18/3/12

El Coleccionista



The Collector, William Wyler, 1965, EEUU-GB, Terence Stamp, Samantha Eggar, Mona Washbourne.

En las postrimerías de la filmografía de William Wyler encontramos este ejercicio psicológico cuyo brillante resultado no disimula la dificultad para llevarlo a buen término. Con dos personajes sobre los que, básicamente, recae todo el peso de la narración y desarrollándose esta en escasos escenarios, el realizador consigue crear una atmósfera asfixiante y mantener una tensión continua merced a su capacidad cinematográfica, habilidad ya demostrada, por otra parte, en numerosas ocasiones a lo largo de su importante trayectoria profesional.



Reconocida hoy día como clásico menor respecto al conjunto de la obra de Wyler, El Coleccionista es otra muestra de la técnica depurada de la que - casi- siempre hace gala el cineasta de origen europeo, un realizador que cuidaba la puesta en escena con esmero y que desplegaba un notable buen gusto en la planificación visual de sus filmes. Precisamente en esta lúgubre y claustrofóbica historia, las estudiadas composiciones tan características de Wyler otorgan a la narración tensión dramática y permiten explicitar las emociones de los personajes. Este cuidado del detalle a través de los encuadres elegidos o los movimientos de los actores subrayan el cariz psicológico del filme y elevan el resultado final del mismo.


William Wyler consigue capturar el entorno enrarecido y perturbador de la historia, cuya fuente original es la primera novela del escritor inglés John Fowles, y desarrolla un tratamiento de los personajes magnífico desde su habitual frialdad que, en esta ocasión, le sirve como distanciamiento emocional hacia ellos, derivándose una imparcialidad que aumenta la inquietud angustiante del relato. No obstante no tomar partido por ningún protagonista, el director consigue crear una famosa, reconocida y estupenda escena por la que provoca en el espectador una respuesta emocional digna del más puro suspense. Esta equidad afectiva respecto a los dos caracteres protagónicos se despliega, curiosamente, empleando una ocularización interna, es decir, un punto de vista visual del relato que corresponde al personaje masculino, llegando a utilizarse, en determinados momentos de la acción, algunos planos subjetivos. Con este recurso, Wyler posibilita el mayor conocimiento del perfil obsesivo del tímido y reprimido ex-empleado de banco que encarna un excepcional Terence Stamp (una interpretación inolvidable que agota todos los epítetos positivos) y evita posicionarse a favor de la chica, identificación que, por otra parte, sería desde el punto de vista moral, quizás, hacia la que la mayor parte del público pudiera inclinarse.



El virtuosismo de
Wyler se manifiesta en la construcción de un relato asfixiante al que dota de un ritmo adecuado para hacerlo avanzar con fluidez y del que sabe posicionarse con objetividad. El Coleccionista es un producto muy cuidado que confirma al tiránico y perfeccionista realizador no ya como como un estupendo director de intérpretes (tanto Stamp como su "partenaire" Samantha Eggar consiguieron premios en Cannes, por ejemplo), sino como uno de los grandes cineastas de siempre. Aunque, probablemente, los miembros del equipo sufrieron los métodos exigentes de Wyler, famoso por hacer repetir toma tras toma hasta conseguir el resultado que él pretendía (de hecho, en esta ocasión, prohibió intimar a Stamp con la actriz para obtener de ella una mejor interpretación), el resultado final es un filme notable que aúna su elevada factura técnica con un ambiente inquietante y turbador.


Las imágenes se han encontrado en la red tras búsqueda con Google y se utilizan simplemente con fines de ilustración.Los derechos están reservados por sus creadores.

2 comentarios:

  1. Esta vez no puedo compartir ese elogioso comentario que has elaborado en torno al film de William Wyler. A mí, "EL COLECCIONISTA" no me gustó. Me parece una película de suspense claustrofóbico con muchas pretensiones en su diseño y escaso riesgo en su ejecución, refugiada en un asegurador academicismo formal y unos recar­gados diálogos que, lejos de agregar fuerza al drama, contribuyen a artificializar las situaciones. Situaciones, por otro lado, cuidadosamente recortadas para que nunca arañen el fondo. La amanerada actuación de Terence Stamp, tampo­co ayuda.
    Almodóvar, algunos años después, utilizando una premisa argumental parecida, llegó mucho más lejos, con mayor fuerza y honestidad, en su película "ÁTAME".
    Creo que Wyler, cuando rodó "EL COLECCIONISTA", hacía tiempo que había perdido las "agallas" como realizador.
    Un saludo.

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  2. Bueno, Teo, la divergencia de opiniones hará, quizá, que la gente que pueda leer el comentario sobre la película sienta mayor curiosidad sobre ella, que la visione y, lo que es más importante, que reflexione hasta construir su propia opinión. Así que tiempo habrá, parafraseando la última entrada de tu blog, para cabalgar juntos de nuevo.
    Es cierto que El Coleccionista, por una parte, presenta ciertos formalismos (muy estudiados) que le impiden ser una obra maestra por su consecuente frialdad y, por otra parte, apenas profundiza en muchos aspectos que se podrían abrir a lo largo de la historia pero Wyler sabe construir un ambiente enrarecido con mínimos elementos como ya hiciera en La Heredera, logro que demuestra el conocimiento de su oficio. Ciertamente, esta obra consta de defectos pero también de virtudes que la hacen interesante.

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