18/12/16

Almas Desnudas



El cierre del periplo norteamericano relativamente corto del realizador europeo Max Ophüls (para la ocasión convenientemente acortado a Opuls) fue una interesante producción encuadrada en los márgenes del cine negro, muy alejada, a priori, de los presupuestos estilísticos característicos de su filmografía, o al menos, por los que es recordado por la mayor parte de aficionados. Esta despedida americana es una pequeña joya casi desconocida del elegante director, aunque quizá aún se haya olvidado más su anterior filme, otra incursión sui géneris en el cine negro protagonizada también como ésta por James Mason además de por Robert Ryan, uno de los actores fetiche del género, junto con la que forma una suerte de díptico a redescubrir. Un par de películas que, si bien es cierto que se barnizan con tonalidades noir, acaban por adentrarse en la idiosincrasia propia "ophülsiana", especialmente la traída a colación al seguir, por una parte, una línea dramática con protagonismo femenino y, por la otra, ahondar en las habituales características formales del realizador, dominadas por los distinguidos y reconocidos movimientos de cámara que hasta dieron pie a un curioso poema* compuesto por el inquieto Mason, un tipo capaz de ilustrar un libro sobre gatos y ofrecer interpretaciones memorables como la del villano Vandamm.



Estamos tratando, por lo tanto, un melodrama negro que encaja naturalmente en la trayectoria cinematográfica de Ophüls quien aquí prefiere dejar de lado la pesquisa criminal para poner el foco sobre las relaciones que surgen entre la pareja de protagonistas, personajes que acaban por vivir quizá una historia de amor no confeso dominada por los deseos vitales de "normalidad", léase respetabilidad y formación/conservación de una familia. Así, es esa necesidad la que reviste al personaje encarnado por el mencionado Mason, un delincuente habitual, de su cariz quijotesco que, surgido de su romanticismo moral, lo impele a auto-rebelarse contra su resignación vital en un proceso que, iniciado con la transferencia hacia él mismo del malestar en el que la sufrida ama de casa protagonista está inmersa, culmina con su redención personal en un clímax en el que él reorienta su vida a partir del instante en el que decide ayudar a su hasta entonces víctima. Ella, la convenientemente caracterizada Joan Bennett (casada por aquel entonces con el productor Walter Wanger con el que acabaría por vivir uno de los grandes escándalos de Hollywood), por su parte, atrapada en un asunto turbio provocado por la conducta de su hija (interpretada por Geraldine Brooks, actriz de gran potencial que nunca terminó de explotar) ve zozobrar su mundo ideal familiar de clase media al que a partir del momento al que hace referencia el título original del filme intenta proteger a toda costa. La abnegada mujer se enfrenta a la irrupción del mal en el paraíso y a la consecuente descomposición de su universo demostrándose capaz de todo por salvar a su hija. Sin duda, Ophüls consigue capturar el vértigo de la desesperación en la que se sumerge esta Lucia Harper y retrata con acierto sus titánicos esfuerzos para mantener la normalidad y preservar la apariencia de la misma, equiparándose así con sus heroínas típicas la mujer presentada bajo los rasgos de la protagonista de anteriores clásicos negros "langianos".



Es, precisamente, cuando ella comienza a perder lo que él siempre quiso tener y nunca tuvo cuando las pasiones afloran de manera intensamente sublime y delicada bajo la mano de Ophüls, capaz de plasmar los matices de los sentimientos y las tensiones surgidas con una extraordinaria brillantez que deja a sus protagonistas con las almas desnudas. Un realizador que ya había conseguido demostrar su acusada sensibilidad y notable buen gusto en los EUA con su adaptación de la excelente novelita (por su extensión) epistolar de Stefan Zweig. En esta ocasión, alejándose del suspense y del cine negro adentra la historia en otra dimensión también interesante y viva que se inserta en el que podíamos bautizar como ciclo de mujeres en peligro en boga por la época (recordemos películas coetáneas como Alma en Suplicio, Astucia de Mujer, Luz que agoniza, incluso La Sombra de una Duda, todas ellas comentadas en este espacio). Con la última de esa lista de obras citadas, la "hitckcokiana" historia del asesino de viudas, coincide en otro aspecto singular: la maestría en conseguir capturar el sentimiento de pequeña comunidad y de lo que se puede ocultar debajo de las apariencias de "normalidad" que la rigen, en definitiva, de delinear un excepcional retrato del anverso y del reverso de la clase media americana. El esfuerzo por mantener en pie los inseguros pilares de la normalidad introduce a la sacrificada ama de casa en una espiral de acontecimientos que, más o menos peligrosos, la impelen a cometer actos en ocasiones ilegales, siempre desesperados, que acaban por transformar su plácida y confortable existencia, dejándola con una terrible sensación de irrealidad, una emoción cuya plasmación en pantalla es de gran complejidad pero que Ophüls consigue transmitir con elegante solvencia al espectador el cual es consciente de la asfixia y de la impotencia de la protagonista y siente como el mundo de la misma se tambalea peligrosamente. Algo palmario en las escenas de actos cotidianos que lleva a cabo la familia (la cena, las conversaciones telefónicas con el marido/padre ausente) antagónicas con la situación desesperada en la que ella se encuentra sumida, un arriesgado viaje hacia la oscuridad de un mundo que ajeno a su burbuja de convencionalismo honorable está bien presente en la realidad de muchas personas.



La riqueza formal y dramática de esta película queda fuera de toda duda si atendemos a algunos aspectos citados a vuela pluma: la sabia utilización de los exteriores, los habilidosos movimientos de cámara ya anotados o su desarrollo argumental que nunca cae en el trillado enamoramiento de la protagonista femenina y su potencial y peligroso aspecto lacrimógeno. No sólo Ophüls era un cineasta de gusto exquisito sino que también demostró ser un excelente director de actores como sucede aquí, una historia en la que los caracteres e intereses de los protagonistas quedan desvelados por gestos o miradas. Ella, empeñada en conservar su seguridad, su clase social definida por la respetabilidad y la unión familiar, será capaz de saltarse la legalidad y él, decidido a mantener el estado de cosas, será capaz de ejecutar un postrero acto de redención con el que ella pueda volver a la respetable normalidad y salvaguardar su decorosa existencia aceptada desde el punto de vista de la sociedad. Ambos, en cierto sentido, atrapados por su destino. No se pierdan esta producción basada en una historia publicada en una "revista para mujeres" ya que desde la presentación con el crápula encarnado por el notable Shepperd Strudwick a la cabeza estamos ante una brillante y tensa película de un cine que quizá ya no se haga, un clásico que debería ser y que como tal merece un final de reseña con aroma añejo, de aquellos que decían lo de excelentemente interpretada y elegantemente dirigida.




*"Una toma que necesita rieles de más/es una agonía para el pobre y querido Max/quien separado de su dolly/se hunde en la melancolía./Una vez, cuando se llevaron su grúa/pensé que nunca más sonreiría".


Las imágenes se han encontrado tras búsqueda con Google y sus derechos están reservados por sus creadores. Aquí, únicamente, se utilizan con fines de ilustración.

20/8/16

El Baile de los Vampiros


Dance of the Vampires, Roman Polanski, 1967, GB, J. McGowran, R. Polanski, S. Tate.

Me apunto a la moda de los anglicismos con esta spoof... y la explicación técnica o así del vocablo importado y escogido es la que sigue: "Comedias que imitan de manera satírica y exagerada el estilo, convenciones, fórmulas y/o motivos de las películas serias, intentando ridiculizar el trabajo de tal o cual actor/director, etc. y/o parodiar tal o cual género y, también y por qué no, de burlarse con más o menos mala uva de la audiencia seguidora de éste o aquel (todo lo cual debe ser leído con entonación académica y mayor o menor énfasis en lo pedante, según el gusto del lector/a). Estas spoof se han hecho toda la vida de Dios (sí, de verdad, hay vida antes de "como puedas") lo que nos pone en juego el tartufo que ávidamente despachará quien lo gane, esto es, quien diga qué cineasta se empeñó en perpetrar unas cuantas de estas comedias, una detrás de otra pero no necesariamente en el orden expresado, repasando a Hitchcock, La Guerra de Las Galaxias, las de vaqueros y las de Capa y Espada. El tartufo que siempre intentamos regalar en este blog espera.


Aquí también hay miedo
Intentado desentrañar el significado de este "palabro" pronunciable como espuf y literalmente traducible como parodia, broma o burla cabe matizar, entre otras cosas, que puede resultar de buen gusto o peor según el caso y que puede tener su origen en variadas causas como, por ejemplo, servir de homenaje al género objeto de burla, como parece que sea el caso de la que nos ocupa y es que este baile vampírico lo barrunta Polanski como sentida ofrenda al cine que tanto le y nos gusta y en particular a aquellas películas de la Hammer ¡¡¡pero si hasta el actor que hace de Conde tiene parecido con el Sire Cristopher Lee!!! Por cierto, ya me hubiera gustado ver al susodicho (el señor Ferdy Mayne para más señas) en papeles de verdadero terror porque aquí lo borda el hombre haciendo de jefe de los vampiros. Si hay dudas sobre el tema Hammer observen la paleta cromática (que bien queda esto) escogida por Polanski. A mí me da que el bueno de Roman se marca una película muy personal ¿si no por qué la dirige, la interpreta y, además, escribe el guión? ¿Por qué se rodea para la ocasión de muchos de sus habituales (y enumero algunos que siempre queda bien citar personalidades: Brach en la escritura, MacGowran en uno de los papeles principales, Komeda en la banda sonora avanzadilla de su trabajo en La Semilla del Diablo para el mismo Polanski en su debut americano el año siguiente a ésta película que comento, aunque eso ya es otra historia)? Pues porque este divertimento es algo personal, claro que sí. Por eso lo mima tanto y lo prepara al dedillo (bueno, ambas cosas las suele hacer siempre) pensando en cómo lo tiene que hacer para que la mezcla case el terror con el humor y que todo desprenda un aire de cuento gótico.


  Para más detalle sobre la picante vampiresa
Hay que decir que Polanski, enamorado del cine, a lo largo de su historial profesional se ha lanzado más de una vez con proyectos difíciles, que es un tío atrevido, vaya, y aquí se marca una jugada para su y nuestra diversión. Así hay que entender este baile de no muertos, como un paseo por los clichés y lugares comunes vampíricos sin sorpresas pero capaz de hacerse preguntas que todo el mundo se ha hecho y que llegan a rebatir el mismo género. Por ejemplo, todo quisqui acepta de base que la imagen del vampiro no nos la devuelve el espejo pero ¿qué hay de su ropa? ¿por qué no se refleja? Las subversiones continúan con vampiros judíos sin estaurofobia, con otros que son dandis homosexuales (incorporado por Iain Quarrier, un miembro de la troupe de la malograda Tate de turbulenta vida) y su combinación con la creación de momentos de terror propio concluyen en un resultado final elegante para ser equiparado a algunas espuf más burdas. Tampoco se olvida Polanski de introducir un humor de clase más soez y picantona, como no deja de lado el elemento erótico característico de estas criaturas ya presente en la novela seminal de Stoker y que se ha explotado más o menos siempre. Y aquí tiene algo que decir (ya sabemos a quién voy a nombrar aunque su nombre ha salido un pelín más arriba) la presencia de la futura pareja del director, Sharon Tate, de la que cabe decir, demostrando que en este blog atendemos a todos los menesteres, que insufla personalidad a un estereotipado personaje. Como la vida de Polanski ha estado salpicada de acontecimientos trágicos y escabrosos de todos conocidos con efectos que se alargan al día de hoy sólo notaré que la trágica muerte de esta prometedora y joven intérprete truncó una filmografía que se hubiera visto decisivamente impulsada como musa del realizador.

...y también hay payasadas.
Es éste un autor, sin duda, personal, característica que demuestra ya desde su primer largo, y que aquí deja la impronta de su pasión cinera y de su saber hacer en una parodia que homenajea sin rubor y con elegancia formal cierto cine al que lejos de ridiculizar intenta re-elaborar en algunos matices, plausibles en su original conclusión. Cierto es que no todo funciona a la perfección y coexisten ocurrencias y personajes que hasta pueden ser cargantes con otras y otros que son todo lo contrario, también es verdad que con la llegada del dúo protagonista al castillo la cosa se anima y gana en interés, pero si nos fijamos en el todo esta es una buena película con más aciertos que desaciertos, que como digo los hay (a mí particularmente no me va el personaje del posadero aún siendo sabedor que a mucha gente le parece divertido, bueno, pues a ratos, diría yo, a otros/as la parte de la posada tampoco les apasionará y otras/os encontrarán en el tema picantón algo burdo y, más que fuera de lugar, manido y fácil).

Espero que nunca me inviten a esta fiesta.
Pero, como digo y como en la balanza hay que ponerlo todo, el espléndido diseño de producción (ver en la ficha enlazada al inicio de esta entrada los firmantes de la fotografía, los decorados y el vestuario y fijaos en el maquillaje que lleva McGowran y, bueno, en el del resto) es la guinda de un sabroso pastel que bien vale la pena degustar a la par que uno se come un tartufo (y si se es un cinéfilo de pro, no olviden comerse antes el dulce obtenido en este blog al responder la pregunta lanzada. Y nótese que digo antes porque después de ver esta película recomendada uno puede hacerse un programa doble de temática espuf-vampira con ese clásico de los 80 que es Noche de Miedo, sin obviar que para más de un cinéfilo con pedigrí no hay que comer a la par que se visiona un film). Y pongamos en liza otro tartufo ¿Alguien puede decir que otro homenaje/revisión a uno de los grandes géneros cineros por antonomasia en el que, por cierto, se guarda un pequeño papel se marca el mismo director unos años más tarde demostrando su pasión por el cine?

¿El principio del cupping?
Los problemas con la distribución americana de la película, con cortes, prólogos animados añadidos y doblajes de voz incluidos, hicieron que el mismísimo Polanski repudiara la versión exhibida por aquellos lares pero al otro lado del Atlántico esta aventura tuvo (y tiene) bastante éxito y reconocimiento y hasta algún personaje de otro campo artístico que también nos gusta y cuya foto se incluye más abajo se inspira en ella y, también, alguna banda de rock se ha bautizado en honor a su título yanqui. Quizá sea fan de esta historia algún protagonista de la vorágine mediática que vivimos estos días con el negocio de las Olimpiadas contemporáneas o el Profesor Abronsius sea el gran divulgador de la ciencia de las ventosas.


Parecidos razonables
Pues eso, una propuesta entretenida que sin llegar a ser la repera nos pone sobre la pista de dos tartufos y nos hace pasar un buen rato (pese a que algunas digan que no se ríen con ella) y se ve que al bueno de Roman le picó el gusanillo del terror y para su debut USA en su siguiente película parió un peliculón de miedo satánico (que hay que decirlo es uno de esos casos en los que la peli es mejor que el libro, lo digo por si algún lector/a sufre al marisabidillo de siempre que está con lo de "¿has leído el libro? Pues es mejor que la película") ¿Qué te parece? Una película recomendable para cualquier momento del año y un zas para sabiondos por el precio de uno más el video de regalo.

 



Las fotos y video son ilustrativas, los derechos pertenecen a sus creadores.

15/7/16

¡Whisky a Go-Go!


Whisky Galore! Alexander MacKendrick, GB, 1949, Basil Radford, Catherine Lacey, Bruce Seton.

Para algunas voces entendidas estamos ante la mejor comedia Ealing, que ya es decir y mucho. Es, por ejemplo, anticipar que nos movemos en la época de esplendor del cine británico (al menos, a la espera de la New Wave a lá british) que alcanza ya su madurez,  sigamos la línea estética o la populista. Es, también, asegurar que nos situamos en un ambiente dominado por un humor autóctono y exacerbado, el archisabido sentido del humor inglés, claro. Precisamente, esto último puede servir de aviso para navegantes ya que esta agradable muestra del catálogo que ha hecho que los Estudios Ealing pasaran a la posteridad es una película muy folclórica, en su ingenio así como en su costumbrista y pintoresco planteamiento de protagonismo coral. La comunidad modesta y campechana cuyos habitantes, ante una existencia aparentemente con pocos placeres, se dan a la botella, es el vehículo empleado por el debutante (con asterisco porque este interesante realizador escocés, aunque nacido en los EUA, ya había dirigido trabajos  de corte propagandístico para el gobierno británico, además de haber estado involucrado en el mundillo audiovisual en varias facetas) Alexander Mackendrick para desnudar la negligencia de las clases altas y/o dirigentes, retratadas mayormente en las producciones de esta compañía como incompetentes, molestas y de conducta censurable, aproximándose de este modo a las Screwball Comedies de Hollywood. Así pues, el pueblecito  empecinado en hacerse con el preciado licor acaba por ejemplificar la lucha de David contra Goliat que otras veces también está presente en algunas comedias destiladas por la Ealing hasta el punto de ser considerada una de sus marcas de fábrica esa voluntad de enfrentarse con el orden establecido exhibida por una colectividad "(...) el cine de la Ealing quería recuperar el espíritu colectivo que reinaba durante el tiempo bélico" (Llorenç Esteve, La Edad de Oro: Cine de Posguerra (1945-49) en Historia del Cine Británico).



En fin, que perteneciendo a la primera hornada de las comedias Ealing, esta película de tono amable a la par que excéntrico hará las delicias de los seguidores de la compañía y de los aficionados al sentido del humor británico, tan suyo en ocasiones, y ello pese a que la peripecia ha quedado un tanto envejecida con el paso del tiempo y a que se desarrolla con un ritmo que cuenta altibajos. Quizá esa tonalidad vernácula y típica pueda actuar como propiedad ambivalente y deje en fuera de juego a algunos pero entusiasme a otros. Se lo tome uno como se lo tome esta ¡Whisky a Go-Go! (la traducción del título escogida supongo que nada que ver con la famosa sala de conciertos) nos obliga a acercarnos a aquellos míticos estudios que acabaron absorbidos cómo no podía ser de otra manera  por la Rank Organisation y dónde, dicho sea para que quede constancia, se produjeron otras películas más que interesantes que se alejaban del terreno de la comedia. En definitiva, una excusa para conocer o profundizar en una de las casas más importantes del cine británico y muy popular en aquellos años como atestigua el éxito de, por ejemplo, esta misma comedia que hasta tuvo secuela o así unos años más tarde con Rockets Galore!



Raro, extravagante, con un sentido del humor singular y propio el cuento pergeñado por el insigne Michael Balcon (uno de esos productores que influyen y marcan el devenir histórico de algunas cinematografías), puede que de difícil gestación hoy día dados los sobrios estándares actuales que complicarían el protagonismo coral beodo, corroboró el pistoletazo de salida de unas cuantas comedias que durante, más o menos, una década ayudaron a florecer la Edad Dorada del cine británico. Un acontecimiento real novelado por el escritor Compton Mackenzie (quien, por cierto, aquí interviene como actor) dio pie a esta fábula costumbrista y subversiva en la que sobresale un pomposo Basil Radford entre su elenco cuya cara más conocida puede que sea en la actualidad la de Joan Greenwood, protagonista también de aquella rara avis tan deleitable. Precisamente, ésta última  y algunas otras como la postrera y también dirigida por Mackendrick estén varios escalones por encima de la aventura en pos del preciado brebaje alcohólico que aquí se narra pero ello no es óbice para acercarse a una película que, sin ser completa ni tan relevante como aquellas, hace pasar un rato agradable.

Las imágenes se han encontrado tras búsqueda con Google y sus derechos están reservados por sus creadores. Aquí, únicamente, se utilizan con fines de ilustración.

8/4/16

La Langosta

Trailer e info
La oscura y distópica coproducción europea de cine independiente imaginada por Lanthimos y Filippou le deja a uno con mal cuerpo. Y no porque a uno no le guste, no, más bien es que la estudiadísima manera de presentar los serios temas acaba resultando hasta cruel...muy demoledora, sí. Correctas interpretaciones de las estrellas que se embarcan en el proyecto (algo muy en boga, no sé si para demostrarnos que pueden actuar más allá de la acción FX y del circuito más comercial o, si acaso, se lo toman como reto personal y/o "actoral"), cuidadísima iluminación grisácea y lo mismo vale para el vestuario, sugerente banda sonora, ritmo lentíiiiiiiiiiiiiiiiiiisimo son utilizados por el realizador griego nombrado ("úsease", Lanthimos) para lanzarnos un derechazo raro y directo a las neuronas, las cuales acaban sacudidas, abriéndose un interesante proceso reflexivo sobre la soledad.

Surrealismo y rareza
Pero también -o mejor, quizá por ello también- podemos meditar sobre qué es para nosotros y para la sociedad la relación de pareja e, incluso, a través del uso que hace la película de los hijos, la prole. Querido/a lector (lectora) haga memoria ¿Es posible que haya escuchado alguna vez aquello de que fulano y mengana tuvieron un niño/a "como para salvar una relación" que pasaba por turbulencias? Pues aquí se introduce esto con elegancia irónica. Las festividades se rematan con un formidable final cuya ambigüedad deja al arbitrio del espectador la resolución que toma el protagonista. Y ya que acabo de emplear una palabra con pedigrí sólo puedo añadir otra cuando digo que Lanthimos no ha dejado nada al albur en esta más que interesante película que supera su aridez expositiva por el calado y enjundia de lo planteado. Su deliberada factura formal puede resultar tan artificial y extraña como los vínculos establecidos por la humanidad retratada a lo largo de la historia, característica que la acaba por convertir en otro acierto más de una película que hay que ver con ganas, en honor a la verdad.

Soledad estudiada
Fotos y vídeos ilustrativos, los derechos están reservados por sus creadores.

27/3/16

Deadpool

Trailer e información oficial
Confieso que desconocía las andanzas de este irreverente personaje de la Marvel que comparte las habilidades dialécticas con las que Stan Lee dotó a Spiderman (sin duda, todo un guiño que tuvieron los creadores Rob Liefeld y Fabian Nicieza para con el gurú de la Casa de las Ideas y su una de tantas célebres criaturas) pero con una vis más gamberra y virulenta. Una línea unida a un talante "freak" que en estos tiempos es caballo ganador y más si se amplifica con altas dosis de acción y violencia. Pero es que, además, el personaje en cuestión cuenta con alicientes específicos para convertirse en éxito asegurado, unos atributos que le confieren cierto encanto personal y me refiero a sus continuas referencias a la cultura popular y a la frecuente rotura que practica de la cuarta pared. Si esto se complementa con alusiones a usos y costumbres de la posmodernidad (observen los nombres de personalidades que aparecen en la tabla de apuestas, por ejemplo, o al empleo del móvil por una de las acompañantes del protagonista en cierto momento culminante de la acción), constatamos que Deadpool supone una bocanada de aire fresco en el mundo de los superhéroes al que Hollywood viene recurriendo desde unos años a esta parte con tal asiduidad que podemos constatar ya como subgénero.


La Cuarta Pared y su fractura
Eso sí, no podemos decir que estemos ante la figura de un héroe ya que su conducta cruel y amoral, gratuita muchas veces si se quiere, merece que nos planteemos un distanciamiento para con sus actos. Una manera de entender el personaje que no creo que lo haga apto para todos los públicos y menos aún si atendemos la exagerada violencia gráfica o las escenas de alto contenido sexual que se exhiben a lo largo del metraje. Resulta sorprendente comprobar como la sala a la que asistí estaba abarrotada de un público mayormente adolescente cautivado por una nueva operación de marketing de la industria que provoca situaciones como la del niño sentado a mi lado que demandaba de su acompañante adulta información sobre la cocaína o la "postura del perrito". Supongo que con algo más de madurez y habiendo vivido algunas experiencias más este Deadpool se comprende y se saborea mejor. En esto me reafirmo pese a reconocer que la complicidad con el adolescente surge de esas bromas que explotan el "pedo-caca-pis + paja" y aquí habría que reflexionar sobre la deshumanización que supone la alta exposición a la más extrema violencia a la que estamos sometidos con habitualidad en nuestra sociedad puesto que si ese esquema de "pedo-caca" supone un estadio de la trayectoria vital, generalmente inocente, la sarta de miembros amputados, puñetazos y tiros en las pantallas debería ser harina de otro costal (y digo debería porque en nuestros días parece tan normal como el ir a clase). Hechas estas apreciaciones sobre la trivial y frívola manera actual de exhibir actos violentos en las películas como si fueran mecánicos y rutinarios (y en esto Deadpool no es una excepción, antes al contrario, es exagerada confirmación), sólo queda decir que la película entretiene, fundamentalmente por ese personaje central marcado por su desfachatez, aunque desarrolle un hilo argumental nada novedoso con sus habituales clichés y  momentos de mamporros, acción y efectos especiales por ordenador (eso sí, estupendamente ejecutados), pero como digo la idiosincrasia del personaje interpretado por un divertido Ryan Reynolds supone un soplo de aire fresco y hace del conjunto un tebeo distraído y recomendable, aunque no por aparecer un tipo con mallas, apto para todos los públicos.


Deadpool persigue de un modo poco convencional a su enemigo. Las apariencias engañan, no es un método inocente.
Este carisma que posee el personaje no se refrenda en los hábitos de los espectadores a pesar de la escena final (que, por cierto, presenciamos cinco personas) a tenor de la cantidad de vasos de plástico que una vez consumidos los refrescos y palomitas que habían contenido fueron abandonados y desperdigados a lo largo y ancho de la sala con un desdén absoluto por ese objeto de nombre papelera que pudiera servir para depositar los restos de los ágapes que la audiencia contemporánea nunca pasa por alto cuando presencia una película. En fin, un epitafio de la película que uno se pregunta si no resulta un guiño más que demuestra lo ingenioso de la propuesta.

Las imágenes encontradas con Google se utilizan con fines de ilustración y sus derechos están reservados por sus creadores.

3/1/16

La Carrera del Siglo

¡¡¡¡¡Uuuuuuoooooooooh!!!!!
The Great Race, Blake Edwards, 1965, EEUU, Jack Lemmon, Tony Curtis, Natalie Wood.

Bienvenidos al pastiche de géneros que se inventa el señor Blake Edwards, que, por cierto, le costó un "egg" (volveremos sobre esto). Mil y una veces repuesta por la tele hoy traigo una propuesta ideal para estas fiestas por aquello de ver cine en familia y tal. Y encima como es larga casi se pasa la tarde/sobremesa sin tener que hablar como quien dice. Las dos horas y pico que dura la películita dan para parodiar las del Oeste y las de Capa y Espada y, sobre todo, para homenajear las comedias mudas (para demostrar este aserto ver la dedicatoria a Laurel & Hardy -el Gordo y el Flaco, vaya- incluida en los títulos que abren la función) con las que el Sr. Edwards mamó su oficio desde pequeño y que parece que le gustaban un "egg" (siguiendo matemáticas de primaria este sería el otro). No olvidar que el Sr. Edwards era nieto de un director de los inicios del Hollywú. Hay que decir también que el Sr. Edwards conocedor quizá por ese lazo familiar de los entresijos del cine y de sus mecanismos consiguió destilar con sus películas un cine siempre personal en el que destacan sus comedias por las que el gran público lo conoce. Para la ocasión escribe una historia inspirada sui géneris en un pionero acontecimiento de principios del siglo pasado (aquí información sobre un documental que no he visto pero que queda bien enlazar) el cual queda re-interpretado en clave de humor a veces absurdo, otras físico. El Sr. Edwards recurre a la parodia para referirse a situaciones variopintas, desde socio-políticas hasta el mismo cine, y/o mediante dosis de ironía define el carácter estereotipado de sus personajes (que funcionan así por el interés de la acción, que están hechos adrede, vaya, y por eso uno va de blanco inmaculado (porque es perfecto e invulnerable) y el otro de negro, negro (siniestra que tiene el alma)).


Uno de los momentos más recordados por los niños
Como es algo cuasi-endémico en el cine del Sr. Edwards no podía ser que esta carrera no tuviera altibajos, cosa bastante lógica por lo larga que es y por apoyarse casi todo el asunto en estereotipos que viven un porrón de aventuras y desventuras sucedidas en un sinfín de decorados, sin más pretensión que la de entretener y rendir tributo a los grandes del mudo. Por eso, todo se acaba convirtiendo en una especie de peripecia nostálgica y episódica, algo envejecida pero trufada de bromas y guiños (incluso autoparódicos para el propio negocio) que sin ser redonda sí se le tiene cariño porque por momentos llega a conseguir ser divertida y durante la mayor parte es entretenida y con algo que llevarse a la boca. Estoy seguro que más de uno le tiene cariño, servidor incluido, no sé si por aquellos pases recurrentes en la tele de hace unos años o por el encanto que tiene pese a sus defectos. El caso es que uno la llega a recomendar y más para los domingos por la tarde, ale (ya tenéis otra opción además del "fúmbol", creo, porque uno ya no sabe si el espectáculo sigue siendo los domingos, es los martes o quizá los viernes). 


El Malo
Y entre lo bueno no se puede dejar de lado a Jack Lemmon cuyo personaje principal de Dr. Fate (o sea, Destino) puede que no permita un especial lucimiento pero a mí me resulta un modo Coyote divertido. Nótese que digo "cuyo personaje principal" y es que Lemmon también hace de Príncipe de un reino imaginario en cierto tramo-parodia-homenaje a las de aventuras, confirmando algo que nosotros ya sabíamos ¿o no? cuento con un sí, querido visitante, pero, no obstante, lo digo, por si alguno anda despistado, que el Sr. Edwards se adelanta con todo su equipo a las "spoof movie" que triunfaron tanto algunos años después y también hace relativamente poco (no hace falta decir ninguna, a buen seguro el avispado/a lector/lectora tendrá en mente ya más de una que hay hasta ejemplos patrios). Total, que Lemmon con su acompañante (al que muchos conocerán por su nombre clave de Colombo) y los personajes de ambos me divierten y me recuerdan a los dibujos animados que inspiraron. También los títulos de crédito en plan ilustración son graciosos.


El Bueno
Como dije todo nostalgia para el Sr. Edwards y su generación pero también para la siguiente. Del bueno hace el resultón Tony Curtis y de guapa sale (y es) Natalie Wood cuya muerte nunca esclarecida "reflotó" hace poco tiempo y, además, por aquí aparecen caras famosas como la del citado Peter Falk, alias Colombo, conocidas para el cinéfilo de postín cual la de George MacReady y su cicatriz, que suenan tal cual la de Arthur O' Connell, y otras que recuerdan a personajes de otros lares como la de Keenan Wynn. En fin, toda una pléyade de rostros más o menos reconocibles que se unen con otras figuras reputadas en sus respectivos campos (Edith Head en los trajes y vestidos, el veterano fotógrafo Russell Harlan)  para ayudar al Sr. Edwards en esta película, mitad homenaje, mitad parodia, toda Technicolor, comedia respetuosa pero sarcástica que presume de tartas.



Además, por aquello de tratarse de una carrera de coches los fans del motor tendrán un aliciente ahora que la temporada de F1 no está operativa. También podrán deleitarse con los modelos de autos creados ex profeso -alguno de ellos ha acabado como pieza de museo- aquellos a los que les llame el tema de las antigüedades (bueno, y los amigos del motor, otra vez, que hasta la guapa de Natalie parece que estaba en la onda). Y es que para hacer esta película el Sr. Edwards se dejó un dineral entre coches, vestuario y decorados. Eso sí, aunque tuvo una acogida tibia por los críticos que manifestaron disparidad de opiniones (pitos y aplausos para el castizo), funcionó lo bastante bien entre el público como para ganar algo de dinerillo. Por si todo lo dicho fuera poco la partitura es de Henry Mancini, así que cada vez hay menos excusas para no marcarse esta película uno de estos días. Volviendo al tema de los coches, ¿alguien sabría decir por un tartufo, por supuesto, qué icono del siglo pasado nació en la misma ciudad en la que está expuesto el coche de Leslie?


¿Preparados para el tartufo definitivo y para la foto de Natalie?
Antes de despedir hay que jugarse -otra vez- esos tartufos, delicia para los lectores de este blog, siempre dispuestos a degustarlos respondiendo a las cuestiones que planteo. La segunda oportunidad de esta entrada es seria y fácil: ¿qué récord ostenta Natalie Wood en el manido tema de los celebérrimos Oscar?


¿Es Leslie Daredevil o es el Profesor Fate? Nótese el original juego que me marco con el oficio y beneficio de los protagonistas de la película del Sr. Edwards.
Recuerden aquello de los derechos. Sólo se ponen las imágenes y vídeos encontrados con la inestimable ayuda de Google con ánimo de completar las palabras vertidas en la entrada.


Documento gráfico que demuestra el impacto de la película comentada (los coches están más conseguidos, la verdad).