Suspicion, Alfred Hitchcock, 1941, EEUU, Cary Grant, Joan Fontaine, Sir Cedric Hardwicke.
La segunda película "inglesa" de Hitchcock en Hollywood tras Rebeca, así definida por el propio realizador por su ambiente, el elenco de intérpretes de origen de aquel país que aparece y el mismo libro en el que se basa, escrito este por Frances Iles, seudónimo del escritor de novelas de misterio Anthony Berkeley Cox, es una pieza menor en la obra del reconocido director y, sin duda, es recordada por su famoso final. Desenlace criticado por la mayoría de aficionados e historiadores y que, según parece, constituyó una imposición de la productora, la RKO, temerosa del posible daño que pudiera tener la conclusión original en la figura de su estrella Cary Grant y del consecuente impacto comercial en la carrera de este y, por ende, sobre el propio estudio. Así pues, cuando se habla de Sospecha es inevitable hacer referencia a su final. Un remate en el que no sólo su descoordinación con el resto del relato es notable sino que también es un alarde del ingenio técnico de Hitchcock y de su dominio cinematográfico pues construye la escena del célebre vaso de leche mediante un juego con la iluminación de forma que consigue su propósito: el espectador fija su atención en el susodicho objeto -al que el director mandó poner una luz dentro- mientras Johnnie Aysgarth lo transporta subiendo las escaleras en sombras. De todos modos y a pesar de la posición que pudiera adoptar el estudio, la novela original termina de manera contraria a las directrices del Código Hays, así que Grant nunca hubiera sido...bueno, eso.
El relato transita desde la comedia romántica hacia el thriller psicológico según avanza y pese a algunos detalles del genio de Hitchcock como el citado vaso de leche luminiscente o el anagrama que resulta en asesinato/asesino, no ha envejecido muy bien y su tensión emocional no resiste sucesivos visionados. Aspecto, este último, en consonancia con el polémico final que no hace sino desvirtuar la construcción de toda la ficción en general y del personaje encarnado por Cary Grant, en particular. Actor que, dicho sea de paso, aprovecha para demostrar su amplio registro y ofrece una interpretación bipolar notable que eleva el conjunto del producto junto con el resto del correcto reparto en el que destacan Auriol Lee y, por supuesto, Joan Fontaine, con su apocada y vulnerable composición reminiscente de su Señora de Winter (dicen los entendidos que el galardón de la Academia conseguido por su actuación en Sospecha no fue más que una compensación por no haberlo recibido el año anterior).
De nuevo, como sucediera en Rebeca, Hitchcock nos presenta a una protagonista envuelta en una relación romántica con un hombre que la lleva a una situación en la que el asesinato sobrevuela la misma pero en esta ocasión el resultado es bastante desigual y el misterio queda adulterado en el desenlace de la ficción. No obstante, algunos momentos en la construcción del suspense llevan la firma del Maestro que no pudo redondear un proyecto para el que se apoyó en colaboradores muy cercanos ya que tanto su esposa, Alma Reville, como su secretaria personal, Joan Harrison, participaron en la elaboración de un guión que también contó con la participación del habitual de Lubitsch, Samson Raphaelson. En Sospecha, pese a no contarse entre lo mejor de Hitchcock, podemos encontrar ciertos elementos inherentes a la filmografía de este importante realizador quien siempre supo dotar a sus films de un particular sentido del humor, de una aura romántica y del más puro suspense, aspectos todos ellos presentes, en mayor o menor medida, en esta obra.
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