15/12/10
Pepe Le Moko
Pépé-Le-Moko, Julien Duvivier, Francia, 1937, Jean Gabin, Mireille Balin, Lucas Gridoux.
Obra de arte de la que directores como Orson Welles y John Huston, entre otros, tomaron buena nota, pues es notable la influencia que ejerce en filmes como Sed de Mal, La Jungla de Asfalto o Cayo Largo, esta impresionante película es embrión del cine negro que vino en la década siguiente y muchos filmes posteriores son deudores de sus hallazgos temáticos y visuales. Sin duda una Obra Maestra del Séptimo Arte cuyo visionado resulta imprescindible para todo aquel que dice gustarle el Cine. No es posible enumerar todas los méritos de la película para justificar el involuntario dogmatismo de la sentencia precedente ni tampoco la aparente magnanimidad en calificarla de tal manera.
Estamos ante una película muy importante cuya riqueza y expresividad visual se complementan con una temática fatalista que se explica por el período de entreguerras en el que fue concebida (tal es el aura de desencanto que destila que el Régimen de Vichy la prohibió). Un filme de realismo poético que supo retratar la desilusión y la desesperación, que después jalonarían el género negro, de toda una generación.
Construida con una atmósfera opresiva, la búsqueda de la felicidad del personaje central-interpretado por un soberbio Jean Gabin- y su destino trágico (marcado por la debilidad que siente hacia las mujeres como le ocurriera con las jovencitas a Herr Professor en La Jungla de Asfalto) son comprendidos por el espectador gracias al magnífico tratamiento que se hace de Pépé, retratado con una ambigüedad que será marca de fábrica del género: ambivalencia ya que sabemos que comete actos brutales (el ajusticiamiento del delator Régis con un uso de la iluminación de y en la habitación en la que acaece que anticipa la del cuarto en el que Hank Quinlan olvida su bastón en Sed de Mal, filme para cuya elaboración son capitales la utilización de la música o el personaje de la gitana, al igual que en la obra de Duvivier donde ejercen un papel fundamental) pero también comprobamos su comportamiento leal y protector (con el Abuelo o con el joven Pierrot). En fin, un retrato humano, naturalista, que subraya la complejidad moral del film. Completa el personaje duro y con sus principios morales la interpretación rica en matices de Gabin quien consiguió reconocimiento internacional con este papel.
Julien Duvivier, hombre que llevaba desarrollada una sólida trayectoria en el mundo del cine y que después de este film intentó la aventura americana, consiguió avanzar el fatalismo y los encuadres "noir" con este relato romántico ambientado en el barrio La Casbah de Argel, recreado en estudio para la ocasión aunque cuenta con material de archivo que le otorga un aire semi-documental: es sensacional como se presenta la localización y las características de la ciudadela que da cobijo y aprisiona al protagonista principal (material de archivo que fue utilizado por el famoso "remake" americano con Charles Boyer y Hedy Lamarr rodado poco después). Desde esta magnífica introducción a la barriada en la que transcurre el relato el filme plantea la persecución de la libertad por Pépé y nos deja imágenes imborrables y mometos de una intensidad emocional turbadora tales como la canción que interpreta Fréhel (cantante muy popular en Francia) cuya evocación del pasado que nunca volverá es demoledora (como le sucediera a Gaye Dawn en Cayo Largo) o el descenso hacia el mar (símbolo de la libertad deseada y perdida) que emprende Pépé con los fondos en movimiento por las callejuelas de su cárcel. El plano final con la cámara subjetiva que nos hace ver el barco a través de los barrotes refleja el sentimiento del personaje de una manera diáfana. La madurez del cine se demuestra en películas en las que la imagen explica la historia y Pepe Le Moko es un claro exponente de esto: el precioso y brillante envoltorio visual hace avanzar el relato y otorga particularidades a personajes, lugares u objetos (los barrotes de la puerta del embarcadero no son los únicos que aparecen a lo largo de la obra evocando su presencia sensación de encarcelamiento, la (no) despedida visual de la pareja de enamorados con el sonido de la sirena del barco con toda su carga emocional y reflexiva).
Superior película en la que también destaca la banda sonora con la música árabe compuesta por Mohamed Yguerbochen, las canciones de Vincent Scotto y los ruidos de arrabal que proveen al barrio de vida propia y complementan, perfeccionándola, la ambientación exótica de la aventura. La llamativa actuación de Lucas Gridoux cuyos movimientos, gestos y tono de voz recuerdan a una suerte de serpiente tentadora que pone delante la fruta prohibida a nuestro anti-héroe, es otro aspecto a considerar del filme.
Si alguien se plantea si puede Pepe Le Moko resultar una película envejecida debería reflexionar con anterioridad si la búsqueda de la felicidad o el deseo de ir en pos de ella ha encanecido igualmente. Supongo que el tema intemporal tratado responde a la pregunta y nos hace concluir que el producto es de una vigencia y una actualidad absolutas. Todo un hito del cine con la exploración de sus recursos (banda sonora/música, montaje, planificación, encuadres y posicionamiento de cámara, iluminación, etcétera) en aras de desarrollar su lenguaje y narrar experiencias que muevan a sentir emociones.
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Muy buena analisis de una pelicula perfecta y inolvidable. Gracias!
ResponderEliminarSuper film dont une partie des séquences on étais tourner dans ma ville à Sète
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