2/2/11

La Diligencia



StagecoachJohn Ford, 1939, EEUU, Claire TrevorJohn WayneThomas Mitchell.

Película importante para el Western, película importante para el director, película importante para el actor, película importante,  en definitiva, para la historia del cine. La Diligencia es un filme mitificado pero de gran calidad técnica y narrativa y de una belleza visual en ocasiones apabullante conferida por el estilo de uno de los grandes cineastas según consenso mayoritario (cuando a Orson Welles le preguntaron por sus tres directores preferidos dijo: "John FordJohn Ford y John Ford").

El retorno del realizador al género que lo definiría y al que definiría ("Me llamo John Ford y hago Westerns"), después de trece años durante los que dirigió películas de índole diversa, supuso un Rubicón para el mismo género que en la década de los treinta estaba moribundo después de su esplendor silente, éxito que con la llegada del sonoro y la dificultad de integrar el ahora necesario diálogo con la acción característica de este tipo de cine comenzó a declinar hasta el punto de ser considerado como producto de Serie B. Sin duda La Diligencia marcó el devenir del género sentando las bases para su clasicismo de los años 40 y 50 y el ulterior revisionismo (Peckinpah) y surgimiento de subgéneros de todo tipo (Spaghetti). La Diligencia revitalizó el Western de tal modo que pudo transitar por los nuevos caminos abiertos por ella, alcanzando estatus de Género para el cine. La construcción de personajes más ricos, profundos y complejos (si exceptuamos la presencia y el tratamiento dado a los indios que, básicamente, actúan como mecanismo de soporte del suspense de la trama) sin olvidar la acción inherente a esta clase de películas y el cuidado de la atmósfera en la que se desarrolla el relato, además del empleo del paisaje como elemento dotado de significado en el mismo -aunque aquí sea un esbozo de lo que daría de sí en el género la inclusión de la Naturaleza como personaje y, más concretamente, el rol de Monument Valley en la filmografía "Fordiana" que queda introducido por primera vez- permitieron otear en el horizonte la madurez del género. Queda establecido el paisaje como eje de la narrativa y fijada la consustancial preocupación por los personajes de esta categoría de películas.



De una intensa belleza visual en la que destacan la composición de los líricos y profundos planos interiores y su iluminación (obra de Bert Glennon) y una magnífica dirección técnica con emplazamientos y movimientos de cámara innovadores e interesantes (encima de la diligencia, por ejemplo), la película supera la limitación espacial con agilidad y gracias al despliegue de ciertas características "fordianas": la exuberante sensibilidad estética, la localización en  el -ahora- famoso desierto, el uso espléndido de la técnica cinematográfica (no solo los movimientos de cámara citados sino también la funcionalidad narrativa de los elementos del medio -veáse la escena de la comida o los diálogos-), la preocupación política (derecho a voto, referencia a la Guerra de Secesión) y social (relaciones entre personajes de diferente clase) y la exposición de la relación entre el hombre maduro y el joven, sin dejar de mencionar el desfile militar que tantas veces reprodujo el realizador. El poético estilo visual de Ford enfatiza el purismo del guión de una milimétrica estructura en tres actos (a este respecto hay que recordar el repetido visionado -cuenta la leyenda que por 40 veces- por parte de Welles de la obra como preparación para su magna Ciudadano Kane) que despliega una profusión temática (prejuicios sociales, alcoholismo) encabezada por la historia de redención de los personajes "moralmente menos aceptables" pero que en situaciones límite obran según valores más elevados, nobles y humanos que el resto. Idea concomitante con Bola de Sebo, relato corto de Guy de Maupassant, que inspira la historia de vaqueros de Ernest Haycox en la que se basó Dudley Nichols para escribir el libreto del filme.



Película antes que Western, la obra complementa su estética visual con la diversidad de temas tratados centrándose en las relaciones que se establecen entre los personajes pero incorporando en el último tercio una de las escenas de acción más celebradas y recordadas que se rodaron en la década de los años 30 (y para muchos una de las mejores de todos los tiempos) con el asalto al vehículo que da título al filme y su defensa: el especialista Yakima Canutt tuvo que ver en la concepción y ejecución de la misma. Asimismo, el tradicional duelo final conclusivo de la sub-trama de venganza que hunde su concepción en el expresionismo es resuelto con extraña belleza por Ford y sirve para poner digno colofón al relato. Precisamente el actor que protagoniza esa sub-trama de revancha descolla entre el correcto reparto -aunque Carradine esté notable-, su dilatada entrada ha pasado a ser una de las más celebradas de la historia del cine con ese abrupto desplazamiento de cámara coronado en un soberbio primer plano... el resto es historia: John Wayne es uno de los iconos del Séptimo Arte. Actor de presencia (por favor, veánla en versión original para comprobar la dicción) que ya era un clásico del género (claro que si tenemos en consideración el estatus antes expuesto de este no es decir mucho) y que con su Ringo Kid alcanza el reconocimiento que se le había negado hasta ese momento y se conforma como gran estrella del firmamento cinematográfico. La Diligencia era la gran oportunidad para el actor tras su anterior papel protagonista en un film de Raoul Walsh a comienzos de década que se convirtió en estrepitoso fracaso; en esta ocasión las cosas fueron bien diferentes al cosechar esta obra gran éxito de público y de crítica (refrendado con la consecución de dos estatuillas en los Oscar y unas cuantas nominaciones) catapultando a Wayne hacia una carrera profesional que lo encumbró como una de las figuras más emblemáticas del género y del cine.



La Diligencia cobra trascendencia como piedra fundamental en el devenir del Western y se erige como señal fundacional de los patrones clásicos del mismo además de ser el disparador de una de las carreras de interpretación más legendarias y suponer el retorno de Ford al género tan querido por él; la revisión y puesta a punto del género que hizo el director lo dejó preparado para emprender o continuar un trayecto con múltiples sendas trazadas por otros ingenieros (HawksMann) y que aún hoy en día no ha llegado al fin del recorrido, instituyéndose el Western como uno de los grandes géneros del cine, de aquí la significación de La Diligencia para este.

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