31/3/12

Chinatown



Chinatown,Roman Polanski,1974,EEUU,Jack Nicholson,Faye Dunaway,John Huston.

El retorno de Polanski a Hollywood pasa por ser un ejercicio de género que ha terminado convirtiéndose epítome del mismo, siendo, quizás, el "neo-noir" más fiel a los cánones clásicos del cine negro. Éxito de crítica y público coronado con once nominaciones a los Oscar, de las cuales se llevó la de Mejor Guión Original, y por unos cuantos galardones en los Globos de Oro y otros en los BAFTA, esta elaborada película se erige de manera indiscutible como clásico moderno del "noir" e, incluso, para algunos, se constituye en una de las mejores obras insertas en este género, esto último algo más susceptible de ser debatido.

Tomando como punto de partida para su trama argumental el conflicto acaecido a  principios del siglo veinte en Los Ángeles sobre el agua (por cierto, un planteamiento que bien podría servir para otra ficción ambientada en nuestro territorio en presente), el efectivo y trabajado guión de Robert Towne desgrana muchos de los elementos del más puro "hardboiled" y rinde tributo al período clásico del género negro permitiéndose, inclusive, situar la acción a finales de los años 30. Desde la asunción del protagonismo del relato por un detective privado (si bien en este caso, más próspero que Spade o Marlowe), pasando por la presencia de una (cuasi) "femme fatale" - dicho sea sin ánimo de estropear a quien no haya visto el film uno de los momentos culmen del mismo- y llegando hasta el desfile de una galería característica de personajes tales como los matones, los policías y los funcionarios corruptos, Chinatown se construye como digna heredera y sentido homenaje a cintas clave de la ficción criminal de los años cuarenta ( cobrando la presencia de John Huston en el reparto mayor peso en este sentido) como El Halcón Maltés o El Sueño Eterno. El nostálgico academicismo negro desplegado se completa con la particular visión de Polanski que impuso un final diferente al previsto por Towne y que asume con mayor lógica, respecto a la propia narración expuesta pero también hacia las coordenadas del género, una conclusión teñida de pesimismo existencial. Por supuesto, el fatalismo inherente a este tipo de relatos actúa sobre el futuro del personaje central, disfrazado como marca indeleble del pasado que lo persigue en tiempo presente y que acaba siendo escenificado en el barrio chino de la ciudad a través de un estupendo y desgarrador desenlace.

Todo ello  no hace sino constatar la voluntad de los creadores del film por seguir las normas clásicas del género antes que por enfrentarse con una revisión de los cánones del mismo, revistiendo a la obra de un halo académico que aunque no es óbice para reconocer la calidad de la propuesta sí deriva en cierta frialdad del resultado final. El libreto, más que alabado, de Towne (el mismo gurú de la escritura cinemtográfica, Syd Field, lo considera como casi, casi, el mejor de la historia), propone un ejercicio meticuloso y muy trabajado en el que todo encaja a medida que el espectador va descubriendo las pistas junto con el detective protagonista, pero, a la par, desarrolla la historia con la recreación de los patrones clásicos del género de manera un tanto artificial, algo que Polanski salva con una realización que demuestra sus conocimientos del medio (y del género). Pese a este carácter postizo, es indudable que la encuesta emprendida por el anti-héroe encarnado por Jack Nicholson, más contenido que nunca y que ya comenzaba a atisbar el estrellato, mantiene el misterio y la atención del espectador.


Llama poderosamente la atención que en una muestra de nostalgia hacia el género negro como lo es esta, la noche, escenario principal que tantas conductas ha cobijado a lo largo y ancho de las narraciones "noir", queda relegada, prácticamente, al desenlace (aunque también sucede bajo su manto el "cameo" del propio director del film), circunstancia que propicia que la acción se desarrolle en paisajes abiertos y soleados fotografiados por John A. Alonzo con una luz anaranjada o terrosa, muy limpia y académica también. Pareciese como si en Chinatown se hallara presente un elemento etéreo que confiriera a la obra un academicismo formal que le impidiera mostrar sus entrañas, quizá porque acaso no las tenga. En este sentido, la esmerada producción de la película, auspiciada por el controvertido Robert Evans, por aquellos años compatibilizando sus propias producciones independientes como ésta, con labores como jefe de la Paramount, confiere un acabado muy pulcro. En este punto es menester hacer referencia a la fantástica labor del director artístico Richard Sylbert, quien llega a utilizar para su ambientación histórica una cámara Laica IIIa con un visor acoplado VIDOM, aunque no consigue salvar esa irrealidad académica que planea sobre el conjunto de la película. Sin embargo es incuestionable que si la suma de las partes no consigue dotar de completa unicidad emocional al relato, éstas se configuran por separado como notables trabajos, desde la fotografía o el diseño de producción hasta la misma banda sonora (compuesta por Jerry Goldsmith).

De manera independiente a lo expresado como debilidad del filme, es decir, de su carácter un tanto distante, la brillante dirección de Polanski logra que la propuesta llegue a muy buen término como re-visitación del género. No en vano, Chinatown consigue, por una parte, capturar la fuerza del destino que actúa sobre muchos personajes del negro, pese a que estos se revistan, tal cual hace aquí su protagonista de una legalidad (que en cierto sentido lo aleja de Spade o Marlowe al mostrar mayor socialización o alienación, si se quiere) expresada mediante el vestuario claro del que hace gala, la firma de contratos con sus clientes por la prestación de sus servicios de investigación o  la vehemencia con la que niega las acusaciones que se vierten sobre él de estar envuelto en chantajes, y, por la otra, plasma el pesimismo que domina el género y que, una vez más, pone de relieve la futilidad del esfuerzo individual contra la corrupción. La consideración de Chinatown como clásico moderno del cine negro queda, pues, justificada, más aún, si cabe, si tomamos en consideración que la aproximación al género concluye con un sabor afín a los planteamientos esenciales del mismo que siempre se insertan en un cuadro oprimido por la corrupción y la avaricia con las que se conducen los habitantes de sus ficciones.



Otros títulos sobre detectives comentados en el blog:

http://imprescinedible.blogspot.com.es/2011/11/el-halcon-maltes.html



Las imágenes se han encontrado en la red tras búsqueda con Google y se utilizan simplemente con fines de ilustración.Los derechos están reservados por sus creadores.

5 comentarios:

  1. Haciendo un recuento de grandes cineastas en activo, comprobé que podía hacerlo con los dedos de una sola mano. Por supuesto, considero a Polanski uno de ellos.
    Efectivamente, en "CHINATOWN" tomó como claro modelo el estilo narrativo y las claves que impusieron los clásicos del género "negro" y con una trama que mezcla hábilmente un melodrama incestuoso con el imprescindible y emblemático trasfondo de corrupción municipal como exponente de la podredumbre de todo un sistema.
    Creo que Polanski consiguió con "CHINATOWN" una de sus mejores obras y probablemente una de las películas más importantes salidas de los estudios de Hollywood durante la década de los setenta.
    Un saludo.

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  2. Incluso la película podría pasar por ejemplo de la época del sistema de estudios. Sin duda Polanski es un director más que interesante que aquí añade valor a la propuesta con su visión personal. Un saludo.

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  3. Efectivamente "Chinatown" es una gran película, absolutamente coherente con las claves del género y planificada al milímetro por Polanski y Towne (dos de los mayores talentos del nuevo Hollywood).
    Si alguna pega he de ponerle a este brillante ejercicio cinematográfico es que adolece de la espontaneidad que fueron capaces de aportar Hawks o Huston a esas cintas arquetípicas que citas en la reseña. Ambos maestros hacen gala de un instinto o capacidad intuitiva innatos que dotan a sus propuestas (ambas obras maestras) de una capacidad de conexión con el público más fresca y natural.
    Un saludo.

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  4. Coincido contigo en considerar cierta artificialidad en la propuesta que, no por ello, deja de ser una muy buena película. Gracias por tu aportación, David, y espero seguir viéndonos en los blogs.

    Pd: Ahora me toca a mi preguntar por tu avatar...¿Almagro?

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  5. Es el Teatro Massimo de Palermo, cita ineludible si viajas a la capital siciliana para los amantes de la ópera y del cine (Coppola rodó la secuencia álgida del Padrino III allí).
    Un saludo, y seguimos en contacto.

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