Shadow of a doubt, Alfred Hitchcock, 1943, EEUU, Teresa Wright, Joseph Cotten, Macdonald Carey.
La considerada por algunos como primera obra maestra de Alfred Hitchcock puede parecer para la mayoría una sencilla historia de suspense pero, sin embargo, se trata de una obra muy elaborada y con muchos apuntes personales del importante cineasta, una propuesta que, tras sucesivos visionados, permite captar toda la compleja y rica textura que la conforma. Así pues, si bien podemos situarla, hasta cierto punto, como muestra menor del catálogo "hitcockiano" también podemos concluir que es, quizá, el eslabón perdido de su filmografía y el filme que presagia la madurez confirmada pocos años más tarde en/con Encadenados. Todo un maestro en aquello de esconder el Mal tras una apariencia de normalidad el autor inglés pergeña en esta ocasión un relato bajo cuya epidermis subyace una oscuridad absoluta, una sombría visión sobre la pérdida de la inocencia y el tránsito a la edad adulta, edificada sobre un sólido andamiaje cinematográfico.
El dominio del medio resulta apabullante en Hitchcock y su capacidad para crear estados de inquietud o mover a la emoción parece innegable si atendemos a películas como esta. El cuidado con el que el director prepara sus proyectos es asombroso y La Sombra de una Duda es, en este sentido, ejemplo a tener presente. La dualidad temática entre el Bien y el Mal y la exposición y desarrollo de la (cuasi-morbosa) relación existente entre la pareja protagonista de este relato, una joven ingenua y su tío carnal, un dandi que parece ocultar ciertos misterios, están narradas con una planificación y una atención extraordinarias. Sólo cabe referir algunos ejemplos: la introducción de ambos personajes en la narración que parece ofrecernos la presencia de algún tipo de conexión entre ellos que corrobora la que nos sugiere el que los dos se llamen igual, Charlie (el uno y la otra tumbados en la cama, mirando al techo de sus respectivas habitaciones), las dos escenas en que el tío coge a su sobrina entre sus brazos (ocultación del recorte de periódico y solicitud de ayuda), los dos momentos que protagonizan las dos hermanas en la habitación de la más pequeña (oraciones e información sobre el horario de la biblioteca), los dos instantes en que la iglesia (su fachada, curiosamente) está presente como decorado (uno de los cuales es el epílogo del filme), los dos encuentros que la protagonista tiene con sus amigas cuando va acompañada por un hombre (primero, su tío, después, el detective), las dos cenas que se producen en familia (una con sonrisas y regalos, la siguiente con una tensión palpable y un demoledor discurso del tío en el que apenas puede contener sus opiniones y que es coronado por un primer plano de su rostro que causa un efecto aterrador y siniestro), la llegada y partida del tren al inicio y al final del relato (esto es, dos veces) y, por supuesto, los dos intentos de asesinato que acaecen en la trama (uno de ellos en un lugar, el garaje, en el que transcurre otra escena aunque de distinto cariz). La constante presencia de dualidades o, si se quiere, la continuada contraposición de las mismas situaciones pero de significado antitético, difuminan la distancia entre el Bien y el Mal (el mismo Tío Charlie es un tipo capaz de llevar a término actos benéficos, de tipo social y otros de naturaleza asocial) y engendran un universo tenebroso, negro y amenazador, particularmente para la joven Charlie cuyo mundo feliz e infantil se vela con la sombra de una duda para completar su tránsito a la madurez. El viraje hacia esa oscuridad que efectúa la narración queda plasmado en el demoledor exabrupto que el tío manifiesta a su sobrina en el deprimente antro al que la lleva (la segunda vez que el protagónico masculino deja traslucir sus opiniones íntimas).
A través de una iluminación y una temática con tintes "noir" (esta, cercana por la visión pesimista que desprende la cinta y su tema criminal, inspirado en uno de los primeros asesinos en serie de la historia, Earle Leonard Nelson, aquella -cortesía del operador Joseph Valentine- por el característico alto contraste de este género) apoyados ambos aspectos en un guión cuya mayor parte desarrolló el prestigioso autor teatral y novelista Thornton Wilder aunque en él también colaboraron Sally Benson y la asidua asistente (y señora) de Hitchcock, Alma Reville, el director retrata una sencilla y alegre comunidad en la que podrían llegar a suceder hechos realmente desagradables a o para cualquiera de sus integrantes y protagonizados, para más inri, por alguno de ellos. La deducción sobre el particular resulta definitoria y particularmente lúgubre ya que en el seno de una familia normal (nótese la calificación de familia media que recibe el clan de los Newton, grupo familiar al que pertenecen los protagonistas, en varios momentos de la historia) se puede esconder un aterrador secreto. Un disfraz que sobre lo oscuro viste la apariencia que otros cineastas como David Lynch se han encargado de seguir explorando y sobre el que Hitchcock vuelve en reiteradas ocasiones a lo largo de su trayectoria y que aquí se revela, ciertamente, inquietante. Como también lo puede ser la extraña y compleja relación (¿sexual?) que mantienen tío y sobrina, incorporados de manera notable por la grácil Teresa Wright y un Joseph Cotten que sabe dotar al personaje de esa ambivalencia que lo define. Si bien es cierto que, una vez descubierta por la sobrina la naturaleza oculta de su tío, la película centra su atención en una historia más convencional que, por tanto, se desenvuelve por unos senderos más transitados en el cine de suspense (aderezado aquí por la acertada partitura de Dimitri Tiomkin pese a comenzar un tanto desbocada como en él es característico), podemos continuar disfrutando de un ahondamiento en cuestiones temáticas y morales tan propias del realizador como es, sin ir más lejos, la elección entre el deber y el amor (filial, en este caso) al que se deben enfrentar muchos de sus protagonistas (el policía de La Muchacha de Londres y, por supuesto, esto se amplifica en Encadenados), siempre salpicadas con su habitual sentido del humor (representado en esta película por las conversaciones entre el padre de la familia, un simpático Henry Travers, y su vecino, el debutante en Hollywood, Hume Cronyn, que giran alrededor del asesinato perfecto). En el reparto también destaca la actriz que encarna a la matriarca del clan, Patricia Collinge, que desempeña un rol secundario fundamental por condicionar las reacciones de la protagonista (la escena de la despedida hacia el final del filme tiene una enorme emotividad).
A través de una iluminación y una temática con tintes "noir" (esta, cercana por la visión pesimista que desprende la cinta y su tema criminal, inspirado en uno de los primeros asesinos en serie de la historia, Earle Leonard Nelson, aquella -cortesía del operador Joseph Valentine- por el característico alto contraste de este género) apoyados ambos aspectos en un guión cuya mayor parte desarrolló el prestigioso autor teatral y novelista Thornton Wilder aunque en él también colaboraron Sally Benson y la asidua asistente (y señora) de Hitchcock, Alma Reville, el director retrata una sencilla y alegre comunidad en la que podrían llegar a suceder hechos realmente desagradables a o para cualquiera de sus integrantes y protagonizados, para más inri, por alguno de ellos. La deducción sobre el particular resulta definitoria y particularmente lúgubre ya que en el seno de una familia normal (nótese la calificación de familia media que recibe el clan de los Newton, grupo familiar al que pertenecen los protagonistas, en varios momentos de la historia) se puede esconder un aterrador secreto. Un disfraz que sobre lo oscuro viste la apariencia que otros cineastas como David Lynch se han encargado de seguir explorando y sobre el que Hitchcock vuelve en reiteradas ocasiones a lo largo de su trayectoria y que aquí se revela, ciertamente, inquietante. Como también lo puede ser la extraña y compleja relación (¿sexual?) que mantienen tío y sobrina, incorporados de manera notable por la grácil Teresa Wright y un Joseph Cotten que sabe dotar al personaje de esa ambivalencia que lo define. Si bien es cierto que, una vez descubierta por la sobrina la naturaleza oculta de su tío, la película centra su atención en una historia más convencional que, por tanto, se desenvuelve por unos senderos más transitados en el cine de suspense (aderezado aquí por la acertada partitura de Dimitri Tiomkin pese a comenzar un tanto desbocada como en él es característico), podemos continuar disfrutando de un ahondamiento en cuestiones temáticas y morales tan propias del realizador como es, sin ir más lejos, la elección entre el deber y el amor (filial, en este caso) al que se deben enfrentar muchos de sus protagonistas (el policía de La Muchacha de Londres y, por supuesto, esto se amplifica en Encadenados), siempre salpicadas con su habitual sentido del humor (representado en esta película por las conversaciones entre el padre de la familia, un simpático Henry Travers, y su vecino, el debutante en Hollywood, Hume Cronyn, que giran alrededor del asesinato perfecto). En el reparto también destaca la actriz que encarna a la matriarca del clan, Patricia Collinge, que desempeña un rol secundario fundamental por condicionar las reacciones de la protagonista (la escena de la despedida hacia el final del filme tiene una enorme emotividad).
"¿ De veras ?¿ De veras, Charlie ? ¿ Son seres humanos o son animales gordos y repugnantes? ¿ y que les pasa a los animales cuando se ponen demasiado gordos y envejecen?" |
Puede que La Sombra de una Duda no alcance la calidad de otras películas de este director imprescindible pero en ella se pulen ciertas cuestiones formales y de fondo definitorias en su filmografía y avisa de la llegada del período de madurez al cual se aproximaba de manera certera e irremisible el cine de Hitchcock. Un filme que es muy recomendable visionar varias veces para cerciorarse de la construcción milimétrica que lleva a cabo su autor y que nos introduce la sombra de una duda respecto a las personas que tenemos a nuestro alrededor e, incluso, sobre el comportamiento de nuestros seres más cercanos.
Otras películas con "serial killers" como protagonistas comentadas en el blog:
http://imprescinedible.blogspot.com.es/2008/11/mel-vampiro-de-dsseldorf.html
http://imprescinedible.blogspot.com.es/2011/11/la-noche-del-cazador.html
http://imprescinedible.blogspot.com.es/2008/07/el-estrangulador-de-boston.html
Las imágenes y/o vídeos se han encontrado en la red tras búsqueda con Google y se utilizan simplemente con fines de ilustración. Los derechos están reservados por sus creadores.
Otras películas con "serial killers" como protagonistas comentadas en el blog:
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"LA SOMBRA DE UNA DUDA" aborda con singular maestría y sensibilidad una temática que siempre obsesionó a Hitchcock: la dualidad que alberga el ser humano, una pulida y elegante fachada que muchas veces oculta y reprime un pujante caos interior que en ocasiones logra emerger.
ResponderEliminarEl ritmo narrativo de la película es tranquilo, creando un progresivo suspense al tiempo que describe personajes y observa atentamente la vida cotidiana en una pequeña población. Todo perfecto, salvo, quizá, lo relativo al personaje del detective, mera convención guionística.
A destacar, eso también, el sensacional trabajo de Joseph Cotten.
Un saludo.
Creo que fue la primera película que vi de D. Alfredo. Le tengo un cariño especial a la par que la considero una obra magistral.
ResponderEliminarExcelente en ambientación e intriga, me sigue fascinando como el primer día.
Además del gran malvado que recrea Joseph Cotten.
Un saludo
"El mal que se oculta tras una apariencia de normalidad" tema reiterativo en la obra hitchcockniana y que tanto juego le dió a lo largo de su carrera, sólo una pequeña muestra a vuela pluma "La soga", "Crimen Perfecto", "La ventana indiscreta", "Psycho", "Frenesí"... ¡Qué grandes!
ResponderEliminarLo mismo podríamos afirmar de "La sombra de una duda", una gran película, que más de un amigo cinéfilo, incluye dentro de la abultada lista de masterpieces del mago. Para mi no lo es pero se queda a las puertas.
Ah y me uno a las loas del pueblo ¡Grande Cotten en su caracterización del malvado tío!
Un cordial saludo.
Pobre Teresa Wright, su delicada interpretación queda olvidada por la majestuosa de Cotten pero es verdad,éste está magnífico.
ResponderEliminarBueno, David, es cuestión de revisar las pelis de Hitch...siempre es un placer cinéfilo.
Noodles, buen estreno hitchkconiano tuviste.
Efectivamente, Teo, el tema de la dualidad interior- exterior es constante en "Hitch" y, por cierto, aquí es interesante el tema de la visión que tenemos de la iglesia: en ambas ocasiones podemos ver sólo la fachada...
Saludos a los tres y gracias por vuestra participación.