Which way to the Front?, Jerry Lewis, EEUU, 1970, Jerry Lewis, Jan Murray, John Wood.
Los aficionados al género cómico, aquel tipo de películas que sitúan el "gag" como eje primordial sobre el que pivota su desarrollo desde el punto de vista narrativo y humorístico, ese tipo de filmes cultivados por cineastas tan relevantes como Chaplin, Keaton o Lloyd en los años 20 en Hollywood y ya presente en los albores del mismo medio cinematográfico, léase en el protocine, reconocemos en la controvertida figura de Jerry Lewis uno de sus grandes renovadores. No podemos obviar este detalle, de extrema importancia, para poder emitir un juicio sobre la calidad de la filmografía de este singular y polifacético artista cuya capacidad creativa cómica no debería ser puesta en tela de juicio en ningún momento. Ahora bien, siendo esto cierto, tampoco se puede negar la exageración autocomplaciente que llegó a practicar en determinados momentos de su trayectoria, provocando que para mucha gente Jerry Lewis sea un tipo cargante, excesivo, un bufo excéntrico. Sin duda, una personalidad que no deja a nadie indiferente y que polariza las posiciones en torno suyo pero que gozó de enorme éxito durante las décadas de los años cincuenta (el dúo que formó con Dean Martin causaba verdadero furor por aquellos años en los EUA) y sesenta (ya en solitario alumbró títulos tan famosos y reconocidos como El Profesor Chiflado). Precisamente, podemos situar la película que nos ocupa como el ocaso de su recorrido cinematográfico. O, al menos, temporalmente, puesto que, tras el rodaje de ella, se produjo un hiato de más de una década en su filmografía (si exceptuamos la polémica y no estrenada oficialmente, The Day The Clown cried). El agotamiento para la mayoría de la audiencia de la fórmula por la que Lewis generaba el humor parecía un hecho real. Otros cineastas como Mel Brooks o Woody Allen estaban llamando a la puerta y en la TV británica los Monty Python ya habían comenzado su genial Flying Circus.
No podía ser de otra manera, ¿Dónde está el Frente?, está bañada de todos los aciertos y todos los defectos que jalonan el itinerario cinematográfico de Lewis. La capacidad subversiva expresada a través de la comedia queda ilustrada de manera más o menos sutil, más o menos directa, en determinadas situaciones planteadas en esta película, un ataque contra el militarismo y el patriotismo, una sátira frontal contra el conflicto bélico. Quede claro que este mensaje se construye con los parámetros acostumbrados en el cómico en los que el surrealismo alcanza cotas límite (la acción transcurre en la II Guerra Mundial y la moda que visten los personajes se corresponde con la de época de filmación de la película) y que, en ocasiones, se torna excesivo. En el transcurso de la historia urdida por Gerald Gardner y Dee Caruso, guionistas habituales de la serie televisiva del Superagente 86, y a la que Lewis dota de su sello personal, encontramos algunos "gags" notables pero estos quedan subsumidos en un ritmo narrativo singularmente lento. Esta arritmia hace avanzar el relato con una tenue ligazón, de manera que el conjunto queda como una sucesión de "sketch" concebidos y ejecutados con desigual fortuna. Los divertidos títulos de crédito creados por Don Record ya anticipan que la fuerza de la propuesta radica en la visión pacifista que pergeña, mensaje en sintonía con la época de producción de la película y recogido por otras obras contemporáneas a ella como M*A*S*H, resultando su vertiente cómica desigual si la consideramos en su totalidad. Los momentos brillantes se alternan con otros no tan afortunados que, desgraciadamente, son mayoría.
La falta de ritmo o, mejor, la lentitud con la que se desgrana la historia, se salva en contadas ocasiones en las que asoma el genio de Lewis en la concepción y, en menor medida, en la ejecución de algunas situaciones y "gags". Es innegable que para transmitir la postura ideológica del filme, su carga de oposición al militarismo y de desafío a la autoridad, se gestan escenas muy divertidas que adornan aquella con mordaz sentido del humor. Pero el sarcasmo alcanza más allá del objeto principal y satiriza otros aspectos de la sociedad norteamericana, característica acostumbrada en Lewis. La capacidad de subversión del comediante queda apuntada y a ella se suman escenas de humor absurdo (el encuentro con Hitler), "gags" que invitan a la carcajada (el protagonizado por Steve Frankel y Bobo Lewis, actriz que no tiene ningún lazo familiar con Jerry) y/o críticas humorísticas hilvanadas con agudas puntadas (la reunión del Alto Mando estadounidense para decidir el posible avance de sus tropas). Motivos suficientes para que cualquier espectador encuentre excusa para acercarse a este irregular filme (por momentos aburrido, por momentos ocurrente) del sucesor, digno y natural, de los "monstruos" del "slapstick".
Las imágenes se han encontrado tras búsqueda con Google y se utilizan únicamente con fines de ilustración. Los derechos están reservados por sus creadores.
La falta de ritmo o, mejor, la lentitud con la que se desgrana la historia, se salva en contadas ocasiones en las que asoma el genio de Lewis en la concepción y, en menor medida, en la ejecución de algunas situaciones y "gags". Es innegable que para transmitir la postura ideológica del filme, su carga de oposición al militarismo y de desafío a la autoridad, se gestan escenas muy divertidas que adornan aquella con mordaz sentido del humor. Pero el sarcasmo alcanza más allá del objeto principal y satiriza otros aspectos de la sociedad norteamericana, característica acostumbrada en Lewis. La capacidad de subversión del comediante queda apuntada y a ella se suman escenas de humor absurdo (el encuentro con Hitler), "gags" que invitan a la carcajada (el protagonizado por Steve Frankel y Bobo Lewis, actriz que no tiene ningún lazo familiar con Jerry) y/o críticas humorísticas hilvanadas con agudas puntadas (la reunión del Alto Mando estadounidense para decidir el posible avance de sus tropas). Motivos suficientes para que cualquier espectador encuentre excusa para acercarse a este irregular filme (por momentos aburrido, por momentos ocurrente) del sucesor, digno y natural, de los "monstruos" del "slapstick".
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Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarLewis no es santo de mi devoción, sus risas exageradas y los gags demasiado evidentes. Quizás lo mio sea un humor más sutil.En cualquier caso sí aprecio la carga crítica de esta película. Estupendo post.
ResponderEliminarJerry Lewis forma parte de mi infancia y es muy cierto que en algunas de sus películas -dirigidas por él- el ritmo decae precisamente porque hay una especie de autocontemplación que acaba minusvalorando las geniales ideas del cómico, para mí eficacísimo en el absurdo enfrentado a cualquier objeto.
ResponderEliminarLa sátira que subyace en sus tramas la descubrí ya de adulto, lo que me hace sentir que Lewis aplicaba no tan sólo instinto sino también inteligencia.
Quizá de haber contado con Frank Tashlin a su lado en más ocasiones sus películas habrían sido más ligeras.
Con sus defectos, empero, es un cómico que todo cinéfilo debería ver para decidir si le gusta o no.
Un abrazo.
Los comentarios aportados verifican la polaridad que genera este cómico, gran continuador y renovador del género, cuya capacidad creativa sufre merma para muchos espectadores por su tendencia al histrionismo (como te sucede, Cristina).
ResponderEliminarBienvenido a este blog, Sr. Josep. Desde luego lo que apuntas ahonda en lo que he intentado manifestar en la reseña y, por tanto, concuerda con mi opinión sobre Jerry Lewis. Cierto, su dominio del absurdo es magnífico, hecho que demuestra que el humor inteligente también era lo suyo, generalmente su ejecución del slapstick es notable pero esa tendencia a la exageración ególatra que muestra en ocasiones le hace ser vilipendiado por muchos y oculta el agudo sentido del humor que era capaz de concebir.
Saludos a ambos y gracias por vuestra colaboración.
No la he visto ca, o al menos no la recuerdo, aunque bien es cierto que no revisito la filmografía de Lewis con asiduidad.
ResponderEliminarEntre sus comedias clásicas "El ceniciento" y "El profesor chiflado" son las únicas que he visto en mi edad adulta, pero recuerdo haberme tragado la mayor parte de su filmografía en un antiguo ciclo de tve que si mal no recuerdo programaron para las sobremesas del sábado.
He de decir que la película de Lewis más significativa, dentro de mis parámetros personales, es "El Rey de la Comedia" de Scorsese, el la que Lewis subvierte sus personaje de toda la vida interpretando a un cómico amargado y agobiado.
Poco más tengo que decir de la obra de Jerry Lewis, sólo felicitarte por atreverte con un material tan "delicado".
Un abrazo.
"¿DÓNDE ESTÁ EL FRENTE?" me parece uno de los ejercicios más arriesgados de Jerry Lewis, casi un film experimental que juega todo el tiempo al borde mismo del abismo. Pretendida sátira antibelicista, va más allá en muchos aspectos (formales y de contenido) no dejando títere con cabeza y sometiendo al espectador, desde chocantes propuestas, a un incomodante, paroxístico, aunque divertido viaje a través de las posibilidades de un humor agresivo, humillante y acidulado. En suma, la aparente megalomanía del Lewis actor-realizador le llevó en esta ocasión a patinar (y taconear al estilo nazi) con osadía sobre una fina capa de hielo. El público de la época, sorprendido por la evolución del autor, no supo estar a la altura y rechazó el film. Una catástrofe.
ResponderEliminarUn saludo.
Pues sí, David, se comprueba la "delicadeza" del trabajo de este cómico que, por otra parte y como bien dice Josep, debería verse para poder emitir un juicio personal sobre el humor que concibe.
ResponderEliminarSi ya es "arriesgado" detenerse en el conjunto de la obra de Lewis, hacerlo en esta extraña e incómoda sátira en que se convierte "¿Dónde está el frente?, en la que el cómico llega a resquebrajar esa capa de hielo que comentas Teo, puede llegar a polarizar aún más las opiniones. Creo que al público actual que se declara aficionado al cine también le costaría digerir esta arriesgada comedia y no me refiero, por supuesto, al espectador medio que disfruta del cine únicamente como producto de consumo y se dedica a visionar los blockbuster correspondientes. Sin duda, un cómico que genera disparidad, a quien se odia y se venera, pero al que no hay que negarle su condición de regenerador o heredero del género cómico. Saludos a ambos.