5/12/10
Cayo Largo
Key Largo, John Huston, EEUU, 1948, Humphrey Bogart, Edward G. Robinson, Lauren Bacall.
Clásico menor si consideramos la filmografía de John Huston quien aquí adapta la obra de teatro de Maxwell Anderson, estrenada a fines de la década anterior y protagonizada por Paul Muni, alterándola en muchos aspectos aunque además tomó como inspiración al gángster Lucky Luciano y las correrías de éste por Cuba y también la obra de Ernest Hemingway llevada al cine pocos años antes por otro grande, Howard Hawks, Tener y No Tener. De estas fuentes surgió el guión co-escrito por el propio Huston al alimón con Richard Brooks, que construye una historia de evidente aroma teatral -los decorados son mínimos-, cierto tono "noir" y narrada con ritmo contenido por parte de uno de los realizadores de la denominada Generación Perdida y que en esta ocasión insiste en muchos de los parámetros de su cine plagado de personajes fracasados y héroes infelices y desilusionados.
Con un reparto sobresaliente plagado de secundarios de lujo (Marc Lawrence, Dan Seymour, el propio Lionel Barrymore o Claire Trevor -ganadora del Oscar a Mejor Actriz de Reparto por su magnífica interpretación de perdedora alcohólica- sin olvidar a los descollantes Thomas Gomez y el menos habitual Harry Lewis) en cuya cúspide se sitúan las estrellas Bogart y Robinson -ambos espléndidos-, Huston, demostrando ser un gran director de actores, elabora desde una sobria dirección una obra en la que la atmósfera claustrofóbica ya presentada inmediatamente tras los títulos de crédito con el plano de la única autopista que comunica el Cayo con la península, vertebra las relaciones entre los diferentes personajes, interacciones que se focalizan en las de los caracteres encarnados por los dos astros: Bogart haciendo de héroe desilusionado, como era su costumbre, y Robinson dando vida a un gángster despojado de todo romanticismo, que bien pudiera ser su "Rico" Bandello de Hampa Dorada, y que se nos presenta como megalómano psicópata. Precisamente, son estos dos personajes los que personifican la actitud vital que se puede adoptar en determinados momentos (la película se rodó tres años después del fin de la II Guerra Mundial y coincidió casi en el tiempo con las citaciones a declarar que el Comite de Actividades Antiamericanas envió a muchos artistas de Hollywood, situaciones en las que John Huston estuvo involucrado, claro que la vida de éste como dijo Orson Welles era más interesante aún que sus filmes) ya que mientras el escéptico y descreído Frank Mc Cloud decide encarar el futuro, el gángster venido a menos pretende recuperar el pasado. No en vano, los demás personajes funcionan como estereotipos y la tensión dramática gira en torno a a estos dos personajes superando la química entre los dos actores a la que se produce entre Bogart y Bacall. La composición de Bogart como tipo duro, desengañado e incluso individualista que por las circunstancias se enfrenta a tomar una decisión de carácter moral, es uno de sus mejores papeles y la de Edward G.Robinson es excelsa como el hampón Johnny Rocco cuya introducción en la película es deliberadamente retardada de manera efectiva.
En esta nueva colaboración entre Bogart y Huston, rodada tras El Tesoro de Sierra Madre, destaca el papel de la Naturaleza ya que el huracán es el disparador de la acción al hacer consciente a Rocco de la imposibilidad de volver a recuperar su posición pretérita de poder y tornarse más inhumano en su conducta como respuesta al pánico a lo desconocido (futuro) que supone el fenómeno natural. La hábil inclusión de la subtrama social representada por los indios juega un rol funcional al convertirse en uno de los elementos que obligan a Mc Cloud a actúar.
Película de ambiente claustrofóbico y tenso, con una destacada fotografía de Karl Freund a la que hay que añadir una irregular partitura musical de Max Steiner que subraya la acción a pesar de ser un poco melodramática y continua al principio del film pero, obra que, sobretodo, destaca por sus notables interpretaciones que nos dejan algunos momentos brillantes como la escena en la que Gaye Dawn canta con descarnado patetismo por un trago de alcohol (tomando conciencia el resto del inexorable paso del tiempo), la de un frenético Johnny Rocco esperando la tormenta presa del temor más absoluto y la del enfrentamiento entre el Señor Temple y el gángster, entre otras. Lo dicho, un clásico.
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