1/1/12

El Último Refugio



High Sierra, Raoul Walsh, 1941, EEUU, Humphrey Bogart, Ida Lupino, Joan Leslie.

Película de encrucijada que nos sitúa entre el cine de gánsteres y el cine "noir" este conciso ejercicio del experto en acción y aventuras Raoul Walsh consigue su importancia por la innegable influencia que ejerce sobre el género que estaba a punto de eclosionar. Y no ya sólo por la presencia de personalidades que devendrían, en mayor o menor medida, de capital significación en el desarrollo del cine negro (desde el coguionista John Huston, hasta el coproductor -prematuramente desaparecido- Mark Hellinger, pasando por el mito de la interpretación Humphrey Bogart) sino por adelantar ciertos elementos consustanciales al género tales como una complejidad narrativa de mayor calado que la del pretérito cine de gánsteres, alcanzada a través de la introducción de personajes más ricos, o la potente presencia del peso del destino: los protagonistas de estas ficciones estarán marcados por su pasado y sobre ellos caerá el más absoluto fatalismo (simbolizado aquí en el premonitorio perro).

El enérgico estilo del veterano Walsh, realizador que comienza su trayectoria cinematográfica en el silente, se ajusta como anillo al dedo a los thrillers en blanco y negro y de bajo presupuesto que la Warner producía hacia principios de los 40 y logra, en esta ocasión, hilvanar un relato que concentra casi toda su acción en su último tercio en el que se sucede una persecución automovilística que el cine comercial actual continua explotando, coronada con el famoso final en las excelentes localizaciones naturales del Monte Whitney. Antes, en sus dos primeras partes, la película se toma su tiempo en construir al personaje encarnado por Bogart, un anti-héroe que pertenece a otro tiempo y que, por tanto, se encuentra aislado en un entorno en el que no encuentra su sitio. Sin duda que la riqueza en la construcción de la personalidad de Roy Earle, el granjero que se convirtió en gánster, lo aleja de Tom Powers o Tony Camonte. Es el personaje de Earle el que permite a Bogart alejarse para siempre de los papeles secundarios "negativos" a los que se encontraba abocado, los "Baby Face" MartinJames Frazier o George Hally quedaban definitivamente atrás, algo que corroboraría su representación de Sam Spade pocos meses después. Y es Roy "Mad Dog" Earle heraldo que nos avisa sobre muchos tipos que vendrían más adelante con la vida también señalada por un pasado maldito y dominada por el peso de un destino que los condena sin posibilidad de redención. Individuos que se desenvuelven en una línea difusa que apenas distingue el Bien y el Mal y que al igual que sucede con Earle son duros que esconden su corazoncito la mayoría de las veces.



Así pues, las bases del negro se asientan en esta adaptación de una novela de W. R. Burnett que él mismo guionizó con la inestimable colaboración del citado más arriba Huston ya que la introducción del criminal que desde el punto de vista moral resulta hasta decente presagia las características de la mayoría de (anti) héroes del género. Es obvio que esta especie de nobleza del gánster que va recogiendo abandonados a lo largo del relato (Marie, la chica interpretada por la pionera Ida Lupino, una de las primeras directoras de HollywoodPard, el perro que al parecer era la mascota de Bogart en la vida real) demuestra la generosidad del personaje y otorga a su arrinconamiento de la sociedad un tono desgarrador y lírico. La famosa conclusión no hace sino ahondar en esta profundidad emocional. Y ello a pesar del envejecimiento patente de algunas situaciones y no me refiero a las notables secuencias de montaje, tan habituales en Walsh (Violentos Años Veinte, por ejemplo), en las que, por otra parte, se muestra la tecnología punta de aquella época, sino en aquellas en las que se desarrolla la subtrama romántica. Aunque es evidente la funcionalidad narrativa y la relevancia de este elemento en el filme pues apoya la sensación de separación del protagonista respecto al mundo y lo acerca hacia su destino, alterna instantes de gran belleza con otros no tan bien resueltos respecto a la relación que mantiene Earle con la tullida Velma.



El Último Refugio es parada imprescindible para los aficionados al género negro y podría ser la primera elección para quien quiera iniciar un ciclo de Bogart al ser Roy Earle primer rol protagónico del intérprete. Pero además, el estupendo libreto de Huston y Burnett es ejecutado por Raoul Walsh con su habitual energía y dinamismo, sin olvidar el punteado social que muestra la corrupción del sistema con el indulto del gobernador al inicio del filme o la migración de los granjeros de Oklahoma que tan bien narrara Steinbeck y retratara Ford en Las Uvas de La Ira. Vamos a obviar el estereotipo a lo Stepin Fetchit de los afroamericanos que también aparece en esta interesante película cuya importancia radica en cuestiones diametralmente distintas y que se han intentado enumerar en las líneas anteriores.

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