30/5/12

Objetivo: Birmania


Objective, Burma!, Raoul Walsh, 1945, EEUU, Errol Flynn, James Brown, William Prince.

Objetivo: Birmania se instaura con todas las de la ley en aquel tipo de cine cuyo tema principal es la guerra y que desarrolla, con la acción como elemento de mayor reclamo, una visión sobre el conflicto bélico que le sirve de escenario, idealizada, maniquea y propagandística. El mensaje, en este sentido, es meridiano y, quizá, discutible. Por supuesto, esta propuesta se aleja de aquellas que, con el mismo objeto, ofrecen una perspectiva desencantada sobre el mismo o, aún más, lo denuncian y a las que podríamos denominar como antibelicistas en contraposición a las películas que, como esta, toman partido por uno de los bandos enfrentados en la contienda y justifican, o al menos no se plantean el cuestionamiento de los conflictos o instituciones militares o de las causas o ideologías que las sustentan. El contexto histórico en el que fue realizada esta aventura (dominado por el libramiento de la II Guerra Mundial) es explicativo del cariz del asunto. Algunas de las críticas que recibe este film en la actualidad provienen de esta presentación partidista de los hechos...sí, los soldados japoneses son personajes malvados y desdibujados, me atrevería a añadir que no hay ningún soldado negro en las filas de los norteamericanos, se obvia el papel de otros ejércitos en el éxito de la campaña birmana (esto último causó que en el Reino Unido la película fuera prohibida hasta principios de la década siguiente y que la Warner tuviera que incluir una excusa explicativa en los títulos para que se pudiera exhibir el film en ese territorio), etcétera. La inclusión de un oficial del ejército chino así como la presencia de gurjas al servicio del Reino Unido en el batallón de paracaidistas que protagonizan la narración, matiza la caracterización de los pueblos orientales, situando esta en la demonización de los japoneses de forma exclusiva. En cuanto a la ausencia de afroamericanos, esta no hace sino seguir o confirmar la corriente mayoritaria del cine estadounidense de la época que opera como fiel reflejo de su cultura dominante. Pero, olvidándonos de cualquier consideración que vaya más allá de los aspectos técnicos podemos considerar que Objetivo: Birmania es un ejercicio brillante del género bélico, una de las mejores películas de guerra de todos los tiempos y más si dejamos de tener presentes las otras muestras de este tipo de cine, aquellas que optan por exponer la barbarie que supone cualquier conflagración. Las cotas alcanzadas en los diferentes apartados artísticos y técnicos del film son más que notables y tanto los prolíficos Franz Waxman y James Wong Howe  logran, cada uno en su respectivo ámbito, uno de sus mejores trabajos, completando con ello la dirección rápida y clásica de Walsh, sobre la y el que volveremos y que, a su vez, ve sus resultados amplificados en la sala de edición por la colaboración de George Amy (atención al dinamismo del montaje en, por ejemplo, el primer plano tomado desde abajo de uno de los centinelas nipones que tienen que abatir los héroes de la historia en un momento determinado de esta). Y, por supuesto, está  Errol Flynn cuyo magnetismo aquí se demuestra innegable.



El relato se inicia con unas imágenes semidocumentales de archivo que no hacen sino anticipar el tono realista con el que se lo intenta y consigue dotar y ello pese a que para el espectador actual, habituado a ciertos cánones, algunas escenas de acción queden un tanto anticuadas aunque esto último no es óbice para lograr crear tensión en ellas por parte del veterano Raoul Walsh, un tipo al que se le reconoce gran virtud en los campos de la acción y la aventura pero cuya contribución al Séptimo Arte abarca otros géneros (antes de esta aventura bélica ya había dirigido perlas como El Ladrón de Bagdad o El Último Refugio, entre otras) e, incluso, otras facetas además de la de dirigir (encarnó al mismísimo asesino de Lincoln, John Wilkes Booth, en El Nacimiento de Una Nación). Aquí, su acostumbrado estilo directo y ágil se mantiene a lo largo de las más de dos horas de duración del filme consiguiendo que este se desenvuelva de manera amena y haciendo uso de algunos recursos como el mapa con el avión adentrándose en territorio birmano, bastante curiosos. Qué duda cabe que la manera enérgica y sencilla a un tiempo de rodar de Walsh consigue desplegar el sólido guión de Ranald MacDougall y Lester Cole, basado en una historia de Alvah Bessie (curiosamente estos dos últimos formaron parte de Los Diez de Hollywood pocos años más tarde), a través del que se construye un viaje de supervivencia y sacrificio heroico que, como se ha apuntado, no aborda el planteamiento de la batalla pero si acierta a capturar, en ocasiones, su crudeza aun disfrazándola de aventura. La firmeza de la dirección y el libreto halla formidable punto de apoyo, como se ha hecho mención más arriba, en la magnífica fotografía del operador James Wong Howe (sin comentarios la versión coloreada auspiciada por el magnate Ted Turner a mediados de los años 80) y la extraordinaria banda sonora musical de Franz Waxman que se une a los impactantes efectos de sonido que reproducen los ruidos amenazadores que emanan de la selva (otro excelso aspecto técnico-artístico de esta producción). Una jungla, por cierto, bastante domesticada ya que las localizaciones empleadas para recrear los parajes del sudeste asiático fueron, mayormente, las del jardín botánico de Los Ángeles.

Mientras Henry Fonda o James Stewart se alistaban en las tropas norteamericanas y seguían una exitosa carrera en su seno durante la II Guerra Mundial, a Errol Flynn no le cupo otra que, una vez rechazada su incorporación al ejército norteamericano por padecer varios problemas de salud, encarnar a valerosos e íntegros héroes de guerra como este Capitán Nelson, para muchos su mejor composición y en la que demuestra su "animalidad" para la pantalla. Su elegancia y maneras suaves se convierten en poderoso hechizo que arroja sorprendente naturalidad en la determinación del personaje. Cabe decir que la mayor parte de la audiencia de la época le había disculpado al actor los problemas legales relacionados con dos chicas menores resueltos judicialmente pocos años antes y su no aclarada, de manera pública, ausencia en el ejército. Al estudio no le interesaba para nada publicitar que uno de los mayores galanes de Hollywood, conocido por su apostura y belleza física, estuviera por debajo de los estándares saludables con lo cual corrió tupido velo sobre el asunto. 



Objetivo: Birmania se debe considerar como producto de su escenario histórico en su ideología de propaganda y como muestra de cine de acción instaurada en la corriente escapista pero no por ambos aspectos podemos eludir su condición de obra trabajada y conseguida en la que el diseño de producción alcanza un nivel sobresaliente, aunando la calidad de muchos aspectos que constituyen un film (iluminación, banda sonora, edición, dirección, etcétera). Sí, es una clásica historia de guerra con mensaje patriótico y con algún personaje cuya función es actuar como estereotipo pero estamos ante una buena película cuyo visionado debe hacerse en versión original de manera obligada ya que así podremos comprobar la dicción tersa de Flynn y entender la fascinación que puede llegar a causar y, además, en la versión doblada puede que los magníficos efectos de sonido se pierdan resultando una mutilación innecesaria y contraproducente para el disfrute de la obra. Esta producción bélica se mantiene vigente en su concepción y dinamismo para el público actual por continuar muchos de sus elementos y modo de desarrollarlos siendo utilizados en el cine de guerra posterior e, inclusive, contemporáneo, en este sentido, no ha perdido un ápice de su fuerza dramática y expresiva. Objetivo: Birmania es una muy buena película.

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21/5/12

Incidente en Ox-Bow


The Ox-Bow Incident, William A. Wellman, 1943, EEUU, Henry Fonda, Dana Andrews, Mary Beth Hughes.

Parábola moral y política con apariencia de "western" y, al parecer, proyecto personal de su director quien para acometerla no dudó en realizar para salvar las reticencias del productor Darryl F. Zanuck, por aquellos tiempos "jefazo" de la Fox, y como contraprestación hacia el estudio, un par de películas con reducción de salario incluida, Incidente en Ox-Bow confirmó las expectativas comerciales poco halagüeñas que le auguró Zanuck en una época marcada por el libramiento de la II Guerra Mundial y en la que el público buscaba espectáculos escapistas mientras los estudios producían filmes propagandísticos alejados del carácter sutil y sombrío de este. No obstante su tibia acogida entre la audiencia estadounidense, la propuesta recibió buenas críticas en su momento y, merced a su reposición en la TV, comenzó a adquirir un prestigio en el mentidero cinematográfico que en la actualidad se ha consolidado, convirtiéndose, por ello, en una obra que cualquier aficionado al cine debería conocer. Una buena prueba de la cinefilia de cualquier persona podría ser la presencia en sus estanterias de una copia de esta dura y concisa película.

Situada espacial y temporalmente en los contornos por los que transita el género "Western" y compareciendo algunos elementos característicos de este como los temas de la venganza o del conflicto cuasi-arquetípico entre la civilización y la barbarie así como otros de tipo formal derivados de su contexto (el "saloon", la calle principal, la partida de caza, etcétera), Incidente en Ox- Bow utiliza esta exterioridad como pretexto bajo el que desarrollar unos aspectos temáticos diferentes a los constitutivos del género, el cual no hay que olvidar estaba comenzando a asumir cierto grado de madurez desde la irrupción de La Diligencia pocos años antes y se apresuraba a  priorizar otros arcos argumentales que diferían de la acción que lo había definido hasta entonces y que hasta este momento lo relegaban a su condición de producto de entretenimiento de Serie B. Así pues, nos encontramos con una de aquellas películas que demuestran que el "Western" puede tratar con objetos adultos y desarrollar historias cuya estructura dramática se centra en la psicología de unos personajes complejos y bien definidos que se desenvuelven en una atmósfera dominada por una tensión latente y contenida, un entorno en el que se exponen problemas políticos y/o sociales. En este sentido, la película que nos ocupa sigue la corriente de ese cine social norteamericano que, según Gubern, fue interrumpida por el Senador Mc Carthy, por ocuparse el relato de un fenómeno que comenzaba a disminuir en aquellos años en los EUA pero que a lo largo de la historia de ese país se había producido con frecuencia: los linchamientos. Tema tratado por Lang a mediados de la década anterior (Furia) y que volvería a ser retomado por Hollywood a mitad de los años 50 en una interesante reflexión de los efectos que podría tener un suceso de este tipo sobre una pequeña comunidad (Conspiración de Silencio), en lo que consideraríamos una recomendable trilogía sobre el particular. Asunto que aquí se acompaña de una sutil defensa de los valores democráticos de los EEUU que se contraponen a la masa representativa del Nazismo, algo no tan alejado, como se podría pensar en un primer momento, de las producciones de propaganda  realizadas por Hollywood coetáneas a esta.


La alegoría social en forma de "western" en que se constituye este económico film, apenas hora y cuarto de sobrio metraje en el que si acaso podría haberse ahorrado la escena romántica, es asimismo una reflexión sobre la condición humana expuesta sin concesiones a través de una precisa puesta en escena. La cuidada planificación de cada escena que ejecuta Wellman en la que los elementos del medio adquieren notable fuerza expresiva, desde la labor en la iluminación cercana al "noir" desarrollada por el operador Arthur C. Miller hasta la partitura de Cyril J. Mockridge, pasando por los mismos encuadres y movimientos de cámara, hacen de Incidente en Ox- Bow un deleite para el aficionado al cine. Es curioso como la decisión de rodar en estudio la totalidad del filme, por una cuestión de costes, haga que el resultado final se beneficie de una mayor tensión por crear una sensación de opresión que conjuga con la violencia contenida que desprende el relato. Esta tensión se beneficia de los escenarios cerrados y de la dirección de Wellman en un tono "físico" dominado por los primeros planos o, al menos, muy cercanos a /o sobre los caracteres. Sin duda, el transcurrir la mayor parte de la acción durante la noche y/o en interiores dota a la propuesta de cierto pesimismo sombrío. El contorno del relato, pues, se aleja del "Western" en cuanto al uso del paisaje abierto característico del género pero no se deja de emplear como recurso narrativo, en esta ocasión de cariz triste, árido e, incluso, inhóspito. Unos decorados oscuros y tenebrosos conforman un cuadro por el que los personajes se desenvuelven de manera amenazante, unos encubriendo su individualidad en el seno de la masa y los otros aceptando con pasividad los designios de esta como hace el vaquero incorporado por Fonda cuyo carácter pusilánime le viene como anillo al dedo a este actor. Precisamente una de las piedras angulares del filme se encuentra en el elenco que interpreta a los personajes de la ficción al descansar sobre ellos buena parte del andamiaje de la propuesta. En el reparto que acompaña al apocado personaje de Fonda, destacan un buen puñado de secundarios (Jane Darwell o Marc Lawrence) o futuras estrellas (Dana Andrews) de entre los que sobresalen Frank Conroy con su composición del Mayor Tetley que ejerce de cabecilla del grupo justiciero y Anthony Quinn como uno de los acusados. También se pueden constatar las dotes para la comedia de Harry Morgan (por aquellos tiempos Henry), años más tarde el Comandante Potter de la serie televisiva M*A*S*H. Incluso, aparece brevemente la Malvada Bruja del Oeste, Margaret Hamilton y el hermano de John Ford, Francis.


Historia en la que no existen héroes y demostración fehaciente de que a través del "Western" se pueden abordar temas importantes, Incidente en Ox- Bow es una película de una vigencia absoluta tanto desde el punto de vista formal como desde su vertiente social y sobre esto último solo cabe mencionar la propuesta que nuestro Ministro de Justicia actual presentó a los medios hace escasas fechas, una herramienta penal denominada custodia de seguridad, lanzada en un momento en que la postura populista así parece exigirlo.

Otras películas con la turba como protagonista comentadas en este blog:

http://imprescinedible.blogspot.com.es/2010/12/furia.html

http://imprescinedible.blogspot.com.es/2008/11/mel-vampiro-de-dsseldorf.html


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13/5/12

Cleopatra Jones


Cleopatra Jones, Jack Starrett, 1973, EEUU, Tamara Dobson, Bernie Casey, Shelley Winters.

Encuadrada en aquellas películas de tipo comercial realizadas en la década de los 70 por profesionales de color y destinadas al público afroamericano de los EUA y al que se clasifica como "blaxploitation", la primera aventura de esta superagente especial cosechó cierto éxito en el momento de su estreno, el cual derivó en una secuela un par de años más tarde, y en la actualidad es una de las muestras más recordadas del género. Y ello pese a tratar ciertos aspectos comunes a esta clase de películas de manera más suavizada (especialmente el sexo) a como se abordan de manera habitual en ellas o a no extraer todo el potencial del entorno urbano en el que se suelen desarrollar las peripecias de los personajes de estas ficciones, por poner dos ejemplos. Aun así, la propuesta se conforma con naturalidad dentro del campo citado por su temática y su estética, sin lugar a dudas. El "blaxploitation" continúa las líneas trazadas por el cine de acción blanco de la época pero traslada el epicentro del relato al gueto negro, contexto dominado (siempre) por la presencia de las drogas y que sirve para plasmar la violencia gráfica imperante en la cartelera de aquellos tiempos (Harry, El Sucio y/o Contra El Imperio de la Droga, sin ir más lejos) pero con personajes negros cuyas actitudes representan el sentimiento de una comunidad y sus manifestaciones, tanto verbales y actitudinales como estéticas, son una muestra de afirmación racial que funciona como imagen identitaria del grupo social. Explicado el primer término del vocablo ("blax") cabe hacer referencia al segundo ("exploitation") que define a aquellas películas que intentan extraer el máximo rédito comercial a cierto elemento morboso que presentan, usualmente sexo y violencia aunque también un filme puede intentar explotar la presencia de cierto actor o acontecimiento social (podríamos citar, por la multiplicidad de posibilidades, una infinidad de subgéneros desde el "gore" hasta el canibalismo, pasando por las películas de cárceles de mujeres- que se lo pegunten a Jonathan Demme o a la misma protagonista de este film- y, en fin, un largo etcétera). Así pues, las "blaxploitation" se sitúan como productos protagonizados y elaborados por los negros estadounidenses en los que el sexo y la violencia obtienen un rol predominante.


Es evidente que el comienzo de la adquisición de cierto estatus económico por algunos sectores de la población afroamericana convertía a este grupo social en objetivo de mercado con un estimable potencial y el cine como industria no es ajeno a las oportunidades de negocio que se le presentan. La Metro hizo diana un par de años antes con Shaft y ahora la Warner lo intentaba con un carácter protagónico femenino en lo que se confirmaba como una estrategia comercial para ocupar cuota de mercado. Las películas "blaxploitation", en su mayoría, eran distribuidas, producidas y controladas por blancos y otras como la seminal e irreverente Sweet Sweetback's Baadasssss Songse confirmaban como excepciones polémicas. En cualquier caso, el nacimiento y desarrollo del "blaxploitation" permitió la irrupción de directores contemporáneos como Spike Lee y marcó a otros como Quentin Tarantino. Hay que recordar que este último no dudó en rendir tributo al género a finales de los noventa con Jackie Brown para la que rescató a la "Reina del Blaxploitation", Pam Grier. Precisamente la actriz que encarna a Cleopatra Jones, la malograda modelo Tamara Dobson, es, quizá y pese a no tener ni mucho menos una fructífera carrera en el celuloide, la única fémina que podría disputar el trono de Grier (y eso a pesar de que, a diferencia de esta, no era proclive a mostrar ciertas partes de su anatomía en pantalla).

Moviéndose en las coordenadas del "blaxploitation" pero de una manera más dulcificada, como se ha apuntado más arriba,  el guionista Max Julien (actor de otra de las más celebradas producciones del género, The Mack) construye una historia que parece adoptar un tono distante e, incluso, autoparódico hacia el mismo género por momentos (con personajes tan excéntricos como el incorporado por la mismísima Shelley Winters, una lesbiana ninfómana que ejerce de "capo" de la redes de tráfico de drogas, o su rebelde delfín Doodlebug, obsesionado con su pelo e interpretado por Antonio Fargas, un clásico del "blaxploitation" que tocaría el cielo con su magnífico homosexual en Car Wash unos años más tarde) y, en otras ocasiones, semeja una crítica y/o burla al estereotipo femenino con ese juego exagerado que suponen los paseos por la calle de la protagonista o los efectos que causa esta en los hombres que la miran. El hecho diferencial de este filme es su feminismo militante. Aunque la propia Dobson quitara importancia al asunto, el papel otorgado a las mujeres en esta película es preeminente y no únicamente por situarlas como caracteres protagónicos de la acción sino por expresar de manera clara y contundente que una mujer puede ser independiente además de dura, audaz, hábil e inteligente como lo pudiera ser cualquier hombre. Si consideramos los dos personajes femeninos negros con significación en el relato podemos inferir la anterior afirmación ya que Tiffany, la amante de Doodlebug incorporada por la frágil Brenda Sykes, a quien este colma de regalos y de dinero para comprarlos, no encuentra la felicidad en el regazo materialista pero cerrado y opresivo del traficante en lo que se puede interpretar como metáfora de los roles de género tradicionales de la sociedad patriarcal occidental (y de la cultura afroamericana); y no hablemos de la personalidad arrolladora de la heroína de la aventura, una mujer total que se comporta muy segura de sí misma. En contraposición a las mujeres negras encontramos a la desmesurada Mommy, la matriarca blanca de la producción y distribución de la droga por los barrios negros que si bien también actúa con un comportamiento autodeterminado y extraño al poder masculino, sucumbe a la posibilidad de hacer dinero y alcanzar estatus económico aun a costa de agravar los problemas sociales del gueto con la introducción de los estupefacientes o se muestra capaz de sacrificar cualquier vida humana que se oponga a sus intereses. En este sentido, la película de Cleopatra Jones se confirma como afirmación racial situando a las mujeres negras como fieles a sus principios morales y representando a la matrona blanca como persona amoral ávida de poder, dinero y sexo y que opera como mecanismo de esa afirmación étnica de negritud. Por ello, Tiffany estará corroída por los remordimientos de utilizar el dinero "manchado", Cleopatra se dedicará en cuerpo y alma a luchar contra el tráfico de narcóticos y Mommy intentará sacar el máximo beneficio de esta actividad.


Como se puede comprobar el subtexto de esta "blaxploitation" presenta una riqueza que trasciende los presupuestos del género al aportar estas connotaciones feministas a las habituales de expresión de sentimientos raciales. De ello, podemos colegir la traslación de la respuesta a James Brown que grabara a mediados de los 60 Irma Thomas, It's a Man's- Woman's World, a la gran pantalla en la que la mujer negra reclama su lugar en condiciones de igualdad en la sociedad. Y ya que estamos con música, es inevitable hacer mención de la banda sonora cuando se trata cualquier "blaxploitation", esta viene firmada por el trombonista J. J. Johnson y en su tema principal destaca la poderosa y personal voz de Joe SimonCleopatra Jones es más que el celebrado desfile de ropa que luce Tamara Dobson, cortesía del prestigioso modisto Giorgio (di) Sant' Angelo, por el que se la suele recordar y sobrepasa la mera catalogación de James Bond femenina ( o álter ego de Shaft) con que también se la  despacha con asiduidad. Si bien es cierto que no estamos ante una gran película, la singularidad de la propuesta con ese rabioso rol concedido a la mujer, se complementa con un ritmo rápido que concatena las situaciones con agilidad y que es coronado con una espectacular persecución automovilística (los amantes de los coches podrán disfrutar del deportivo de la agente especial, un Corvette), elementos que dotan al resultado final de cierto atractivo pese a que en el otro lado de la balanza encontremos otros aspectos que le impidan alcanzar mayores cotas (entre ellos un anticlimático final que sirve para introducir otra escena de lucha marcial y de pelea callejera o la presencia de ciertos estereotipos comerciales como el racista policía blanco). Si obviamos los innegables deméritos del film o, al menos, los contraponemos con los valores expuestos a lo largo de esta reseña, obtenemos una aceptable película que nos distraerá a lo largo de su metraje y que nos puede servir para acercarnos a un subgénero que en la actualidad cuenta con su grupo de seguidores que, dicho sea de paso, va más allá de la población a la que originalmente iba destinado. Una forma de hacer cine que ha dejado alguna propuesta interesante como las mencionadas Sweet Sweetback's Baadasssss Song y Car Wash o la primera entrega del duro detective Shaft, quizá la película más conocida de este tipo, u otras como El Color de la Piel.

Otros "blaxploitation" comentados en el blog:

http://imprescinedible.blogspot.com.es/2011/04/shaftlas-noches-rojas-de-harlem.html

http://imprescinedible.blogspot.com.es/2011/02/shaft-en-africa.html

http://imprescinedible.blogspot.com.es/2011/06/shaft-vuelve-harlem.html


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6/5/12

Yo anduve con un Zombi



I Walked with a Zombie, Jacques Tourneur, 1943, EEUU, James Ellison, Frances Dee, Tom Conway.

El ciclo que sobre el horror (por seguir la nomenclatura anglosajona) el productor Val Lewton inauguró dentro de la RKO con La Mujer Pantera un año antes de esta película  continúa con esta propuesta que ahonda en las características formales ya expresadas con rotundidad en la obra citada y que generan la creación de una atmósfera inquietante por la que transpira un terror sutil. De absoluta vigencia hoy día, como así lo demuestra la constante presencia de ciertos elementos puestos en liza  por el equipo de Lewton en las actuales producciones de terror (solo hay que recordar el paseo entre las plantaciones de azúcar de este film o la persecución, también de noche, en La Mujer Pantera), los presupuestos estilísticos del productor ayudaron a redefinir el género pues esta serie de películas, de entre las cuales la que nos ocupa es la segunda, supone otra forma de acercarse al género en la que el miedo o, cuando menos, el estado anímico de inquietud buscado en el espectador, se forma a partir de lo sugerido. La presencia constante de una amenaza en estado latente se construye, desde el punto de vista formal, con un magistral empleo de la iluminación y un exquisito sentido en el uso de la banda sonora (incluyendo sus silencios), elementos ambos que dotan al fuera de campo de una preeminencia capital en el resultado final. Pero además, el aspecto visual se adereza con una riqueza temática (las connotaciones sexuales de la primera entrega, aquí las referencias a la esclavitud sobre las que volveremos) que se sitúan de manera continuada en el territorio entre la realidad y la irrealidad, guardando un difícil equilibrio entre esta dualidad polar y, moviéndose, por tanto, siempre dentro del campo de juego de la ambigüedad. Un terreno amplio y complejo en el que los contrarios se nivelan en la percepción del espectador y ciencia-superstición (o acaso ciencia de cultura no occidental) o medicina-magia (o puede que medicina de una cultura diferente a la nuestra) o lo terrenal y lo sobrenatural actúan como pares unidos que el público no puede desligar para tomar posicionamiento hacia uno de sus elementos. Por ello, el efecto generado adquiere una tonalidad mágica, constatándose algo fantástico que subyace en la historia. Extraña sensación experimentada por el espectador que lo cubre de inquietud al plantearse la existencia de un poder taumatúrgico, reflexión que en el caso de una persona educada en la sociedad occidental  no puede sino causar cierta zozobra.


Buena parte de responsabilidad en esta especie de resquebrajamiento en las creencias positivistas viene originado por la respetuosa exposición que de los rituales vudú se hace en la narración (que, por tanto, aumenta la plausibilidad de sus consecuencias) y en la posibilidad insinuada (o al menos potencialmente interpretable) sobre la maldición que recae en la familia terrateniente por la injerencia de uno de sus miembros en esas ceremonias. El tratamiento considerado hacia una religión distinta de la cristiana se completa con una singular deferencia respecto a los personajes negros, presentados y desarrollados con respeto y huyendo del estereotipo en boga en los años de realización del filme (y aún en la actualidad perduran vestigios de las caracterizaciones de negro gracioso).Y esto en unos tiempos en los que las leyes Jim Crow dominaban la vida social en el sur de los EUA, perpetuando jurídicamente la segregación racial sufrida por los negros. La película incrementa su abundancia de aspectos interesantes con las alusiones antes mencionadas en torno a la esclavitud y su miseria (el nacimiento de los niños se recibe con sollozos) y por mostrar el sistema de clases racial imperante en la isla. Curiosamente, la película que se muestra muy progresista en este sentido, no ofrece la misma cara en cuanto al adulterio o a la concepción de la unidad familiar. 

Las condiciones impuestas por el estudio a la unidad comandada por Lewton, entre las cuales podemos citar las limitaciones presupuestarias (con las consecuencias de la reutilización de decorados de otros filmes de la RKO o la contratación de actores no demasiado conocidos, por ejemplo) y de duración de las películas (poco más de una hora), no fueron óbice para elaborar unas producciones con una riqueza visual y temática profundas por parte del productor y su equipo. Es más, puede que, incluso, aquellas restricciones se convirtieran en oportunidades al otorgar su cumplimiento de total libertad al productor para poner en práctica su manera de entender el género, una interpretación que se complementaría, particularmente, con la del director Jacques Tourneur en el principio del ciclo. La concepción del terror de ambas personalidades pivota sobre la sugerencia, recurso acaso utilizado por las constricciones económicas, elemento que encuentra su expresión en una iluminación de tono bajo. Las relaciones con otro de los géneros que mejor se desenvuelve en la ambigüedad, el "noir", se hace evidente con este contraste lumínico entre zonas claras y oscuras y con otro aspecto común a las ficciones de Lewton: el determinismo al que se ven abocados los personajes, víctimas de maldiciones ineludibles originadas en forma de leyendas medievales o de encantamientos mágico-religiosos. El cine destilado por Lewton (y Tourneur) en este período está emparentado con el cine negro el cual comenzaba a disfrutar de su época clásica por estas fechas.

Si bien es cierto, como se ha apuntado, que en Yo anduve con un Zombi se siguen las constantes estético-formales incorporadas en La Mujer Pantera, se abandona el entorno urbano en que se desarrolla esta para situar la acción en un ambiente exótico pero que, sin embargo, no deja de enfrentar a los protagonistas (y, por ende, a los espectadores) con la realidad de sus propias pulsiones. En este sentido, la amenaza puede provenir del mismo ser humano y no de monstruos licántropos o vampiros, aberraciones que hasta ahora poblaban el género. Llegados a este punto hay que hacer una apreciación sobre el zombi planteado en esta película ya que su caracterización se aleja de la concepción que tiene el público contemporáneo y que fue popularizada por George A. Romero en La Noche de los Muertos Vivientes en 1968. Aquí, un zombi es un muerto en vida que se desenvuelve en estado perpetuo de sonambulismo, alguien carente de voluntad propia más próximo al Cesare de El Gabinete del Doctor Caligari que a los personajes de la cinta de Romero y todos sus herederos comedores de carne humana. En este sentido, el filme que nos ocupa maneja el concepto por el que se entendía al zombi en su época de realización y que ya se había explicitado en la considerada primera película del subgénero zombi una década antes, la producción de la Universal White Zombie, y que no dejaba de ser un paso lógico en la búsqueda de nuevos engendros que hicieran perdurar el éxito de los monstruos clásicos de este estudio, los cuales, dicho sea de paso, estaban siendo sobreexplotados como cualquier franquicia. Trabajos sobre la exótica y misteriosa religión vudú como el del peculiar William Seabrook a finales de los años veinte originaron  material terrorífico con el que intentar crear unas nuevas criaturas para asustar y entretener al público de la Depresión. E, incluso años más tarde, ya hacia finales de la década de los cuarenta, la transgresora Maya Deren acudió en varios ocasiones a Haití para la investigación y filmación sobre las prácticas y rituales vudú. Es evidente que el vudú ha seguido ostentando cierto predicamento en el medio cinematográfico y en el género del terror y/o en el fantástico, apego ejemplificado en La Serpiente y el Arco Iris, película  firmada por uno de los directores actuales más reconocidos dentro del género, Wes Craven.


La traslación que de la novela gótica llevan a término Lewton y Tourneur, sustituyendo el castillo o mansión por la hacienda colonial, mantiene el tono romántico inherente a este tipo de literatura, así como también está presente la opresión que por las convenciones sociales sufren los personajes y que hará que estos vivan dominados por una tensión latente pero permanente a lo largo del relato. El tono pesaroso de la atmósfera que domina la narración ya es introducido de manera directa mediante la irrupción del terrateniente encarnado por Tom Conway en el inicio del filme, generándose así un estado de tensión expectante en el espectador ya desde ese instante. Estado anímico que se acerca a la máxima inquietud en dos momentos inolvidables, a saber, el primer encuentro en la torre entre paciente y enfermera y el paseo nocturno a través de los senderos de la plantación de azúcar coronado con el primer plano del personaje incorporado por Darby Jones, una imagen, sin duda, indeleble e impactante y por la que muchos recuerdan esta producción. Considerados estos picos que ejemplarizan la maestría en el empleo de los recursos del medio cinematográfico, no cabe más que constatar que Yo anduve con un Zombi completa la propuesta de Lewton por acercarse al terror de manera más sutil, apoyándose en la creación de una atmósfera inquietante para cuya construcción se hace hincapié en los elementos citados: iluminación de fuerte contraste (en esta ocasión el operador es J. Roy Hunt), banda sonora entendida en sentido holístico, es decir, partitura (aquí firmada por Roy Webb), efectos de sonido y silencios; conferir al fuera de campo máxima expresión dramática y situar y mantener al público en la línea fronteriza entre lo terrenal y lo sobrenatural, lo real y lo fantástico. Película que, a pesar de su aparente sencillez y de su economía, dispone de una rica y copiosa textura formal y temática y que debe ser paso obligado para comprender la evolución de uno de los géneros que más éxito ha tenido y tiene entre los aficionados al cine. Un filme imperecedero como atestiguan las marcas que ha dejado en el camino de las películas de miedo y, que aún hoy día, continúan alumbrando el sendero por el que transitan muchas de estas pero, eso sí, dejando en la más completa oscuridad todo lo que acaece alrededor de la senda abierta.


Reseña en este blog de la película inaugural del ciclo de horror de Val Lewton en la RKO:

http://imprescinedible.blogspot.com.es/2012/03/la-mujer-pantera.html

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1/5/12

LA MALDICIÓN DE LIEBSTER




Por fin. Cerré la puerta, apoyé la espalda en ella y comencé a desenvolver el paquete que tenía en mis manos. Allí estaba aún con el papel marrón medio cubriéndola, resplandeciendo con un fulgor desproporcionado para la poca luz que se filtraba por las persianas cerradas, allí estaba iluminando la penumbra de la habitación: la estatuilla que todos ansiaban, el ídolo que todo el mundo deseaba...

Me había costado mucho, enfrentarme

con tipos muy duros
con criaturas que me persiguieron desde el confín del mundo

o que vinieron desde el fin del Universo
El Gordo

 pero yo y solo yo lo tenía en mi poder. Había podido conseguir lo que








deseaba, algo cuyo valor no se podía cuantificar, algo por lo que él y muchos más estarían dispuestos a pagar hasta el infinito. El corazón me latía con fuerza, las manos apenas podían sostener la figura, las piernas me temblaban y todo mi cuerpo se estremecía sobrecogido por un sudor frío. Pensé en todo lo que había perdido
a ella 
o las situaciones por las que había tenido que pasar,
ridículas

dantescas


o terroríficas

Por no hablar de mi encuentro con

Él

 o tener que soportar la fuerza y el poder de  





de quien
conseguí escapar de manera milagrosa.



Ni siquiera Ella
La Gran Bruja,


consiguió detenerme, gracias al poder que me otorgaron http://ciclos-decine.blogspot.com.es/


Ahora nada ni nadie podría impedirme disfrutar del momento, del goce supremo que me proporcionaba la posesión del objeto más codiciado: el premio Liebster.






                                                          La cima del mundo era mía.

Súbitamente algo comenzó a ir mal, mi cabeza giró y giró sobre si misma mientras una canción la golpeaba insistentemente, no podía recordarla bien pero la melodía irrumpía una y otra vez con fuerza...el ídolo que aún sostenía entre mis manos comenzó a arder. Lo dejé caer involuntariamente aunque no se rompió. La figura, en el suelo, adquiría un tono rojizo anaranjado más y más vivo e iluminó el horror presente en la habitación:

Allí estaban los instrumentos del Mal

Aquello solo podía significar que estaba inmerso en una lucha que me superaba, la  prueba definitiva de que algo muy poderoso estaba en liza, algo que un simple mortal como yo no podía desafiar. Había cometido un gran error, había osado adentrarme en un territorio prohibido del que ni tan siquiera alguien con un 


código como el suyo,


podía salir bien librado. No era necesario recurrir a nadie aunque ya estuviera en camino pues




ni el mejor  de los ejércitos podía combatirlo


más bien, todos las armas humanas se me antojaban irrisorias para hacer frente a esta batalla de proporciones gigantescas, la lucha de las fuerzas cósmicas que se libraba iba más allá de todo lo imaginable...en ese instante reconocí la canción que martilleaba mi cabeza:


y comprendí que la cadena de locos que suponían todos los acontecimientos en los que me había visto envuelto para conseguir la poderosa figura, tenía que continuar y solo podía recurrir a:

http://soulyotrosalimentosdelalma.blogspot.com.es/ aunque hace algún tiempo que no sabemos nada de él,


http://coleccionistatebeos.blogspot.com.es/ con su ardua labor de mantenernos al día y más,

http://www.pepetarga.com/ doy fe de sus habilidades en el quirófano,

http://yonomatealcine.blogspot.com.es/ sin aspavientos y por aquello de poner dos de cine.

Ellos puede que lo consigan, en sus manos está nuestro destino.


No quiero dejar pasar la ocasión que supone esta original y divertida propuesta de la que David ( http://ciclos-decine.blogspot.com.es/  ) me ha hecho partícipe para nombrar una iniciativa que ya lleva algún tiempo y a la que no he concedido el premio por no constar su número de seguidores y porque, supongo, los autores tendrán dificultades en escoger otras cinco bitácoras al tener restringido o prohibido navegar por la Red. Me refiero a http://lavozdelmako.wordpress.com/ . Asimismo, dada la proliferación de blogs, muchos de ellos, muy, pero que muy "currados" y otros tantos de una calidad elevada, me parece harto difícil e, incluso, un poco injusto seleccionar solo cinco...¡se han quedado tantos en el tintero!. Pero bueno, Liebster tiene sus reglas:
1.- Copiar y pegar el premio en tu blog y enlazarlo al blogger que te lo otorgó.
2.- Señalar tus cinco blogs preferidos con menos de 200 seguidores y escribir comentarios en ellos para que conozcan el premio.
3.- Esperar a que esas bitácoras continúen con la cadena  y escojan sus 5 blogs.

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