North By Northwest, Alfred Hitchcock, 1959, EEUU, Cary Grant, Eva Marie Saint, James Mason.
Cine puro. Cine dirigido a despertar emociones en el espectador, el gran objetivo que se marcó el cineasta inglés, uno de los directores más reconocidos, admirados y plagiados de la historia del celuloide...un maestro para legiones de admiradores del Séptimo Arte. Su capacidad de conmover (perturbar, inquietar, alterar, mover fuertemente o con eficacia, según el Diccionario de la RAE) y de suspender la incredulidad respecto a lo que vemos en pantalla, dotando de significado al principio de impresión de realidad inherente (o debe serlo) al cine, está fuera de toda duda.
No se me ocurre película de Hitchcock más idónea para acercarse a su cinematografía puesto que las constantes vitales de ésta están mayoritariamente presentes: virtuosismo técnico apabullante (no en vano Hitchcock no tenía reparos en hacer uso de las innovaciones del medio), juego de identidades llevado al extremo con un falso culpable en la partida, localizaciones que permiten desplegar una escenografía abrumadora, tono de la narración distante -understatement- y con toques de humor, presencia de protagonista rubia y, por supuesto, no uno, sino ¡dos!Mac Guffin (quizás uno de ellos el más perfecto de la obra "Hitchcockiana": George Kaplan), entre muchos otros elementos.
Estamos, por tanto, ante la quintaesencia del cine de Hitchcock quien se rodeó de muchos de sus colaboradores habituales y se apoyó en un sólido guión de Ernest Lehman (el primer guionista en recibir un Oscar honorífico por su trayectoria) para facturar una joya cinematográfica que sacrifica la verosimilitud de lo narrado en aras de la acción sin pausa y en favor del espectáculo que nos proporciona el modo de narrar de "Hitch" (al igual que en Los 39 Escalones, algo así como un preludio de este film). Aquí lo importante es cómo se cuenta, no el qué se cuenta. Precisamente la manera por la que el director elabora y desarrolla la historia es un acto de manipulación sublime hacia el espectador que fascinado, sucumbe y acepta las licencias del relato junto con las que avanza sin rechistar, expectante por comprobar el desenlace de las persecuciones, huídas, traiciones, identidades fluctuantes, asesinatos y, por supuesto, de la historia de amor-sexual. Estamos cautivados por las complejas situaciones en las que el tipo normal, el hombre inocente con el que nos asociamos, está inmerso (y si este tío es por añadidura un Cary Grant formidable y plétorico ya hablamos de cima del cine), estamos hipnotizados por la no realidad del mago Hitchcock con sus maquetas (Monte Rushmore, la casa del villano Vandamm -otro actor elegante y magnífico, James Mason-, inspirada en el arquitecto orgánico Frank Lloyd Wright) y reproducciones (interior del edificio de la ONU), estamos hechizados por los trucos de prestidigitador como el de la fabulosa escena de la avioneta: un prodigio al alcance de pocos que consigue que el personaje no tenga escapatoria en un espacio abierto y a pleno sol, unos minutos asombrosos sin música, con el juego del espacio en liza.
Repleta de escenas memorables (la subasta, el plano de la salida de Grant de la ONU -una brillante composición con círculos y líneas rectas-, la transición final en la que Grant rescata a Eva Marie Saint y la sube a la litera, el plano metáforico conclusivo con la entrada del tren en el túnel, etc, etc, etc) Con La Muerte En Los Talones es la definición de Hitchcock, de su capacidad para involucrarnos mediante el uso de la cámara, del sonido, del montaje y del medio cinematográfico, en definitiva, en una situación que incluso puede resultar absurda como la búsqueda de alguien que no existe.
Hay que añadir a todo lo expuesto y es imposible glosar los méritos y virtudes de este cineasta, la estupenda música de Bernard Herrmann, las interpretaciones (Martin Landau -brazo derecho de VanDamm-, Jessie Royce Landis -actriz que nació el mismo año que Grant y aporta una socarronería magnífica al papel de madre de éste-, Leo G.Carroll -un asiduo de "Hitch"-, Eva Marie Saint, el mencionado Mason) lideradas por un elegante y decidido Cary Grant -y su traje-, el uso del color vivo que proporciona el Technicolor o el formato panóramico empleado (VistaVision)...hay que verla para disfrutarla y comprobar qué es Cine.
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