26/12/10
Furia
Fury, Fritz Lang, 1936, EEUU, Spencer Tracy, Sylvia Sidney, Bruce Cabot.
La primera película "americana" del gran director de origen austríaco prosigue con sus preocupaciones temáticas y lo ratifica como gran cineasta al utilizar los recursos del medio con plena funcionalidad narrativa. Furia, obra que se resiente del final impuesto por la productora (la "más": MGM), ahonda en el análisis del comportamiento de la masa ya planteado en M, El Vampiro de Düsseldorf y se establece como estudio sociológico de un fenómeno que era práctica común en los EUA por aquella época: los datos oficiales de aquel país sobre linchamientos arrojan cifras terroríficas de más de uno semanal en el período comprendido desde las dos últimas decadas del siglo XIX hasta 1960. Ejemplos como el ajusticiamiento de Rubin Stacy o el caso del secuestro y asesinato de Brooke Hart, que derivó en la ejecución por la multitud de sus dos presuntos responsables, están en la base de la historia original de Norman Krasna que guionizaron el propio Lang y el autor teatral Bartlett Cormack (otro tipo preocupado por estos asuntos) para crear este filme, más cercano a los presupuestos estilísticos y sociales de la Warner que a los espectaculares y más vacuos de la propia Metro.
Tras los primeros minutos en los que se muestra una clásica historia romántica aunque con un envoltorio visual diferente, el relato avanza por unos derroteros que poco tienen que ver con la amabilidad de este leve, por breve, prólogo y se dirige hacia el lado oscuro del alma humana. La creación de la opinión de la colectividad como clara referencia a los movimientos fascistas o la radical transformación que se puede operar en el individuo como consecuencia de la falla de las instituciones sobre las que se levantan los pilares de la sociedad, no son aspectos sin importancia y nos obligan a su análisis y a su reflexión como casi todo el cine de Lang , destilado con mirada social. No solo el tema tratado es de singular interés, también la manera como se utiliza el medio cinematográfico es de significativa relevancia como es costumbre en el director y el drama social expuesto desde el punto de vista de todos los implicados (la turba, el ajusticiado, su pareja, el Sheriff, etc) cobra valor añadido por la labor de Lang, quien otorga al producto su innegable maestría insuflándole hálitos de vida en forma de sus constantes cinematográficas como lo son la preocupación por la descripción de los personajes y sus emociones mediante el decorado: el escaparate de la tienda del inicio ornamentado con todo aquello que simboliza boda, por ejemplo (es notorio el rol de los escaparates en Furia y a lo largo de la cinematografía "langiana", la citada M, La Mujer del Cuadro), la importancia asumida por los medios de comunicación de cualquier tipo (prensa, radio e, incluso, "el boca a boca" en este caso, llegando hasta los sermones de congregaciones como en Los Contrabandistas de Moonfleet o el teléfono en M) o de las tecnologías (la película rodada por un periodista que consigue acentuar el dramatismo en el juicio al carecer de sonido, también en M se observan las pesquisas policiales en tono cuasi-documental y con las últimas herramientas en investigación), el cambio sufrido por el protagonista cuyos movimientos pasan a estar dominados por el deseo de venganza (como Dave Bannion en Los Sobornados, por cierto la habitación que ocupa Katherine -una estupenda Sylvia Sidney en la cima de su carrera- es similar a la de la viuda Duncan de esta última película) convirtiéndose en un ser anti-social (aunque aquí a diferencia de Lorre en M, Joe mantiene un vínculo social a través de sus hermanos) y, finalmente, el peso de la conciencia que abruma al protagonista como en El Doctor Mabuse y en Perversidad, es elemento clave explicativo de sus acciones y resoluciones.
Precedente del género "noir", esta historia de furia (primero de la muchedumbre, después del sujeto individual) inició el periplo americano de Lang, como quedó apuntado al principio, pero esta andadura estuvo jalonada por constantes enfrentamientos con los estudios y por esto se resienten algunas de sus obras, siendo ésta uno de los más claros exponentes con su final débil. Aún así, podemos hablar de filme relevante por la presentación del conflicto psicológico, la paranoia descrita y la ambigüedad moral apuntada (y desarrollada más tarde en el seno del cine negro) bajo la atenta mirada y el férreo yugo -según casi todo el mundo que trabajo con él -de Fritz Lang quien nos aproxima hacia los vericuetos de nuestro lado oculto mostrando la radical metamorfosis del bueno de Joe en ser anti-social e individualista o las tremendas imágenes del asalto a la cárcel (puro cine), sin dejar de lado la denuncia que se hace a la valoración de intereses políticos (réditos electorales en este caso) por encima de los ideales de justicia por parte de quien debe tomar decisiones trascendentes y al injustificable código de silencio protector imperante en la sociedad o, incluso, la reflexión sobre la pena de muerte que maduró años más tarde en Más Allá de la Duda.
Película que se inserta en la filmografía "langiana" con naturalidad puesto que toca aspectos característicos a y de la misma, además de utilizar recursos visuales y sonoros habituales en el cineasta. Como pieza de la sinfonía de Lang es muy recomendable no pasarla por alto.
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