Julius Caesar, Joseph L.Mankiewicz, 1953, EEUU, James Mason, John Gielgud, Marlon Brando.
Una de las mejores adaptaciones para la gran pantalla de Shakespeare, quizás la mejor realizada en Hollywood, que respeta con fidelidad la obra del dramaturgo incorporando tan sólo algunos cambios hacia el final del filme en aras de dotarlo de mayor dinamismo visual. Mankiewicz, director con una sólida y reputada carrera como guionista y productor antes de lanzarse a la dirección, consigue captar el espíritu del original y realiza sin alardes ni manierismos una interesante obra de teatro filmada que cosechó un rotundo éxito de crítica y buenos dividendos en taquilla pese a no gozar de gran presupuesto (reutiliza los decorados de Quo Vadis?, por ejemplo).
Una estupenda fotografía de Joseph Ruttenberg de estilo "noirish" envuelve este relato de intriga política, que se recuerda por las impresionantes interpretaciones de su elenco, en el que el director supo concentrar sus esfuerzos para conservar la esencia del texto "shakespiriano". Además, la espléndida escenografía regida por el omnipresente Cedric Gibbons transmite una sensación un tanto claustrofóbica o encerrada que sirve de marco ideal para la historia desarrollada en espacios cerrados fundamentalmente y, otro clásico, Miklós Rózsa, se encarga de componer una apropiada partitura. Factores que unidos a la habilidad de Mankiewicz en conjugar el avance visual del relato con extensos diálogos (como también demostró en otros films) hacen de esta película una obra muy interesante y entretenida.
Apuntado antes, Julio César es una demostración de actuaciones ejemplar: desde James Mason que se debate entre la lealtad personal y la búsqueda del bien público con su acongojado Brutus hasta Louis Calhern como el egregio general romano; sin olvidar al debutante en Hollywood aunque con una prestigiosa carrera anterior en cine y especialmente en teatro (y en representaciones "shakespirianas") John Gielgud o a Edmond O'Brien, siempre correcto y, en esta ocasión, notable. Y sobre todos ellos, un espectacular Marlon Brando en estado de gracia...con tan sólo una mirada es capaz de evocar sentimientos y transmitir emociones de manera sublime (puede que para muchos el gran momento del filme sea su monólogo ante la turba con el cadáver de César a sus pies). Por ellos y en respeto a su enorme trabajo es conveniente ver la película en versión original. Prueba de lo antedicho y de la calidad del film es la cascada de galardones y nominaciones en los Oscar y los BAFTA así como los innumerables elogios en cualquier comentario que se haga sobre el producto: fidelísimo al texto de Shakespeare se convierte en casi una obra de Teatro para goce y disfrute del espectador.
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