6/2/13

Los Crímenes del Museo de Cera


House of Wax, Andre De Toth, 1953, EEUU, Vincent Price, Frank Lovejoy, Philys Kirk.

El declive de la industria cinematográfica era un drástica realidad a principios de los años cincuenta en EEUU. La televisión había llegado como una amenaza potente y real y, para remate, el reciente Decreto de Consentimiento del gobierno estadounidense obligaba a las productoras a deshacerse de las salas de exhibición (un divorcio que supuso, en la práctica, la muerte del "sistema de los estudios") haciéndose efectiva la resolución del Tribunal Supremo basada en las leyes antimonopolio. Había que echar mano del ingenio o, más bien, de ingenios varios para atraer al público y hacer frente a ese pequeño gran competidor. En fin, si ya se había podido con aquella temeridad que era el sonido y hasta éste había terminado como gran amigo inseparable del cine...pues habría que echarle arrestos otra vez. Probemos con la eclosión de aquellos cines al aire libre en los que se ve la película desde el interior de tu coche, sí, ya sabemos que existen desde los años 30 pero..., ¡vaya! la televisión es en blanco y negro, ¿verdad? impulsemos las producciones en color, sí, ya sé que filmamos en color siguiendo uno u otro procedimiento desde casi, casi el principio pero quizá ahora sea su momento, ¿oye, y si proyectamos la película sobre una pantalla curva y con sonido estereofónico? sí, algo como lo de aquel tipo, ¿cómo se llamaba aquel tipo, el de la Feria Mundial de Nueva York de 1939? Fats, no, Fred Waller, sí, eso es, el Vitarama de Fred Waller pero ahora lo perfeccionamos y lo llamamos Cinerama, ¿y qué tal si comprimimos la imagen con unos lentes anamórficos y descomprimimos la película cuando la exhibamos sobre una extensa pantalla? algo así como lo del francés, ¿Chrétien, no? Sí, también podemos...¿te acuerdas aquello que se utilizó alguna vez hace años, el invento aquel que te permitía ver las películas en relieve? Claro, podemos ofrecer imágenes que parezcan tridimensionales, filmamos con una cámara que tenga dos objetivos que funcionan a la vez y proyectamos con dos proyectores a un tiempo, el primero con un filtro rojo y el segundo con otro azul. Superponemos las imágenes en una pantalla ad hoc, le damos a la gente unas gafas especiales y con un león sobre sus piernas, a ver quién prefiere al pequeño monstruo.


Pues eso, estamos ante la primera gran irrupción de las películas en 3-D, un viejo invento en desuso que volvió al olvido mayoritario muy poco después...hasta ahora. El Cinemascope cuyo eslogan "¡Puede verlo sin gafas!" ya explicitaba una de las grandes ventajas para el espectador, recogió el testigo y se consolidó como la gran apuesta de la industria para competir con la televisión. Además, era una jugada mucho más práctica que el caro cine en relieve ya que requería ajustes mínimos en las salas y en los sistemas de proyección e, incluso, en el mismo plató, con la posibilidad de filmar con cámara estándar de 35 milímetros. Pero bueno, pongámonos las gafas y hablemos sobre el mayor éxito de la primera ola de la fiebre tridimensional que, además, es la primera película de este tipo que lanzaba un Grande, en concreto, la Warner Brothers y, para más inri, es la producción que estrena el nuevo y flamante procedimiento de sonido estereofónico de la casa, bautizado como WarnerPhonic, y, también, una de las primeras en alardear del WarnerColor. Desde luego, aquel aserto clásico que dice algo así como "es mejor verla en el cine porque en casa no es lo mismo" huelga resaltar que, muy posible y probablemente, se cumpla para la ocasión. A más de uno también le parecerá verdadera aquella otra frase popular que, como tal, casi todo el mundo ha dicho u oído "ves, esa es la típica película que si la ves en casa no te gusta pero si vas a verla al cine sí te gusta". Y es que Los Crímenes del Museo de Cera alcanza su celebridad por el relieve. Y en menor medida, y esto especialmente en lo que atañe a los aficionados al género, también es celebrada por instalar a Vincent Price en los "corazoncitos" de los seguidores del terror. Aunque este gran actor, todo un dandi del horror que dotaba a sus personajes de un refinado humor negro, ya había aparecido por algún producto fantástico es con este personaje con el que comienza su periplo como estrella e icono del género, algo por lo que también merece ser recordada esta historia que revisita el relato filmado en los años 30 por Michael Curtiz, El Misterio del Museo de Cera, que, a su vez, destacaba por sus aspectos tecnológicos al ser una de las últimas películas estrenadas con Technicolor bicrómico. En fin, Los Crímenes del Museo de Cera es la demostración evidente y palmaria de la existencia de las 3-D así como de la realización de "remakes" en tiempos pretéritos. Las primeras han vuelto en los tiempos actuales como una segunda ola "toffleriana" y los segundos han sido práctica nunca abandonada en el cine, si bien algunos la consideran abusiva en el contemporáneo.

Una película que por todo lo antedicho no puede ser despachada con una nota a pie de página a pesar de mostrarse un tanto envejecida (quizá el espectador actual esté acostumbrado a los horrores de cera) y contar con algún error estrepitoso además de soluciones forzadas en el guión de Crane Wilbur que apenas teje una historia alrededor del invento tridimensional (en uno de los momentos culminantes de la narración determinado personaje se yergue de manera ciertamente contradictoria con lo mostrado antes). No obstante, el libreto es dirigido de manera directa y eficiente por Andre de Toth, realizador competente al que los aficionados al Western y el cine negro tienen en buena estima y que, por cierto, era tuerto (no deja de ser curioso que la Warner decidiera poner este proyecto en las manos de un hombre con tamaño problema de visión), incluyendo, por supuesto, los planos más o menos afortunados, en mayor o menor medida gratuitos, algunos más originales, otros menos, pero que renten en la exhibición del artilugio. De eso se trata, en definitiva. En honor a la verdad y para ser justos cabe decir que bajo las circunstancias apropiadas la espectacularidad de la propuesta esconderá parte de sus debilidades. En cambio, si la visionamos en 2-D, supongo que este será el escenario habitual para el espectador contemporáneo, el conjunto es decente, podremos disfrutar de Price y de la divertida Carolyn Jones (por el reparto también aparecen Charles Bronson, aún acreditado como Buchinsky y Frank Ferguson, otro habitual del Western, éste sin acreditar), de una interesante y llamativa labor en el maquillaje de los hermanos Bau y de la construcción de algunos momentos notables como el de la persecución nocturna por las brumosas y solitarias calles urbanas.¡Ah, sí! que hace pocos años se realizó una nueva versión, bueno, pues bien.



Las imágenes se han encontrado tras búsqueda con Google y se utilizan exclusivamente con fines de ilustración. Los derechos están reservados por sus creadores.

4 comentarios:

  1. La cinta de Andre de Toth, como he podido comprobar, es un "remake" de "THE MISTERY OF THE WAX MUSSEUM" (1933) de Michael Curtiz (la edición en DVD que yo poseo, incluye ambas versiones). De la que ahora hablamos, es sin duda la más popular cinta rodada con el primitivo sistema 3-D y una de las más ambiciosas. Pese a que nunca pude disfrutarla en 3-D, "LOS CRÍMENES DEL MUSEO DE CERA" es un espectáculo hábilmente concebido, con algún detalle perverso, lleno de efectos y con un excelente Vincent Price que inauguraba aquí su galería de personajes terroríficos. Como dato anecdótico, mencionado en la documentada reseña de este blog, resulta chocante que el realizador nunca pudiera comprobar los efectos “tridimensionales” de su trabajo al ser (como Ford, Walsh y Lang) tuerto.
    Un saludo.

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  2. No deja de ser curiosa la anécdota de De Toth, otro ilustre integrante del Club de Los Tuertos. Y también es curioso que pocos hayan visto esta película en su formato original. Saludos.

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  3. Hola Ca, me ha llamado la atención que reseñaras esta película, pues es una de esas que vi varias veces de pequeña y que me impresionó mucho en su momento...esa Juana de Arco ardiendo...esa María Antonieta de cera...y todo el desenlace de la película...yo la recuerdo con mucho cariño y también a un Vincent Price que nos regaló uno de sus personajes más inquietantes.
    Para mí, estupenda película con la que disfrutar.
    Saludos!

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  4. Bienvenida, PULGACROFT. Bueno, desde este blog se intenta comentar un abanico amplio de películas aunque de momento "se echa mucho de clásico". Imagina disfrutar esta película en su formato de 3D, la verdad es que podrían pasarla en alguna sala ya que en nuestros días se está produciendo un buen número de películas de este tipo. Aunque no creo que fuera un gran éxito la verdad pero desde luego se ampliaría la experiencia de su disfrute. Ah, Vincent Price, ¿qué haríamos sin él?. Saludos.

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