The Hanging Tree, Delmer Daves, 1959, EEUU, Gary Cooper, Maria Schell, Karl Malden.
Es innegable que a finales de los cincuenta el Western, género de géneros, ha alcanzado una dimensión psicológica y reflexiva de hondo calado. El género ya no recurre a la leyenda o a la historia como fuente de inspiración sino que el marco que le ofrece una época determinada -generalmente, la segunda mitad del siglo XIX- con su coyuntura social -sea la colonización o, como en este caso, la búsqueda de oro- sirve como pretexto para presentar otro tipo de temas, dotando, por el camino, a sus personajes de mayor complejidad emocional y otorgando valor fundamental a las relaciones que se establecen entre ellos. Entre los realizadores que posibilitaron no ya solo este paso a la edad adulta del Western sino también la introducción de ciertos elementos del "noir" en el género, sobresale Anthony Mann pero también encontramos a cineastas como Budd Boetticher o el director de esta interesante película, Delmer Daves.
Procedente del campo de la escritura cinematográfica, Daves se apoya en un sobrio guión de Wendell Mayes y Halsted Welles, quienes adaptan una novela de Dorothy M. Johnson (autora que también llevaría al cine John Ford con El Hombre Que Mató a Liberty Valance), para construir una historia en la que las tensas relaciones que se instauran entre los personajes son el eje fundamental de la misma. Desplegada con un tempo medido pero punteado por momentos de acción dosificados, El Árbol del Ahorcado consigue generar la sensación de imposibilidad por evitar la explosión de la violencia contenida a lo largo del relato, determinismo inherente al cine negro y que aquí parece alcanzar al personaje central, un doctor con un pasado tan oscuro como su indumentaria, sirviendo este último detalle para enfatizar la ambigüedad del personaje. Carácter central que siendo encarnado por un envejecido y correcto Gary Cooper en una de sus últimas interpretaciones no puede más que comportarse con una rectitud e integridad absolutas, aunque, en esta ocasión, matizadas por su misterioso pasado, sus explosiones violentas y por el seguimiento de su propio y particular código de conducta.
Estamos, pues, ante un film que demuestra la plasticidad del género Western, "meta-género" que, en su madurez, supo captar las pulsiones humanas y orientar la fuerza de la narración en las relaciones que se establecen entre los personajes que pueblan sus ficciones cuya personalidad es, a menudo, compleja cuando no ambigua. El perfil psicológico de los personajes se construye con mimo y las diferentes interacciones que protagonizan son el elemento sobre el que pivotan los relatos y, en este sentido, la figura protagónica del Doctor confirma lo expuesto. Los aspectos referentes a la construcción de los personajes se aderezan aquí con algunos momentos de gran intensidad emocional tutelados por la dirección clásica de Daves, realizador que no duda en emplear algunos recursos como los picados panorámicos o los primeros planos para realzar la carga dramática.
El Árbol del Ahorcado es un sugestivo Western que demuestra el estado de madurez que el género había alcanzado a finales de los cincuenta con el planteamiento de temáticas políticas, sociales y psicológicas y sirve para acercarse a un director que siempre destacó por su capacidad de creación de atmósferas ( este sería un buen ejemplo) y que, no hay que olvidar, en la primera parte de su filmografía- en lo que atañe al género- mostró preocupación por los nativos americanos (Flecha Rota, Tambores de Guerra); un cineasta, en definitiva, que aún aportaría al género, con sus últimos coletazos en el mismo, productos tan dignos como este.
El apunte melómano por el que algunos conocerán o recordarán este filme queda servido por la canción que lo abre y lo concluye, un éxito de título homónimo al de la película, interpretado por Marty Robbins, cantante que traspasó las fronteras de la música Country con esta canción y algunas otras.
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Western de extraña belleza, abrupto y sombrío. Ultima muestra de la energía y el talento desplegados por Delmer Daves en un género donde consiguió sus mejores obras (“FLECHA ROTA”, “JUBAL”, “EL TREN DE LAS 3:10”, “COWBOY”, “LA LEY DEL TALIÓN”, etc) y que de manera inexplicable (e imperdonable) abandonaría para entregarse, en la etapa final de su carrera, a la confección de fofos melodramas románticos.
ResponderEliminarGary Cooper, envejecido y cansado, está soberbio, y, como ya apuntas tú, la balada del título (en la voz de Marty Robbins), un clásico inolvidable.
Un saludo.
Hola, Teo. Efectivamente, los Westerns de Delmer Daves son obras a reivindicar no ya solo por los seguidores del género sino por los cinéfilos de pro, en parte, por los motivos que ya he expuesto. Saludos.
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