Sergeant York, Howard Hawks, 1941, EEUU, Gary Cooper, Walter Brennan, Joan Leslie.
La película biográfica basada en el diario del legendario héroe estadounidense de la I Guerra Mundial Alvin C. York se encuadra en la serie de producciones que sobre contiendas bélicas se desarrollaba en Hollywood a principios de los años cuarenta del siglo pasado, es decir, en pleno debate en el seno de los EUA sobre el aislacionismo o la entrada del país en la II Guerra Mundial. En este contexto la narración de las increíbles hazañas de York en la Gran Guerra y toda su historia personal de transformación -de ferviente pacifista religioso a campeón militar- toman claro partido hacia la segunda opción y bajo el mensaje patriótico el filme surge con toda su fuerza propagandística para justificar moralmente la intervención militar de los Estados Unidos en el enfrentamiento.
Por tanto, nos encontramos con un filme de propaganda que además sigue todos los convencionalismos del cine comercial, lo que no hace difícil explicar su tremendo impacto en las taquillas americanas llegando a convertirse en la película de mayor éxito comercial en el año de su estreno y en el segundo mayor éxito de la Warner de toda la década de los 40 (detrás de otra película bélica, This Is The Army). Por si esto fuera poco, la obra cosechó nueve nominaciones para los Oscar de los que acabó llevándose dos (Actor Principal para Cooper y Montaje para William Holmes) con lo cual queda demostrado el poder de convicción (comercial) que la película consiguió en la época de su estreno y que para muchos aún perdura.
Un nutrido grupo de guionistas, entre los que se encontraba John Huston, se responsabiliza de adaptar las páginas del diario de York y el versátil Howard Hawks se encarga de intentar aportar su sello personal al relato que se divide en dos partes bien diferenciadas y del que llama la atención, dado su carácter de film bélico, la poca importancia que parecen tener las escenas de batalla (que por inverosímiles que parezcan son verídicas sino en la forma en el fondo pues el verdadero York capturó más de 130 prisioneros y mató a más de una veintena de soldados alemanes en el bosque de Argonne), circunstancia que según parece se explica por la insistencia del propio Alvin York quien no deseaba enfatizar los hechos militares. De modo que la narración se centra en los aspectos morales que aparecen en la primera mitad del filme, de mayor enjundia cinematográfica que la segunda ya que la descripción costumbrista de la vida en el pequeño valle queda impregnada de algunos elementos "hawksianos" como son el toque de humor y el sentido del ritmo y una exposición, aunque tangencial, de la camaradería y la amistad; aun así, el relato discurre por los más manidos cauces del cine comercial. Es precisamente cuando el protagonista padece (o goza) de la conversión "Pablista" que lo hace pasar de juerguista pendenciero (pero eso sí, buen chico) a fervoroso practicante cristiano cuando la película comienza a resentirse. Esta cristianización resulta en un elemento interesante (y cierto) como es la inicial objeción de conciencia que el protagonista aduce para no alistarse pero queda subsumida en la vorágine patriótica, e incluso religiosa, que justifica moralmente la guerra, servida por una visión que actualmente nos puede parecer simplista e ingenua pero de una eficacia directa. Una vez el relato se traslada con el cambio de parecer de York hacia los derroteros bélicos, se torna previsible decayendo su interés pese al buen hacer de Hawks que lo dota de una elevada velocidad pero, por contra, apenas consigue esbozar, por desgracia, algunas claves temáticas propias.
Para encarnar al héroe de guerra nadie mejor que el actor al que tan bien le quedaban los dignos valores americanos, el eficaz -sin más- Gary Cooper, un tipo que asume el rol de héroe cuando es necesario y que aquí es acompañado por un irreconocible Walter Brennan y por Margaret Wycherly quien compone una madre que preludia a la que la haría famosa años más tarde ("Ma" Jarrett en Al Rojo Vivo), entre otros actores que dan vida a los personajes que aparecen en este producto comercial que no ha envejecido muy bien y que, curiosamente, pese a ser una de las películas menos interesantes de Howard Hawks fue el mayor éxito comercial de este importante realizador a lo largo de toda su trayectoria profesional. El estatus de este film clásico obliga a conocerlo y ello pese a la desigualdad entre sus partes, su formulismo que lo torna trillado y su carácter propagandístico.
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