

Uno de las supuestas trangresiones de la película
Desde el punto de vista cinero la película funciona bien como comedia moderna y juvenil en su conjunto, pero eso sí, en algunos momentos más que en otros (los buenos, pues los hay logrados, ya sea a través de ingeniosos diálogos o con la acertada creación de situaciones cómicas), y menos como musical ya que no sale tan bien librada ni atendiendo a la música escogida, ni a las coreografías que pasan sin pena ni gloria (quizá yo no tenga mucha sintonía con la banda sonora compuesta ad hoc por Leiva, tampoco con los referentes Houston y Presuntos y quizá el tema del baile ya no sea muy relevante en estos tiempos). No obstante, su agilidad, propia del dominio audiovisual que suelen tener los millenials, y las rotundas actuaciones, ya se ha ensalzado la labor del dúo protagonista (reitero el valor del trabajo de Castillo que crea una composición mágica con su expresiva mirada, su entonación juvenil y con sus gestos, ora seguros, ora reveladores de su perplejidad al revelársele el "descubrimiento" personal a su personaje), pero se incluye en la nota meritoria a las secundarias Belén Cuesta y Gracia Olayo y, ya de paso a Díaz Lago y a De la Rosa (que aparecen en pequeños papeles bien llevados y el segundo no es el del Caso Torras), junto con esos instantes que invitan a reír y el tono amable que desprende todo, hacen de La Llamada una película entretenida, muy propia de estos días y bastante concisa pese a que se alargue por unos números musicales que no acaban de funcionar como se hizo notar. Quizá la propuesta no dé de más, tampoco parece que se pretenda otra cosa, pero se puede ver y sin olvidar -y esto lo habrá observado in situ quien la haya visto en una sala de proyección- la evidente conexión de la película con el público millenial presente en la sala, cuyo contingente, quede dicho, era casi la totalidad de los parroquianos. Algo que confirma que los tiempos cambian y han cambiado y con ellos vienen  novedosas interpretaciones de géneros tan cinematográficos como el musical, apuestas más o menos acertadas pero nuevas como no podía ser de otra manera en una generación educada en el audiovisual que (casi) todo lo ve con otra mirada, ya sea en el campo artístico, ya sea en el sociopolítico. ¿Dejamos paso para ensanchar el camino?


La iluminada María Casado ha recibiddo La Llamada y rumia contestar de una manera poco convencional.
Las imágenes se han encontrado tras búsqueda con Google y se utilizan, únicamente, con fines de ilustración. Los derechos están reservados por sus creadores y/o propietarios.

22/7/17

Selfie

Fresca, original y un algo de vitriolo
Así es Selfie. Una propuesta interesante por su frescura y originalidad que se empeña en retratar la situación política patria recuperando algo de la causticidad y socarronería que, por otra parte, también nos son tan propias. Los partidarios de Las Dos Españas generalmente acabarán diciendo que García León (el creador del artefacto) dispara a ambos lados, aunque sospecho que algún ladeado no encaje bien ciertos golpes. Al final, parece que el realizador -curiosamente- se inclina por lo politicamente correcto y tiende puentes de unión para que caminemos de las manitas. Bueno, cada cual que escoja su opción pero llama la atención que después de dibujar un cuadro con soltura de trazo crítico-burlona acabe por firmarlo con un apretón de manos cara al futuro porque todos estamos en el mismo barco. En fin, cada cual también puede extraer conclusiones del final de esta comedia y esto en los tiempos que corren no es poco. Invitar a la reflexión echando unas risas y plantear algo de autocrítica no viene mal alguna que otra vez, ¿verdad?

 
Pues sí, esto lo consigue Selfie, que ya tenía buena pinta por su cartel de aires parecidos al de algún evento blax que tanto nos gusta y que sin ser una película redonda sí tiene gracia en describir cierto segmento social (la fiesta inicial en casa de una potentada familia, esto es, pijísima, es de manual) o en parodiar dos maneras de entender la sociedad que parecen polarizar la nuestra y esto aún a riesgo de obviar la mayoría silenciosa con la que parece no ir la cosa y de causar malestar en otro numeroso grupo que parece que quiere pero no puede o que se lo cree y todo, tú. Precisamente, estos son los que peor pueden llevar el humor que destila el invento: una clase media (media-alta) "enculturada" en valores conservadores/cristiano (católico)-demócratas. Estos "quiero y no puedo pero me lo creo" y los hiperconcienciados del otro bando (quizá estos menos) pueden adquirir un tono amarillento viendo la peliculita. Es curioso como en una sociedad como la nuestra de ahora de mezclas y remezclas los dos bandos cuentan con topos: ¿nadie conoce a una hija de un juez, arquitecto, ortodoncista o abogado de prestigio que monta un tenderete en una feria alternativa?. Frivolidad, hay que hacerlo porque está de moda o es politicamente correcto, verdadera concienciación, restos de la caridad cristiana...¿la hija del juez demuestra que los acomodados también son solidarios?


Pues sí, estas viviendas existen (creías que la tuya era alto standing pero aún hay más)
Volviendo a lo que nos atañe ("palabro" de domingo, que ya sabéis innúmeros seguidores de este "bloc" que es un vocablo tirando a culto), o sea la película, digo que por el camino deja un momento brillante con la interacción del protagonista con la mismísima Esperanza Aguirre (da toda la pinta de ser una imporvisación en toda regla y que la política no sabe de qué va la vaina) y alguna que otra situación divertida surgida por las circunstancias a las que se ve abocado el niño de papá protagonista (cuyo nombre está excelentemente escogido) que afloran su carácter impresentable y su visión de la vida (fácil) que se contrapone con la de la activista a la que conoce (que algo más difícil lo habrá tenido partiendo ya desde su/un handicap físico). Entre medias, una especie de álter ego del niño pijo pero en el bando contrario encarnado por un divertido Javier Carramiñana. En resumen, ambos quieren lo mismo o eso parece querernos decir el final de la función que, por otra parte, resulta fresca también por su relativamente corta duración (puede que la idea no de para más), una concisión que en estos días se echa de menos en no pocas ocasiones en las salas de cine. Por último y por aquello de tener una cámara delante y adoptar una pose impostada puede que a más de uno/a el formato de falso documental escogido para rodar le recuerde a los comienzos de un "inclito e inefable" periodista popular.

Izquierda/Centro/Derecha: ¿Casualidades de la vida?
Lás imágenes se han encontrado con Google y se emplean como ilustración, nada más.

11/6/17

Comanchería

High Hell or High Water, D. Mackenzie, 2016, USA, C. Pine, B. Foster, J. Bridges.
Hete aquí una interesante muestra de cine contemporáneo independiente USA que ha triunfado en taquilla con nominaciones oscarianas incluidas, lo que abre la polémica de si consumimos lo que nos dan o elegimos lo que consumimos...sí, sé que el elenco protagonista es una carta-anzuelo que hace que mucha gente vea la peliculita pero su desarrollo la aleja bastante de lo que nos dicen los blockbuster sobre los gustos mayoritarios de nuestros días...en fin, como los cerros de Úbeda quedan lejos para la mayoría nos centramos en lo que nos tenemos que centrar.

Uno de los momentos de más humor de la película.
Los nuevos talentos aún no corrompidos Mackenzie y Sheridan (cada uno en lo suyo: dirección y escritura) proponen una historia anclada en la crisis socioeconómica que dicen algunos que ha terminado y que sitúan (nada menos) en el epicentro del género USA por antonomasia (sí, el western). Pruebe el espectador a sustituir los caballos por los coches y fíjese en el recurso del paisaje como elemento descriptivo y singular que domina las emociones de los protagonistas. Pero, además, son capaces de salir bien librados de puros homenajes al cine negro de verdad. Total que hacen un neo-negro postcrepuscular western con atisbos sociales contemporáneos e históricos (referencias a la conquista del territorio de los nativos americanos por un lado y por el otro algunas imágenes del desolado paisaje petrolifero que parecen sacadas de un documental de ese supuesto grano en el culo del establishment USA que para algunos es Moore) muy estudiado en su vertiente formal y muy cuidado en su construcción de personajes (aunque la reproducción de ciertos clichés es evidente) y en sus significativos diálogos. Y algo muy importante: los estallidos de violencia secos y concisos se dan con dosificación ejemplar...cuando toca, vaya.

Violencia la hay: dura pero en su justa medida.
Claro que no todo es cuestión de rosas y la historia debería cortarse en el momento en que el hermano pequeño - Chris Pine, al que no me extraña que eligieran bien afeitatadito y aseadito, claro, para coger el testigo de William Shatner para hacer de Capitán Kirk- se gira al empleado de banco preguntándole si en su sucursal puede tramitar el papeleo para transmitir la granja familiar a sus vástagos...todo lo demás sobra, y me refiero a esa escena conclusiva en la que los caracteres antagónicos del Ranger y de él mismo exponen las motivaciones de sus actos que han sido plasmadas más que bien en lo que ya se nos ha mostrado.

El díscolo Cabeza Loca a punto de descubrir qué significa ser Comanche
Para el final dejo la banda sonora de Nick Cave y su fiel Warren Ellis que es curiosa pero parece acrecentar una tendencia en el cine moderno de cuidar este aspecto aunque no acabe de encajar en el desarrollo del relato de lo que se propone en pantalla (cosas del post-tarantinismo) y, para rematar, no se puede obviar la interpretación del Sr. Bridges, un tipo que a estas alturas está más allá del bien y del mal y que se acerca peligrosamente a la sobreactuación desde hace unos años. En este caso su alabada composición de un agente de la ley y el orden cansado acusa ese rasgo "hiper" especialmente en sus primeras apariciones cuando no se ha conocido al personaje. Quitando estas cositas la película queda muy recomendable y uno se va contento después de verla y termino con una premonición nada rappeliana: la escena con la que se quedará mucha gente será la del casino en la que el hermano mayor se enfrenta con el indio Comanche de pura cepa y voz ultragrave.

Y para que no se diga allá va un juego de espejos: 





Las imágenes se han encontrado tras búsqueda con Google y se utilizan como ilustración. Los derechos reservados por sus creadores y/o propietarios.

27/1/17

La Ciudad de las Estrellas /La La Land

La La Land, EEUU, 2016, Ryan Gosling, Emma Stone, Rosemary DeWitt.
Antes de comenzar debo hacer un par de puntualizaciones. Por una parte, reconozco mi posicionamiento parcial respeto a esta película ya que desde el momento en el que descubrí el tráiler de manera casual vía Internet (antes de la lluvia de nominaciones a los Oscar y de la gala de los Globos de Oro) pensé que se trataba de un claro homenaje al cine clásico que suele ocupar este espacio, ergo, se convirtió para mí en necesidad vital su visionado. En aquel momento, con sólo haber disfrutado de esos segmentos de metraje seleccionados para su promoción el tremendo éxito que está viviendo la propuesta me resultó poco menos que impensable. En segundo lugar, habiendo asistido ya a su proyección en la sala correspondiente (por favor, véanla en versión original) pienso que para su mayor deleite es necesario cierto bagaje cinematográfico por parte del espectador. Ojo, no se me entienda mal, me refiero a que la obra, efectivamente, está plagada de referencias al cine de una época, no ya únicamente musical sino mas bien a todo ese período en su conjunto, unas alusiones introducidas de una u otra manera como emotivo y nostálgico tributo y que acaban por convertirse en un apasionante juego cinéfilo que, sin embargo, puede pasar desapercibido para quien carezca de ese bagaje al que me refiero. No obstante, todas estos guiños podrían picar la curiosidad de los que se hayan acercado a esta película porque parece que toca verla. Por ella desfilan de manera explícita imágenes simbólicas de muchos musicales pero también aparecen incontables alusiones a obras de visionado obligatorio (La Fiera de mi Niña) que bien se ponen en boca de los personajes o bien se presentan como elementos de atrezo (el cartel de Forajidos, obra seminal del género negro tan en boga en estos días, colgado en la pared de la casa de una de las protagonistas). Y esto son sólo dos ejemplos.


La figura fundamental de Busby Berkeley,
uno de tantos referentes que aparecen en
La La Land
Por lo tanto, mis sospechas fueron certezas, algo que se confirma ya a las primeras de cambio con la introducción del logo de Cinemascope, la primera imagen con la que se topa el espectador en esta propuesta firmada por Damien Chazelle cuyo primer ballet, por otra parte, transmite la vitalidad tan propiamente genuina del género musical clásico, y ello a pesar de ciertos movimientos de cámara característicos de hoy, demasiado sincopados, en los que el joven realizador volverá a insistir en otro momento, un poco más adelante, cuando la protagonista acude a una fiesta ante la insistencia de sus amigas. Excesos en los que, afortunadamente, la película no se prodiga mucho más.


Continuos elementos metacinematográficos
Mitad comedia romántica (ese tipo de películas al que parte de la audiencia de nuestros días adora) y mitad musical (género que de vez en cuando parece querer volver y que siempre ha explicitado cualidades oníricasLa La Land esquiva los habituales vericuetos lacrimógenos y recursos empalagosos de las primeras para desplegar una recreación acompasada a nuestros días de los segundos pero, insisto, desde el respeto y la admiración, no sé si, quizá también, desde la añoranza.


Comedia romántica que describe una relación
alejada de los clichés actuales
Dosificados ambos, comedia romántica y musical, no se abusa de la primera aunque exista una muy mínima (por lo inevitable) presencia de aspectos sentimentalistas y, respecto al segundo, ni tan siquiera se atisba voluntad por modernizar el género, mucho menos actitudes transgresoras, aunque se opte por el enmascaramiento de algunos de los números musicales con interesantes juegos de luces para simplificar su ejecución o, se decida dejarlos llanamente como piezas cantadas. Por aquí se reúnen, como ya se ha dicho, números musicales icónicos que tributan a Berkeley o a Kelly, entre otros, integrándose en el discurso narrativo del modo en que lo hacían en la época de esplendor del género. Las (pocas) coreografías y canciones avanzan la acción (como el número que transcurre en la casa que la protagonista comparte con sus amigas y en el que Chazelle se atreve con un plano cenital à la Berkeley) o muestran los sentimientos de los protagonistas (aquella que se desarrolla cuando la pareja comienza a relacionarse tras una fiesta). La partitura de Justin Hurwitz, aunque quizá a veces demasiado insistente y apoyada en un piano persistente, resulta acertada y se consigue crear un leitmotiv para la pareja y para el conjunto de la película. Igualmente, la ciudad de Los Angeles (otra representante genuina de sueños) queda perfectamente incorporada en la acción narrativa y los escenarios en los que se desenvuelven los protagonistas cobran dinamismo relatándonos el estilo de vida y lo que sienten estos, elemento este del contexto que recuerda poderosamente a muchas de las obras del cine clásico homenajeado. La urbe californiana se convierte así en otro protagonista. Una construcción de personajes principales que en el caso del encarnado por Ryan Gosling alcanza carácter ejemplar, y el actor le saca partido con su composición merecedora de aplauso.


Epítome del romanticismo Sebastian es todo un caballero andante
que aporta su magia a quien le rodea.
La película concluye de manera estupenda, pese al borrón que supone la representación aceptada de la vida en pareja, con un número que nos lleva directamente al corazón de aquellos ballets con que se cerraban grandes clásicos del musical, un epitafio que alcanza a capturar la cualidad mágica del género y que condensa toda la carga emotiva y nostálgica ya desarrollada a lo largo del metraje por Chazelle. Sin duda, un digno colofón a una más que meritoria película, un "blockbuster" que no tiene nada que ver con otros producidos por la fábrica de Hollywood que también han coleccionado nominaciones en los famosos Oscar. !Qué diferencia con Avatar, por ejemplo! Aquella auténtica tomadura de pelo, reproductora de los estereotipos más zafios del cine de acción a los que disfrazaba para más inri de pseudomística y pesudoecologismo. Por contra, en la película de Chazelle podemos retrotraernos a unos tiempos en los que el cine, pese a su innegable voluntad escapista y su producción industrial, se concebía de manera distinta e, incluso, podemos llegar a sentir por momentos lo que probablemente sentirían los espectadores de aquella época.





Las imágenes se han encontrado tras búsqueda con Google y se utilizan, únicamente, con fines de ilustración.

8/4/16

La Langosta

Trailer e info
La oscura y distópica coproducción europea de cine independiente imaginada por Lanthimos y Filippou le deja a uno con mal cuerpo. Y no porque a uno no le guste, no, más bien es que la estudiadísima manera de presentar los serios temas acaba resultando hasta cruel...muy demoledora, sí. Correctas interpretaciones de las estrellas que se embarcan en el proyecto (algo muy en boga, no sé si para demostrarnos que pueden actuar más allá de la acción FX y del circuito más comercial o, si acaso, se lo toman como reto personal y/o "actoral"), cuidadísima iluminación grisácea y lo mismo vale para el vestuario, sugerente banda sonora, ritmo lentíiiiiiiiiiiiiiiiiiisimo son utilizados por el realizador griego nombrado ("úsease", Lanthimos) para lanzarnos un derechazo raro y directo a las neuronas, las cuales acaban sacudidas, abriéndose un interesante proceso reflexivo sobre la soledad.

Surrealismo y rareza
Pero también -o mejor, quizá por ello también- podemos meditar sobre qué es para nosotros y para la sociedad la relación de pareja e, incluso, a través del uso que hace la película de los hijos, la prole. Querido/a lector (lectora) haga memoria ¿Es posible que haya escuchado alguna vez aquello de que fulano y mengana tuvieron un niño/a "como para salvar una relación" que pasaba por turbulencias? Pues aquí se introduce esto con elegancia irónica. Las festividades se rematan con un formidable final cuya ambigüedad deja al arbitrio del espectador la resolución que toma el protagonista. Y ya que acabo de emplear una palabra con pedigrí sólo puedo añadir otra cuando digo que Lanthimos no ha dejado nada al albur en esta más que interesante película que supera su aridez expositiva por el calado y enjundia de lo planteado. Su deliberada factura formal puede resultar tan artificial y extraña como los vínculos establecidos por la humanidad retratada a lo largo de la historia, característica que la acaba por convertir en otro acierto más de una película que hay que ver con ganas, en honor a la verdad.

Soledad estudiada
Fotos y vídeos ilustrativos, los derechos están reservados por sus creadores.

27/3/16

Deadpool

Trailer e información oficial
Confieso que desconocía las andanzas de este irreverente personaje de la Marvel que comparte las habilidades dialécticas con las que Stan Lee dotó a Spiderman (sin duda, todo un guiño que tuvieron los creadores Rob Liefeld y Fabian Nicieza para con el gurú de la Casa de las Ideas y su una de tantas célebres criaturas) pero con una vis más gamberra y virulenta. Una línea unida a un talante "freak" que en estos tiempos es caballo ganador y más si se amplifica con altas dosis de acción y violencia. Pero es que, además, el personaje en cuestión cuenta con alicientes específicos para convertirse en éxito asegurado, unos atributos que le confieren cierto encanto personal y me refiero a sus continuas referencias a la cultura popular y a la frecuente rotura que practica de la cuarta pared. Si esto se complementa con alusiones a usos y costumbres de la posmodernidad (observen los nombres de personalidades que aparecen en la tabla de apuestas, por ejemplo, o al empleo del móvil por una de las acompañantes del protagonista en cierto momento culminante de la acción), constatamos que Deadpool supone una bocanada de aire fresco en el mundo de los superhéroes al que Hollywood viene recurriendo desde unos años a esta parte con tal asiduidad que podemos constatar ya como subgénero.


La Cuarta Pared y su fractura
Eso sí, no podemos decir que estemos ante la figura de un héroe ya que su conducta cruel y amoral, gratuita muchas veces si se quiere, merece que nos planteemos un distanciamiento para con sus actos. Una manera de entender el personaje que no creo que lo haga apto para todos los públicos y menos aún si atendemos la exagerada violencia gráfica o las escenas de alto contenido sexual que se exhiben a lo largo del metraje. Resulta sorprendente comprobar como la sala a la que asistí estaba abarrotada de un público mayormente adolescente cautivado por una nueva operación de marketing de la industria que provoca situaciones como la del niño sentado a mi lado que demandaba de su acompañante adulta información sobre la cocaína o la "postura del perrito". Supongo que con algo más de madurez y habiendo vivido algunas experiencias más este Deadpool se comprende y se saborea mejor. En esto me reafirmo pese a reconocer que la complicidad con el adolescente surge de esas bromas que explotan el "pedo-caca-pis + paja" y aquí habría que reflexionar sobre la deshumanización que supone la alta exposición a la más extrema violencia a la que estamos sometidos con habitualidad en nuestra sociedad puesto que si ese esquema de "pedo-caca" supone un estadio de la trayectoria vital, generalmente inocente, la sarta de miembros amputados, puñetazos y tiros en las pantallas debería ser harina de otro costal (y digo debería porque en nuestros días parece tan normal como el ir a clase). Hechas estas apreciaciones sobre la trivial y frívola manera actual de exhibir actos violentos en las películas como si fueran mecánicos y rutinarios (y en esto Deadpool no es una excepción, antes al contrario, es exagerada confirmación), sólo queda decir que la película entretiene, fundamentalmente por ese personaje central marcado por su desfachatez, aunque desarrolle un hilo argumental nada novedoso con sus habituales clichés y  momentos de mamporros, acción y efectos especiales por ordenador (eso sí, estupendamente ejecutados), pero como digo la idiosincrasia del personaje interpretado por un divertido Ryan Reynolds supone un soplo de aire fresco y hace del conjunto un tebeo distraído y recomendable, aunque no por aparecer un tipo con mallas, apto para todos los públicos.


Deadpool persigue de un modo poco convencional a su enemigo. Las apariencias engañan, no es un método inocente.
Este carisma que posee el personaje no se refrenda en los hábitos de los espectadores a pesar de la escena final (que, por cierto, presenciamos cinco personas) a tenor de la cantidad de vasos de plástico que una vez consumidos los refrescos y palomitas que habían contenido fueron abandonados y desperdigados a lo largo y ancho de la sala con un desdén absoluto por ese objeto de nombre papelera que pudiera servir para depositar los restos de los ágapes que la audiencia contemporánea nunca pasa por alto cuando presencia una película. En fin, un epitafio de la película que uno se pregunta si no resulta un guiño más que demuestra lo ingenioso de la propuesta.

Las imágenes encontradas con Google se utilizan con fines de ilustración y sus derechos están reservados por sus creadores.

25/12/15

Marte/The Martian


Tenía previsto desde su estreno ir a ver la última de Ridley Scott, un tío al que le perdí hace años la pista por la falta de interés que tienen para mí sus proyectos cineros, excepción mediante de la precuela de aquella interesante Alien o de esta otra incursión en la ciencia-ficción. Así que ante el riesgo inminente de abducción definitiva por la Estrella de la Muerte por fin he podido, y esto es un decir, disfrutarla. La cosa empezaba bien: ganas -aunque bien es cierto que cada vez menos porque el momento ya había pasado y es que muchas cosas son como el fumar, que hay que aguantar el arreón inicial, apretar los dientes, cerrar los ojos y hacer un "OOOmmmmmm" (ale, ya tienen muchos y muchas el propósito de año nuevo y su libro de instrucciones)- y un estupendo hilo musical sonando en el momento que despachaba un asunto que hay que atender cuando uno se dispone a encerrarse durante más de dos horas en cualquier sitio, como es el caso para ver una película o como lo pueda ser cuando uno sube al tren o al avión. Lo cierto es que la costumbre de amenizar este momento me parece de lo más curiosa pero como digo estaba muy bien con Marvin y Tammi entonando aquella canción redescubierta para muchos hace unos años, ya no recuerdo si por un anuncio o por su inclusión en una banda sonora.


Tengo tiempo para aburrirme y aburrirte
En fin, que de esta guisa me sentaba yo en la oscuridad de la sala (hoy en día algo así como el lado oscuro si uno no va a ver la que ustedes ya saben) donde se proyectaba esta nueva "americanada". Porque esto es, ni más ni menos, esta laaaarguíiiiiisima aventura espacial de supervivencia por la que, por un lado, desfilan multitud de clichés y estereotipos propios del cine más comercial junto con situaciones  y reacciones más que inverosímiles y, por el otro, una verborrea más o menos científica que nos intenta alumbrar la peripecia del astronauta perdido en el planeta más fascinante por goleada para los humanos pero que no consigue ni por asomo adentrarnos en la tensión que una lucha por sobrevivir debería tener. La cascada de acontecimientos trillados y por ello esperados hace que uno se pregunte ya durante la proyección si todo el dineral que ha debido costar esto no se podría haber destinado a algo más provechoso. Andaba yo con ese pensamiento cuando otro me asaltó y es la inevitable comparación con la famosa madre que de casi todas las películas espaciales se acaba haciendo uno mismo e intuyo que muchos, hasta el propio Scott diría yo. Y, quizá por ello, éste haya optado por una banda sonora con varias canciones disco (lo digo por aquello de contraponer la música escogida por Kubrick con una que se considera en las antípodas y a la que sea dicho de paso servidor le profesa cierta simpatía, aprovecho para lanzar un consejo: esperen al menos hasta el inicio de los títulos de crédito). Precisamente, lo mejor de la película es el extraordinario tema de Bowie que suena -sin olvidar el de los O'Jays que parafraseó aquel programa televisivo-, y también salvo la recreación que se hace de Marte con la que, a veces, se consigue transmitir esa supuesta soledad que debe sentir el personaje central, y poco más, acaso los artilugios y decorados científicos y el tímido esbozo que se plantea del trabajo conjunto entre países (de hecho, un poquito antes de salir los chinos andaba yo discurriendo que una misión conjunta multilateral podría salvar al héroe y podría ser algo un pelín más original que los derroteros escogidos. Pero claro, quién soy yo para decirle nada al señor Scott).




Por lo demás, aburrimiento y, además, bastante. Ni las ganas con las que uno iba han podido vencerlo y es que estas han desaparecido tras la introducción, cuando he caído que no debí mirar la duración de la película porque es ahí, cuando el planteamiento arriesgado se ha puesto en marcha, cuando he temido que  decidir estirarlo hasta las casi dos horas y media y que resultara algo entretenido podía ser harto complicado. Mis premoniciones se han cumplido. Ahórrensela.

El vídeo y las fotos se ponen para aclarar más las cosas. Por si acaso aquí queda dicho lo de sus derechos.