Léon, Luc Besson, Francia, 1994, Jean Reno, Nicole Portman, Gary Oldman.
Que duda cabe que Luc Besson, para muchos el cineasta francés más "hollywoodense" y uno de los prohombres del cine de acción contemporáneo, concibe de manera particular su manera de hacer cine al que, en consecuencia, dota de un estilo personal en el que el envoltorio visual cobra cierto protagonismo sobre otras consideraciones. Esta historia que podría funcionar como continuación de la temática expuesta en Nikita, éxito que lo catapultó a la fama mundial, no supone una excepción a lo apuntado aunque con matices. La hipérbole violenta se amplifica en un ejercicio estilizado dominado por primerísimos primeros planos, encuadres forzados y un montaje vertiginoso, entre otras características, que depende del posicionamiento en el que se sitúe el espectador a la hora de enfrentarse al film actuarán como elementos de atracción o de repulsión hacia éste. Pero, sin duda, la audiencia no se mantendrá impasible. Y menos cuando consideremos la naturaleza de la relación que se dispone en el centro del relato que puede resultar ciertamente escabrosa para muchos por su posible carácter pedófilo y amoral. Una atrevida, incómoda y polémica apuesta que, evidentemente y dada su dificultad, nunca acaba de funcionar como eje vertebrador de la narración o como catalizador de la misma. Aún con esta relación difícil y absolutamente disonante por cuestiones morales (y sexuales) en su seno, el desembarco de Besson en los USA cosechó un atronador éxito de público. También es cierto que de ese vínculo que se establece entre la niña impúber y el lacónico asesino a sueldo se genera una sensación romántico-emocional que no permite acusar al film de no poseer sustancia ya que esta emoción se enhebra a partir de un efectivo despliegue de estereotipos (el mismo profesional, el malo "malísimo" y desquiciado) y por contraposición al mundo violento y sórdido en el que les ha tocado desenvolverse a sus dos integrantes. En la emotividad transmitida aparece subyacente cierto lirismo que consigue crear una aura de fantasía en el conjunto, algo a lo que también colabora la simbiosis que opera en ocasiones entre la imagen y la música del colaborador habitual de Besson, Éric Serra. Y hecho magnificado por la irrealidad en que se incurre por permitir el director que el espectador vislumbre el artificio fílmico, negando el principio de suspensión de la incredulidad por activa en una arriesgada y, desde luego, singular apuesta cinematográfica. En este sentido, la historia escrita por el propio Besson discurre en el alambre de la implausibilidad, sin preocuparse por la verosimilitud de lo narrado. Acaso el realizador prefiere socavar la delicadeza del material tratado con esta solución y se propone contar un cuento urbano contemporáneo en el que la poética fluye incluso con referencias metacinematográficas explícitas en mayor o menor medida (Louise Brooks, Gene Kelly). Sea como mecanismo de defensa para no traspasar la línea moral que supone ocuparse de temas como la formación como asesina profesional de una niña pre-adolescente u otros igualmente controvertidos pero velados en el argumento, o como herramienta para tejer una reflexión más o menos profunda sobre la soledad, la incomunicación y la amistad (o el amor), en esta oposición a suspender la incredulidad radica gran parte de la atracción de la propuesta. En León, El Profesional la participación del espectador en el artificio ayuda a construir una mitificación del cliché (el profesionalismo e implacabilidad del asesino en su trabajo) que lejos de explotarlo permite una efectiva inmersión en la narración cuyos límites se confunden con el género negro por la incorporación de ciertos elementos inherentes a éste como lo son el que el protagonista siga un férreo código de conducta propio, además de descubrirse como un ser vulnerable al que se le abre la posibilidad de redención en el clásico refugio del género negro (el viaje/huida hacia otro territorio, normalmente Méjico) o la extraña ligazón que acaba uniendo a la pareja protagonista la cual los sostiene en el mundo mísero, corrupto y podrido habitual de las ficciones criminales. Lástima que esa acentuación del estereotipo que desemboca en la mitificación cuasi-poética en los mejores momentos de la película acabe, en otros, en una parodia cuya funcionalidad dramática no está nada clara.
Un trepidante y prometedor inicio, rodado con habilidad y tensión negando el espacio, y una conclusión salvaje que toma la forma de hiperbólica locura, suponen las escenas de máxima acción del metraje. Entre la brutal presentación y el furioso desenlace, ambas notables en su ejecución, comprobamos los intentos de Besson por insuflar vida a una difícil (y escandalosa) historia, esfuerzo que en el mejor de los casos provoca emoción en el espectador pero que la mayoría del tiempo avanza sin profundidad o, mejor, sin rumbo determinado en las cenagosas aguas por las que navega. La naturaleza del material resulta al final peligrosa y errores garrafales e inexplicables en la linealidad temporal del relato, como el regreso de la chiquilla a casa, deben ser tenidos en cuenta pero, a pesar de ello, quedan aspectos muy interesantes en la concepción y ejecución de las escenas de acción (diferente a la habitual del cine americano) o en la mirada devota plena de admiración que se otorga al estereotipo, de tal forma que combinados con el estilizado y personal trabajo de cámara y de montaje de Besson, apoyándose en la labor del operador Thierry Arbogast y en la de la editora Sylvie Landra, y el cuidado en el diseño de producción, amén de un sólido elenco actoral en el que destaca la debutante Natalie Portman que acomete de manera arrolladora su rol de infante de descarada personalidad (y sin obviar la llamativa encarnación que hace un sobreactúado Gary Oldman de uno de los villanos más famosos de la historia del cine), se puede colegir que León, El Profesional dejará más satisfecho al aficionado al cine en general que al seguidor de las películas de acción propiamente dichas, siempre y cuando aquél valore la propuesta estética tan definida que se le ofrece y sea capaz de mantener su mente abierta hacia ella o cuando menos, la prepare para adentrarse en un terreno alejado de los patrones clásicos. Sobre este particular, esta apuesta del cineasta francés Luc Besson bebe de las fuentes primarias sobre las que deja patente que guarda cierta veneración aunque las desenvuelva de manera distinta y en un campo de juego tan diferente como es el de la acción y en el que todo queda supeditado a una buena dosis de vacuidad que posibilite disfrutar de explosiones, tiros y demás sin más pretensiones por parte de los incondicionales de este tipo de cine del que, por cierto, este realizador es uno de sus mayores animadores en la actualidad, sea como director, guionista y/o productor. Pero en el inicio de su filmografía encontramos esta pieza que, sinceramente, trasciende, o al menos lo intenta y por momentos lo consigue merced a su efectiva capacidad de emocionar, el campo de la acción al que parece acotada.
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A pesar de su carácter espurio y su vocación efectista "León, el profesional" es la película más interesante de la filmografía del francés.
ResponderEliminarBesson fusiona sin pudor argumentos e influencias cinematográficas (Scorsese, Lolita, Hawks, Pigmalion...) para facturar un producto equidistante entre el tosco exceso de Nikita y la trascendentalidad floja de "el Gran Azul". El resultado a pesar de sus imperfecciones y su falta de veracidad no está exento de lirismo ni de buenos momentos cinematográficos.
Así que yo diré sí (aunque no un gran sí) a "León, el Profesional".
Un cordial saludo y Felices Fiestas amigo Ca.
Hombre, David, veo que estamos plenamente de acuerdo :). Esta película debe ser de lo mejorcito de la filmografía de Besson. Espero en breve poder hincarle el diente a la adaptación que hizo hace un par de años de Adèle, un envite difícil pero su estilo puede ayudarle a librarlo (tengo mis dudas pero veremos). Feliz Navidad a ti (a vosotros) también. Espero que sigamos degustando cine e intercambiando opiniones por la blogosfera entre comilona y banquete. Salud.
ResponderEliminar¡Vaya se me olvidó que Àdele es también de Besson! Pues te diré que no esta mal... por supuesto es un pastiche de varios de los libros de la diva de Tardi, pero está bastante bien resuelta y alguno de los personajes es clavadito a los del cómic... y la Bourgoin ¡puffff! A parte de que está muy convincente en el papel... es que está guapísima en esta película.
ResponderEliminarDe hecho la he visto un par de veces, porque a mis niñas les gustó mucho, y por supuesto (aunque no llega al nivel de Leon) te la recomiendo.
Salud
Este es un comentario a la carrerilla, estos días no tengo mucho tiempo para leer los blogs habituales, porque ando bastante líado, pero no quería cerrar, hasta felicitaros las fiestas y un buen 2013 para ti y para tú blog.
ResponderEliminarAbrazo
Roy
Esperando normalizar la situación a primeros de año
Pues tomo nota de tu opinión, David (bueno y de las de tus hijas que seguro apuntan maneras cinéfilas :)).
ResponderEliminarFeliz Navidad, Sr. Juez, sea usted indulgente con las muchas películas que le esperan el año que viene.
Abrazos navideños y cineros.
Sobre la base de un guión jalonado de propuestas poco creibles, el pretencioso (y pasado de rosca) Luc Besson construyó un irregular thriller violento y efectista en el que el buscado toque intimista y humano se estrella contra un bloque de pretenciosas estupideces.
ResponderEliminarLa relación de la pequeña con el frío asesino es el forzado armazón argumental sobre el que gira el film. que funciona por contrastes pero sin el deseable rigor ni profundidad descriptiva. No obstante, pese a todo, algunos momentos consiguen desprender un cierto encanto. La razón podemos buscarla en Natalie Portman.
Un saludo ¡con mi deseo de un feliz cambio de año!
Pues, básicamente, coincidimos en considerar esta función como irregular pero con aspectos interesantes. Portman está magnífica, la verdad.
ResponderEliminar¡Feliz Navidad y que disfrutes de un buen montón de películas el año que viene!
Tan sólo he visto tres películas de Besson y ésta es la mejor de las tres con diferencia, para mi gusto.
ResponderEliminarHubiera podido ser mejor, ciertamente, pero adentrarse en esa relación ambigua por momentos entre adulto y menor fue una decisión arriesgada que acaba lastrando la apreciación posterior por su indefinición aunque ello permite reinterpretar significados.
Ni en los comentarios veo referencia al trabajo de Jean Reno y me parece injusto obviarle de ese modo porque tiene que pechar con un personaje estólido más que impávido y aquejado de esa indefinición respecto a su relación con la niña que permanece ausente de verbalizarse y que el bueno de Reno, quizás con pocas o ninguna indicación, intenta expresar con miradas.
Felices fiestas.
Efectivamente, Josep, lo que comentas sobre la relación entre los dos protagonistas va en consonancia con lo que hemos expresado: una apuesta difícil que deja el conjunto en una especie de tierra de nadie. Respecto al trabajo de Reno sólo me cabe expresar que desde esta bitácora, en algunas ocasiones, se obvian ciertos elementos de las películas reseñadas con ánimo de sintetizar y no explayarse pero, en otras, se hace con la esperanza puesta en que los comentarios los traigan a colación y ésta es una de esas ocasiones: para mí Reno también destaca con su adustez inocente en un papel poco desarrollado. Lo mejor de este blog son los comentarios, los cuales apuntan opiniones divergentes o similares y completan las recensiones expresadas, como en este caso. Bon Nadal, "amic blogosfèric".
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