29/3/10

Rebelión A Bordo



Mutiny on The BountyFrank Lloyd, 1935, EEUU, Clark GableCharles LaughtonFranchot Tone.

Cine clásico de Hollywood con sus virtudes y defectos para bien o para mal ésta entretenida superproducción de aventuras de la Metro obtuvo un espectacular triunfo en las taquillas y recibió buenas críticas, consolidando al estudio como la productora de grandes fastos que supo darle al espectador de la época su tan necesitada dosis de escapismo (la Gran Depresión seguía coleando en los EEUU) y, por otra parte, le permitió obtener unos réditos económicos elevados al mismo tiempo. Puro espectáculo que reúne escapismo y beneficio económico a través de un alto coste de producción pero con gran recaudación en taquilla (la película costó cerca de 2 millones de dólares y recaudó más del doble aquél año), sin duda la filosofía de Irving Thalberg (productor en la sombra del filme) llevada hasta sus últimas consecuencias. La carrera comercial del filme se vio coronada con el Oscar a La Mejor Película y unas cuantas nominaciones, entre ellas las de Actor a sus tres intérpretes principales, única ocasión hasta la fecha en que se ha producido ésta situación en la historia. En la edición siguiente y para evitar la división del voto entre actores de un mismo filme se creó el galardón que premia al Mejor Actor de Reparto.

La más cara producción de la MGM hasta aquél instante adapta los dos primeros volúmenes de la trilogía que sobre el famoso motín acaecido a finales del siglo XVIII escribieron Charles Nordhoff y James Norman en 1932, novelas que ficcionalizan el suceso real, por ello el filme es una exageración dramática. Dramatización de los hechos que sirve para crear un antagonismo exacerbado entre el Capitán Bligh, un ser cruel y tiránico obsesionado con el deber, y su Primer Oficial Fletcher Christian, un tipo ecuánime que también está sujeto a la jerarquía castrense de la Marina Británica y cumple con sus deberes de manera ejemplar hasta el incidente que colma el vaso de su paciencia. Este enfrentamiento moral entre los dos personajes está excepcionalmente bien retratado en la primera parte de la película con una atmósfera de tensión entre ambos in crescendo y un sentido del suspense excelente, mérito incontestable del filme ya que por su propio título sabemos que la rebelión va a estallar en cualquier momento y virtud que hace que nos mantengamos atentos al desarrollo del conflicto. Sin duda la eficacísima dirección de Lloyd (director especializado en el género) y sobre todo la encumbrada interpretación de Laughton (que consigue uno de los villanos más recordados de la historia del cine) son dos aspectos fundamentales para cimentar una muy buena primera parte de la película.

La visión romántica de los hechos nos viene en la segunda parte en la que la Bounty llega a Tahití. Es evidente que la fidelidad a los hechos históricos aquí es lejana, es poco creíble que los marineros desembarquen y mantengan una relación tan bucólica con los nativos y nativas de la isla, pero en fin, es cine clásico y el romance tiene que llegar. Además, la experiencia real de la Isla Pitcairn, lugar en el que se refugiaron los amotinados con unas cuantas mujeres nativas y algún nativo llevados a la fuerza, no parece corroborar el ambiente idílico mostrado en la película, sólo cabe recordar que los que llegaron a Pitcairn acabaron matándose unos a otros. Aún así, ésta parte del film consigue crear un contraste entre el tenso y opresivo ambiente que se vive en el buque y el plácido y lúdico que se disfruta en la isla, contraste entre la vida en alta mar y la libertad terrestre que parece ser en la verdadera historia del motín tuvo algo que ver con el desarrollo de los acontecimientos. Quede como apunte destacable la referencia involuntaria a la bisexualidad del personaje interpretado por un correctísimo Gable, que se consolida como el auténtico Rey del Hollywood de aquellos años (un homófobo recalcitrante,  por cierto) y el de Franchot Tone.


En cuanto a la parte final del filme, la más valorada por muchos, a mí me parece precipitada aunque cuenta con uno de los momentos álgidos del relato, no ya la rebelión en si, es decir cuando el drama se desencadena, sino la épica travesía que lleva a buen puerto el Capitán Bligh, abandonado en una chalupa en ninguna parte del océano con los hombres que le han permanecido fieles, en ésta situación se muestra un personaje obstinado y consecuente con sus valores, los cuales sigue hasta las últimas consecuencias, además de ensalzar su mérito cómo marinero (virtud que según parece es verídica). Rompo una lanza por la primera parte en la que el sentido del ritmo a través del montaje (cuando la fragata zarpa de Inglaterra, por ejemplo) y la recreación en la descripción de los actos cometidos por el Capitán Bligh, lejos de ser redundante, nos sirve para retratar el tenso ambiente, crear el antagonismo necesario para comprender la evolución de Christian y para conseguir algo que sólo el cine clásico puede y sabe conseguir: la identificación con los personajes.

Producción que combina acción, suspense y entornos exóticos, es decir, género de aventuras en estado puro: personajes que se mueven por su sentido del honor, localizaciones reales (el equipo marchó a Tahití para rodar), sentido del ritmo y tema universal e intemporal (la revolución o rebelión) aderezados todos estos elementos con una fidelísima reconstrucción histórica no de los hechos relatados sino del contexto físico: el barco es exactamente igual que el verdadero, los uniformes son réplicas miméticas de los de la época en que sucede el relato, hasta Gable se tuvo que afeitar el bigote porque los marineros de la Armada Británica del siglo XVIII lo tenían prohibido (a pesar de ello el magnetismo de este actor no deja de refulgir). Y no olvidemos el paralelismo que los espectadores de los años 30 podían hacer entre ellos (los marineros) y la economía (el Capitán Bligh).

Para casi todo el mundo ésta es la mejor versión realizada sobre los libros de Nordhoff y Norman (la de 1962 con Marlon Brando y Trevor Howard como Christian y Bligh, respectivamente, y la de 1984, Mel Gibson y Anthony Hopkins en los papeles principales, son las otras más conocidas) pero no es la primera que adapta las novelas: un filme australiano rodado un par de años antes y protagonizado por Errol Flynn (!!) ya lo había hecho y aún con anterioridad el cine silente se acercó a esta historia que no a la dramatización de los autores mencionados. Sin duda, la que nos ocupa es una película fresca y amena que entretiene a pesar de sus altibajos y sus dos horas largas de metraje, en éste caso las virtudes del cine clásico prevalecen sobre sus defectos.

17/3/10

La Comedia De Los Terrores



The Comedy of TerrorsJacques Tourneur, EEUU, 1964, Vincent PricePeter LorreBoris Karloff.

Estupendo homenaje-parodia del cine de terror protagonizado por un elenco impresionante de iconos del género y dirigido por otro ilustre e importante director en la que sería su penúltima obra, La Comedia de los Terrores desde su exageración burlesca se erige en todo un espectáculo de diversión auspiciado por Samuel Z. Arkoff uno de los"capos" fundadores de la productora especializada en filmes de bajo presupuesto American International Pictures.

Precisamente, muchos de los elementos que se constituyeron en marca de fábrica de esta compañía y muy especialmente en lo que respecta al ciclo de Corman-Poe, están presentes en La Comedia de los Terrores: uso del color, nieblas o ataúdes entre otros. No en vano, Arkoff se rodeó de un equipo fijo de colaboradores que supieron dotar a sus producciones de un inconfundible estilo que la coronan como una de las productoras más interesantes de la historia. La AIP llegó a ser considerada como la Hammer americana y concibió grandes éxitos de Serie B con unas temáticas originales (cine juvenil -de bandas, de "surfers"-, cine de horror o "Sci-Fi" con el mencionado Roger Corman a la cabeza y/o la distribución de cine fantástico japonés en territorio USA).

Entre las múltiples cualidades de esta obra menor destacan las extraordinarias interpretaciones (el gran Vincent Price nos deleita con una afectada e histriónica actuación que encaja de manera magnífica con el tono del filme y con su propio personaje: un tipo al que el sarcasmo le rezuma por todos los poros, avaro y egoísta donde los haya), la combinación exquisita de puesta en escena (la película tiene un aroma teatral evidente) con movimientos de cámara elegantes y uso del zoom tan en boga en la época y de la cámara rápida para acrecentar el efecto cómico de algunas situaciones, los acertados decorados de aire expresionista con reminiscencias a clásicos del género (Nosferatu), la banda sonora de Les Baxter perfectamente integrada como elemento festivo en el conjunto de la película que consigue realzar su cariz lúdico-burlesco, un postrero auto-homenaje del director con los títulos finales siguiendo a la estrella felina del celuloide Orangey (quien cuenta en su haber con una importante filmografía entre la que destaca El Increíble Hombre Menguante), los mismos títulos de crédito, el divertido guión del gran Richard Matheson (autor de la novela de Ciencia-Ficción Soy Leyenda y de los guiones de El Diablo sobre Ruedas o la citada El Increíble Hombre Menguante, entre otras), el característico uso del color tan propio de la American International Pictures, la expresiva fotografía de Floyd Crosby (colaborador de Murnau en Tabú) ...en fin, un sinnúmero de factores hacen de este film una joya a descubrir o a revisitar según el caso.

El exagerado tono buscado con tanto acierto desde el guión hasta la dirección pasando por las interpretaciones y la música, nos permite situar el filme como parodia o farsa, logro antagonista a la temática de la obra en la que la muerte y el asesinato son eje central de la acción, hecho difícil de conseguir y que todo el equipo pretende y alcanza resultando otro elemento que distingue y eleva a la película como producto altamente recomendable sin olvidar que la pléyade de actores del género homenajeado que se dan cita es impagable...sin duda los amantes del horror disfrutarán de esta magnífica película aunque se trate de una comedia.



Las imágenes y el vídeo se han encontrado en la Red tras búsqueda con Google y su utilizan únicamente con fines de ilustración. Los derechos están reservados por sus creadores.

11/3/10

El Capitán Blood



Captain BloodMichael Curtiz, 1935, EEUU, Errol FlynnOlivia De HavillandLionel Atwill.

Quintaesencia del género de aventuras la producción que la Warner lanzó cómo respuesta a Rebelión a Bordo de la rival MGM supuso el inicio del éxito del subgénero de capa y espada y catapultó hacia el estrellato a su actor principal, Errol Flynn, un neófito de origen australiano que con su primer papel principal ya definiría su iconografía de manera definitiva cara al público, una imagen que se encargaría de adornar él mismo con la manera de conducirse en su vida privada. Además, la película es la primera en la que el actor y  -la también casi novata- Olivia De Havilland comparten rol principal (hasta ocho veces llegaron a ser pareja protagonista) y la primera de la docena en la que el realizador Michael Curtiz y Flynn trabajaron juntos (a modo de curiosidad cabe decir que los dos se llegaron a casar con la misma mujer, la actriz Lili Damita).

El eficaz artesano Michael Curtiz firma un entretenido aunque largo producto, que incluye luchas a muerte con espada, abordajes, bombardeos a ciudades y una subtrama romántica, y que se erige en un auténtico espectáculo escapista en una época en la que la Gran Depresión aún estaba muy presente para los norteamericanos, y todo ello utilizando material de películas mudas e incluso maquetas para abaratar costes. Quizás el paso del tiempo haya afectado a algunos elementos, como los personajes secundarios, o el resultado sea un tanto irregular por su duración (para el que suscribe los films de éste género suelen tender a hacerse un pelín largos) pero El Capitán Blood aún sin ser, ni mucho menos, la primera película de aventuras (sin ir más lejos es una versión de la homónima producción muda de 1924) puso las bases para todo un género que ha conseguido (y consigue) entretener a muchos espectadores y ello es por algún motivo o un compendio de ellos. La discreta pero eficaz dirección de Curtiz, la utilización ejemplar de pocos escenarios, la reconocida banda sonora de Erich Wolfgang Korngold (quien aquí compuso su primera partitura original para la gran pantalla), la fotografía clara y limpia, el código de honor desplegado por el personaje principal y/o la química entre y de la pareja protagonista.

Mención aparte merece Errol Flynn, intérprete que con su presencia domina la película y se consagra cómo digno heredero de Douglas Fairbanks. Sin duda la arriesgada decisión del productor Jack Warner de otorgarle a Flynn el papel protagonista fue de las más acertadas de la historia del cine, hasta tal punto que la película se recuerda cómo film de estrellas cuando en realidad tanto Errol cómo Olivia De Havilland eran desconocidos por aquellas fechas. Una elección sustentada en la búsqueda de rendimiento económico ya que con actores desconocidos se ahorraba en sueldos y propiciada, por otra parte, por la negativa de Robert Donat a encarnar al personaje que finalmente recayó en Flynn.


En unos tiempos como los actuales plenos de "remakes" la Warner ha anunciado para el 2011 una nueva versión de El Capitán Blood, veremos si sabe capturar el espíritu de aventura cómo ésta que nos ocupa o se queda cómo mero juego de artificio.