The Ox-Bow Incident, William A. Wellman, 1943, EEUU, Henry Fonda, Dana Andrews, Mary Beth Hughes.
Parábola moral y política con apariencia de "western" y, al parecer, proyecto personal de su director quien para acometerla no dudó en realizar para salvar las reticencias del productor Darryl F. Zanuck, por aquellos tiempos "jefazo" de la Fox, y como contraprestación hacia el estudio, un par de películas con reducción de salario incluida, Incidente en Ox-Bow confirmó las expectativas comerciales poco halagüeñas que le auguró Zanuck en una época marcada por el libramiento de la II Guerra Mundial y en la que el público buscaba espectáculos escapistas mientras los estudios producían filmes propagandísticos alejados del carácter sutil y sombrío de este. No obstante su tibia acogida entre la audiencia estadounidense, la propuesta recibió buenas críticas en su momento y, merced a su reposición en la TV, comenzó a adquirir un prestigio en el mentidero cinematográfico que en la actualidad se ha consolidado, convirtiéndose, por ello, en una obra que cualquier aficionado al cine debería conocer. Una buena prueba de la cinefilia de cualquier persona podría ser la presencia en sus estanterias de una copia de esta dura y concisa película.
Situada espacial y temporalmente en los contornos por los que transita el género "Western" y compareciendo algunos elementos característicos de este como los temas de la venganza o del conflicto cuasi-arquetípico entre la civilización y la barbarie así como otros de tipo formal derivados de su contexto (el "saloon", la calle principal, la partida de caza, etcétera), Incidente en Ox- Bow utiliza esta exterioridad como pretexto bajo el que desarrollar unos aspectos temáticos diferentes a los constitutivos del género, el cual no hay que olvidar estaba comenzando a asumir cierto grado de madurez desde la irrupción de La Diligencia pocos años antes y se apresuraba a priorizar otros arcos argumentales que diferían de la acción que lo había definido hasta entonces y que hasta este momento lo relegaban a su condición de producto de entretenimiento de Serie B. Así pues, nos encontramos con una de aquellas películas que demuestran que el "Western" puede tratar con objetos adultos y desarrollar historias cuya estructura dramática se centra en la psicología de unos personajes complejos y bien definidos que se desenvuelven en una atmósfera dominada por una tensión latente y contenida, un entorno en el que se exponen problemas políticos y/o sociales. En este sentido, la película que nos ocupa sigue la corriente de ese cine social norteamericano que, según Gubern, fue interrumpida por el Senador Mc Carthy, por ocuparse el relato de un fenómeno que comenzaba a disminuir en aquellos años en los EUA pero que a lo largo de la historia de ese país se había producido con frecuencia: los linchamientos. Tema tratado por Lang a mediados de la década anterior (Furia) y que volvería a ser retomado por Hollywood a mitad de los años 50 en una interesante reflexión de los efectos que podría tener un suceso de este tipo sobre una pequeña comunidad (Conspiración de Silencio), en lo que consideraríamos una recomendable trilogía sobre el particular. Asunto que aquí se acompaña de una sutil defensa de los valores democráticos de los EEUU que se contraponen a la masa representativa del Nazismo, algo no tan alejado, como se podría pensar en un primer momento, de las producciones de propaganda realizadas por Hollywood coetáneas a esta.
La alegoría social en forma de "western" en que se constituye este económico film, apenas hora y cuarto de sobrio metraje en el que si acaso podría haberse ahorrado la escena romántica, es asimismo una reflexión sobre la condición humana expuesta sin concesiones a través de una precisa puesta en escena. La cuidada planificación de cada escena que ejecuta Wellman en la que los elementos del medio adquieren notable fuerza expresiva, desde la labor en la iluminación cercana al "noir" desarrollada por el operador Arthur C. Miller hasta la partitura de Cyril J. Mockridge, pasando por los mismos encuadres y movimientos de cámara, hacen de Incidente en Ox- Bow un deleite para el aficionado al cine. Es curioso como la decisión de rodar en estudio la totalidad del filme, por una cuestión de costes, haga que el resultado final se beneficie de una mayor tensión por crear una sensación de opresión que conjuga con la violencia contenida que desprende el relato. Esta tensión se beneficia de los escenarios cerrados y de la dirección de Wellman en un tono "físico" dominado por los primeros planos o, al menos, muy cercanos a /o sobre los caracteres. Sin duda, el transcurrir la mayor parte de la acción durante la noche y/o en interiores dota a la propuesta de cierto pesimismo sombrío. El contorno del relato, pues, se aleja del "Western" en cuanto al uso del paisaje abierto característico del género pero no se deja de emplear como recurso narrativo, en esta ocasión de cariz triste, árido e, incluso, inhóspito. Unos decorados oscuros y tenebrosos conforman un cuadro por el que los personajes se desenvuelven de manera amenazante, unos encubriendo su individualidad en el seno de la masa y los otros aceptando con pasividad los designios de esta como hace el vaquero incorporado por Fonda cuyo carácter pusilánime le viene como anillo al dedo a este actor. Precisamente una de las piedras angulares del filme se encuentra en el elenco que interpreta a los personajes de la ficción al descansar sobre ellos buena parte del andamiaje de la propuesta. En el reparto que acompaña al apocado personaje de Fonda, destacan un buen puñado de secundarios (Jane Darwell o Marc Lawrence) o futuras estrellas (Dana Andrews) de entre los que sobresalen Frank Conroy con su composición del Mayor Tetley que ejerce de cabecilla del grupo justiciero y Anthony Quinn como uno de los acusados. También se pueden constatar las dotes para la comedia de Harry Morgan (por aquellos tiempos Henry), años más tarde el Comandante Potter de la serie televisiva M*A*S*H. Incluso, aparece brevemente la Malvada Bruja del Oeste, Margaret Hamilton y el hermano de John Ford, Francis.
Historia en la que no existen héroes y demostración fehaciente de que a través del "Western" se pueden abordar temas importantes, Incidente en Ox- Bow es una película de una vigencia absoluta tanto desde el punto de vista formal como desde su vertiente social y sobre esto último solo cabe mencionar la propuesta que nuestro Ministro de Justicia actual presentó a los medios hace escasas fechas, una herramienta penal denominada custodia de seguridad, lanzada en un momento en que la postura populista así parece exigirlo.
Otras películas con la turba como protagonista comentadas en este blog:
http://imprescinedible.blogspot.com.es/2010/12/furia.html
http://imprescinedible.blogspot.com.es/2008/11/mel-vampiro-de-dsseldorf.html
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Básicamente de acuerdo en ese cuadro sinóptico del western y su evolución. Aunque habría que matizar el aserto que separa los westerns B de "entretenimiento" de los otros, los de "contenido", los "comprometidos", los que encierran un mensaje. Eso siempre fue así tanto en el western como en cualquier otro género hollywoodense incluido el musical ("CARMEN JONES" de Preminger). Si bien, esta dicotomía supongo que se agudizó y se hizo patente a raíz de la irrupción del aparato represivo organizado por el maccarthismo. Ahí están "EL PISTOLERO" de King y "SOLO ANTE EL PELIGRO" de Zinnemann como estandartes de esa corriente.
ResponderEliminarPero centrándonos en "OX-BOW INCIDENT", efectivamente, se trata de un western durísimo e insólito que Wellman se empeñó en hacer tras leer la extraordinaria novela de Van Tilburg Clark (que yo sepa, editada en España hace unos cincuenta años en una traducción abominable y presumiblemente reducida para poder venderla en los quioscos).
Pese a las nulas posibilidades comerciales de la empresa, la Fox -en la figura de Darryl Zanuck- consintió en financiarla por una cuestión de prestigio (de vez en cuando le gustaban estas operaciones, ahí está "LAS UVAS DE LA IRA"). Eso sí, con un presupuesto exiguo para minimizar el riesgo. El guión, fiel a la novela, es soberbio y la puesta en escena se vuelca al servicio de la historia que nos cuentan (una terrible y deprimente parábola sobre la naturaleza humana) con una precisión y fuerza que nos clavan en la butaca (o el sofá). Como tú apuntas, el rodaje con exteriores recreados en decorados de estudio contribuyó a dotar a la película de una atmósfera pesadillesca y enfermiza.
Un saludo.
Poco que decir que no hayas dicho ya o el anterior comentario.
ResponderEliminarA mi me parece una joya del western excepcional. Con un asombroso blanco y negro.
Una película que tiene mucha influencia en algún director como puede ser Clint Eastwood.
Pocas veces un acto tan brutal como un linchamiento ha sido tan bien plasmado como lo hace Wellman. Un director, de esos que llamaban "estilo invisible", que alberga un buen puñado de magníficas películas.
Hora y cuarto de puro cine.
Un saludo.
Una puntualización sobre el aspecto que mencionas Teo, es decir, la condición del Western como género escapista o de entretenimiento, hecho más que meridiano al menos hasta su Rubicón, que como apunto, podemos considerar este en la realización de La Diligencia. Hasta la llegada de este film, el género había desarrollado una trayectoria iniciada casi con el mismo cine (la seminal Asalto y Robo a un Tren,1903) y que en sus primeros años estuvo dominada por actores como William S. Hart y después Tom Mix y Harry Carey que protagonizaban relatos de acción sin más. De hecho los parámetros por los que se movía el género eran los de la genuina serie B: filmes baratos y de poca calidad producidos por estudios menores y destinados al consumo voraz por parte de la audiencia. Si bien es cierto que en la década de los veinte encontramos obras como El Caballo de Hierro y algunas otras excepciones a lo que acabo de apuntar, la corriente mayoritaria de manera abrumadora, es la producción de películas destinadas al puro entretenimiento: ahí están, ya que mencionas los musicales, los productos juveniles y familiares de Roy Rogers y señora o los protagonizados por Gene Autry o Hopalong Cassidy. Sin olvidar el serial de la Republic que comenzó a causar furor a mediados de los 30(Los Tres Mosqueteros) y que complementaba a otros acercamientos más caros al género que algunos grandes estudios comenzaron a llevar a cabo unos años antes aunque igualmente sin más pretensión que la escapista (El Virginiano) y a muchas producciones B (John Wayne puede dar fe de ello) cuya única finalidad era la misma. E, incluso, el panorama a inicios de los 40, en cuanto a la orientación de diversión del género se refiere, se mantuvo si bien es cierto que las producciones ya habían subido un escalón desde el éxito de la mencionada La Diligencia, y ahí tenemos numerosos ejemplos como los westerns de Curtiz-Flynn y, también es verdad que ya afloraban temas más maduros o al menos personajes más trabajados (El Forastero, sin ir más lejos). Precisamente podemos considerar esta Incidente en Ox- Bow como el segundo salto en el género que preparará la llegada de lo que Bazin denominó "sur-western", es decir, aquellas películas que aparecen a mitad de los cuarenta cuya apariencia western sería el pretexto para desarrollar otros temas que, ahora sí, trasciendan la acción y escapismo que definían al género. En estas ficciones se pueden situar los dos ejemplos que citas y también Raíces Profundas, por poner otro conocido. Pero hasta este momento o, como mínimo, hasta la llega de La Diligencia, el Western no era un género caracterizado, ni mucho menos, por su profundidad "intelectual".
ResponderEliminarComo siempre, gracias, Teo y Noodles por vuestras aportaciones.
Un saludo a ambos.