Dumbo, Ben Sharpsteen (Supervisor), 1941, EEUU, Dibujos Animados.
Prevista como corto y alargada hasta convertirse en el cuarto largometraje de Disney la historia del elefante de las grandes orejas, una aproximación/revisión del cuento de El Patito Feo de Andersen, consiguió el objetivo principal que se marcó el estudio pero también permitió vislumbrar el derrotero por el que se moverían las ulteriores producciones de la casa. Tras el fracaso de sus proyectos anteriores, Pinocho y Fantasía, por diversos motivos entre los que se pueden citar los elevados costes de producción y la restricción del mercado europeo por el estallido de la II Guerra Mundial, Disney se enfrentaba a una situación muy complicada desde el punto de vista económico y necesitaba con urgencia ingresar dinero en sus maltrechas arcas. Y surgió este producto modesto (más aún si lo comparamos con sus anteriores tres filmes que sobrepasaron los 2 millones de dólares de coste cada uno, por contra, Dumbo no llegó a los 900.000) que acertó de pleno con el propósito y generó cuantiosos beneficios. La historia del elefante antropomorfo (y ello sin tener línea de diálogo alguna) basada en un libro infantil de Helen Aberson, ilustrado por Harold Pearl, permitió al estudio sobrevivir a una situación delicada y abrió la puerta de manera indirecta a las marcas de fábrica propias del mundo Disney, exacerbadas en las posteriores producciones de la casa, ya que en esta ocasión se exhibe, aunque de modo recatado, un viraje hacia el sentimentalismo más comercial. Aún así, en esta película el elemento no es nada empalagoso, todo lo contrario, eleva la calidad emocional del resultado final. Aun así, probablemente nos encontramos ante la primera película familiar al uso de Disney.
Un ejercicio de economía, de menor atención al detalle con respecto a los tres largos producidos con anterioridad por el estudio, que consiguió acercarse mucho más al mundo de las Silly Simphonies configurándose en más dibujo animado (sólo hay que recordar el mapa de Estados Unidos visto desde el cielo) pese a desarrollar su ficción en un escenario más contemporáneo y menos imaginario. De hecho, es el primer largo de la Disney en el que la acción transcurre en una época que bien podría ser la actual o los mismos tiempos en los que se produjo el filme.
Con esta historia que forma parte de la cultura popular y de la mitología colectiva de nuestra sociedad, Walt Disney consigue, a través de la expresividad de los personajes, un tono emocional elevado, de resultados directos sobre el espectador y alejado del mundo principesco, además mediante la simplicidad narrativa y visual que domina al relato es capaz de erigir una fábula contra los prejuicios frente a lo diferente. Tipo henchido de contradicciones Walt Disney tuvo que hacer frente a una huelga de animadores en el seno de su estudio durante la producción de este film, protesta que él mismo tildó de inspiración bolchevique en concordancia con su opinión de feroz anticomunista.
En cualquier caso la sinceridad emocional del relato está fuera de toda duda y alcanza un impacto inmediato en el público que llega a su cenit con la visita del protagonista a su encarcelada madre (en el siguiente largo del estudio, Bambi, la cosa va un paso más allá) siendo este el momento más recordado del filme junto con la extraordinaria alucinación que sufren el pequeño elefante y su amigo el ratón (una amistad que hace clara referencia al supuesto miedo de los paquidermos hacia los roedores), una magnífica escena que raya en la psicodelia y que contiene una brillante alusión a las visiones de elefantes rosas derivadas de la ingestión de bebidas alcohólicas, no hay que decir que este momento es una nota discordante respecto a la tonalidad del resto del film. Muy divertida es también la construcción y ejecución de la rutina de los payasos con un buen puñado de gags desplegados en ella. Y mención aparte merece la labor de Bill Tytla -el creador para Fantasía del demonio Chernabog-, encargado de animar al personaje principal al que dota de una humanidad absoluta jugando con las expresiones faciales y el lenguaje corporal.
En definitiva, Dumbo significó para Disney la conjunción del éxito artístico con el comercial tras sus dos descalabros anteriores en este sentido, hecho que posibilitó que el estudio continuara en marcha pero además este emotivo, ameno y corto (poco más de una hora) filme de animación señala la tendencia que seguirían las producciones venideras de la casa, si bien estas ya las presentarían de manera exagerada. Respecto a las críticas por el supuesto racismo reflejado en el grupo de cuervos que aparecen en el último tramo del filme parece, a este respecto, más sospechosa la desafortunada cadena de trabajadores que montan el circo, toda una feliz chain gang presidiaria. La polémica que siempre parece envolver la vida y la obra de Walt Disney no debe impedir reconocer el valor de esta segunda, en general, y, en particular, los méritos de este filme menor en que se constituyen las aventuras sobre fondos de acuarela que vive el simpático y humanizado elefante.
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