14/9/12

Perdición


Double Indemnity, Billy Wilder, EEUU, 1944, Fred MacMurray, Barbara Stanwyck, Edward G. Robinson.

La exploración que sobre la podredumbre del ser humano desarrolla Wilder con este relato supone uno de los pilares fundamentales sobre los que descansa uno de los Géneros por excelencia del cine: el llamado negro. Sin duda, esta historia sórdida ayuda a definir y establecer los márgenes por los que se moverían este tipo de ficciones y delimita los mismos, quedando trazadas las líneas maestras y disparado el pistoletazo de salida definitivo para el género que, por otra parte, mejor supo captar el espíritu de una época de la historia de los EEUU dominada por cierto desencanto moral y social. Corroborada la sintonía con su contexto socio-histórico con la aceptación de la que gozó entre el público y la crítica, la película cosechó siete nominaciones en la ceremonia de los Oscar (entre ellas, Mejor Película, Guión, Actriz y Banda Sonora -una disonante partitura de Miklós Rózsa-) sin alzarse con ninguna. Sin embargo, da lo mismo: Perdición mantiene su estatus y este se amplifica hasta consolidarla en una posición de prevalencia, reconocida más allá de los contornos de su género. Hoy, 68 años después de su realización y estreno, el resultado demuestra una vigencia absoluta y la consideramos como una de las grandes películas que nos ha dado el cine, una de las mejores excusas para sucumbir a los encantos de este Arte y perderse en los meandros de su curso.



Las bases definitorias del cine negro quedan expuestas, como se ha dicho, con esta historia tiranizada por la codicia y la lujuria, articulada entorno a "flash-backs" y desgranada con una voz en "off" y, además, dotada de una estilización expresionista en su iluminación, es decir, las constantes vitales del género impregnan la propuesta tanto en su vertiente temática como estética. Asimismo, el tono crudo y realista con el que se despliega el relato ejerce de patrón fundamental para el género. Perdición es puro cine negro, sin concesiones, arquetipo completo que presenta un universo descompuesto por el que desfilan personajes complejos y amorales que se conducen con el objetivo de satisfacer sus instintos primarios, sin dudar recurrir a la violencia moral y física cuando consideran que ésta es necesaria. La ambición y el deseo sexual someten a los protagónicos sin posibilidad de escapatoria, impulsándolos hacia su destino. En un mundo en el que los personajes respiran avaricia y lujuria y se mueven por pulsiones internas, en el que todo es deseo libidinoso y búsqueda del provecho económico, no es de extrañar que sus mismos moradores queden malditos. El ecosistema está corrompido y sus habitantes son seres putrefactos, cadáveres andantes podridos hasta el alma. La oscuridad que preside el salón de la mansión de los Dietrichson en el que se desata la confrontación final entre la pareja protagonista es la imagen alegórica de la negrura de los sentimientos de ambos, una escena de una puridad cinematográfica absoluta y asombrosa. La expresionista labor en la fotografía de John Seitz corona la metáfora. El cinismo corrosivo con el que Wilder y Chandler (en su primer guión para Hollywood) destilan  la novela original de James M. Cain alcanza su cúspide a partir de unos diálogos brillantes, precisos e incisivos y suple a la narración de un tono naturalista heredado de las fuentes literarias de las que bebe el género (los dos escritores citados, mismamente), ese realismo negro aducido antes, inherente y característico de él. Esta veracidad se acentúa con la elección y el uso que Wilder hace de las localizaciones, situando al espectador en una ciudad nebulosa y sombría como los afectos de los dos principales, asemejando los lugares por los que transitan a su oscuro interior.

Perdición, la película sobre cuya estructura narrativa comienza a crecer el tronco del árbol majestuoso del cine negro, una de las mayores muestras del uso del sexo como arma, representada con la súbita irrupción en ese árbol de una de sus ramas más vistosas pero cuyo fruto es mortífero: la mujer fría, calculadora, inteligente y atractiva. La mujer astuta, cruel y ambiciosa queda definida por y para siempre con Phyllis Dietrichson, incorporada por Barbara Stanwyck, una estupenda actriz que queda como icono del género. La depredación sexual que perpetra sobre un chulesco pero manejable vendedor de seguros, un tipo cuya vida gravita en la más completa mediocridad, encarnado por un extraordinario Fred Mac Murray al que el público de la época estaba acostumbrado a ver en papeles muy diferentes, instaura uno de los ejes fundamentales del cine negro: la seducción y  la tentación sexual forman una urdimbre sobre la que se bordan los celos, el adulterio y el asesinato. Una temática que en pleno apogeo del Codigo Hays obligaba a sortearlo con soluciones tan magníficas como el primer plano de la esposa mientras se comete un acto criminal espantoso.

Estoy podrida hasta el alma

El "enanito" que vive en el interior de cada cinéfilo obliga a visionar esta obra maestra cada cierto tiempo, ese hombrecito que tenemos en el estómago nos avisa que hay que acercarse a Perdición con urgencia en caso de no conocerla. De verdad.




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3 comentarios:

  1. Bueno poco que comentar, obra maestra total, por lo menos para mi. Hace unos días comentaba en mi blog lo deudora de Perdición que fue "Body Heat" y alguna otra. Estupendo post el que le dedicas.

    Saludos
    Roy

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  2. Obra maestra del cine, una de las mejores películas de Wilder y una de las mejores del género negro.
    Un género surgido del desencanto. Un género rico y profundo en contenidos artísticos, morales y sociales.
    Un género con el que el cine se hizo adulto. "Perdición" de Wilder es magnífico ejemplo de todo ello.
    Felicidades por la reseña.

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  3. Es difícil, pero seguramente sea la mejor de Wilder, y a mí la que más me gusta, o "El apartamento"? ...

    Es una pieza maestra y única. Nadie ha sacado más partido a Fred MacMurray y por su puesto la maravillosa, con esa expresión!.. Barbara Stanwick.

    Que maravilla. Gracias por recuperarla y de nuevo pensar en ella.

    Saludos

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