16/4/12

Todo lo que Usted siempre quiso saber sobre el sexo* * Pero nunca se atrevió a preguntar


Everything You always wanted to know about sex* * But were afraid to ask, Woody Allen, 1972, EEUU, Woody Allen, Louise Lasser, Gene Wilder.

Una de las películas divertidas del principio, como al propio Allen le gusta definir a los primeros filmes de su filmografía, Todo lo que ud. siempre quiso saber (...) resulta en su conjunto una propuesta desigual, como casi todos los filmes estructurados en segmentos independientes, aunque bastante amena y graciosa en su conjunto. El ingenio verbal del cineasta neoyorquino, ya pulido en su pretérita trayectoria como cómico de club y guionista televisivo, amén de en sus obras teatrales, se combina con ciertas dosis de "slapstick" pero también con una demostración de gran pasión por el cine (las películas de terror y ciencia-ficción quedan homenajeadas en algunas de las historias narradas en el film y en otra el cineasta muestra su admiración por el cine italiano) para concebir una revisión humorística sobre diversos aspectos relacionados con la sexualidad. La sucesión de situaciones cómicas de las que consta esta película, carentes de continuidad entre ellas, conforma una mirada de explícita socarronería sobre uno de los temas que más interés despierta en la sociedad occidental y que el mismo Allen ha convertido en uno de sus "totems" a lo largo de su obra.

Por supuesto el medio cinematográfico como manifestación cultural no ha sido ajeno al tratamiento de la materia y en lo que respecta al cine estadounidense, ya en la segunda década del pasado siglo XX encontramos filmes que abordan el tema de la prostitución y la trata de mujeres blancas para ejercerla (Traffic in Souls y The Inside of the White Slave Traffic, ambas de 1913) u otros en los que se muestra el cuerpo desnudo de las actrices y que coexisten con las -oficiosamente-  primeras películas pornográficas. Incluso a fines de los años 20 y principios de los 30  y pese a que en 1927 el ínclito Hays ya promulgara una lista de aspectos que los filmes debían evitar o la forma en la que deberían ser tratados, aparecen figuras como S.S. Millard que con sus películas sobre enfermedades venéreas o embarazos no deseados pone el dedo en la llaga. Todo ello sin olvidar el claro cariz sexual que desprendían ciertas figuras como Mae West o Marlene Dietrich, por poner dos ejemplos. Evidentemente, ciertos estamentos de la puritana sociedad americana clamaron al cielo y la aparición de la ultra-católica Liga de la Decencia y sus amenazas de boicotear las producciones consideradas inmorales, desembocaron en la creación del Código Hays, mecanismo mediante el que la exhibición de los films pasaba a depender de su aprobación por parte de la Oficina Breen, organismo que controlaba el cumplimiento de las directrices del mencionado Código y dependiente de la, por aquel entonces, Asociación de Productores y Distribuidores Cinematográficos de América. Obviamente, esto lanzó a directores y guionistas a la carrera de sortear los obstáculos impuestos por Hays y cía y elaborar referencias más o menos implícitas de muy diversa índole para seguir tratando temas como el que acomete explícitamente Woody Allen en esta película. Hasta el final de la II Guerra Mundial y principios de los años 50, el Código ejerció de yugo censor implacable, para, tras una re-escritura a mediados de década, abrir la mano y dejar que temas como la adicción a las drogas y la prostitución fueran tratados en la gran pantalla. Decisiones judiciales de la Corte Suprema de los EEUU junto con otros factores como la influencia de movimientos cinematográficos europeos y la competencia de la TV o el mismo éxito de películas no aprobadas por el Código (El Hombre del Brazo de Oro, 1955) desembocaron en la revisión parcial de las normas. Finalmente el deterioro definitivo de estas se produjo con la liberalización generada en la década de los 60 a través de la contracultura y la revolución sexual que desembocó en el primer desnudo de una estrella norteamericana en pantalla (nada más y nada menos que Jayne Mansfield en Promesas, Promesas, 1963), el primer filme destinado al gran público que fue aprobado por el Código en el que aparecen los pechos de una mujer (los de la actriz negra Thelma Oliver en El Prestamista, 1965), experimentos como Candy (1968) o filmes de contenido sexual más o menos explícito y de temática adulta como ¿Quién teme a Virginia Woolf? (1966) o Cowboy de Medianoche (1969). No olvidemos hacer referencia a todos aquellas producciones que, fuera del circuito oficial, se aproximan al sexo u otros temas escandalosos o prohibidos hasta este momento como son el ciclo de películas nudistas que se desarrolló en las décadas de lo 50 y 60, la irrupción del primer gore (Blood Feast, 1963) o el inicio de la carrera de Russ Meyer. Precisamente estos nuevos tiempos se reflejaron con la asunción, en 1968, de un  sistema de calificación de películas que pretendía servir como orientación a la realización de las mismas, llegando a la aceptación del sexo, en concreto, en las películas de los años 70. A este respecto valgan como ejemplos la premisa argumental de Tarde de Perros ( el atraco que intenta perpetrar el protagonista está motivado por la obtención de fondos con los que financiar la operación de cambio de sexo de su pareja) o las referencias sobre el tema que aparecen en la exitosa M*A*S*H, la proliferación de películas exploitation (todas las de cárceles de mujeres, por ejemplo) o la etapa de esplendor del porno con la divertida Garganta Profunda (1972), Detrás de la Puerta Verde (1973) y El Diablo y la Señorita Jones (1974). 



Así pues, el filme que nos ocupa llega en un momento de tolerancia hacia el planteamiento del sexo en la gran pantalla, circunstancia que no resta cierta audacia presente en algunas historias (la relacionada con la sodomía) y, por supuesto, no difumina el tratamiento cómico con que se plantea el objeto. Comicidad que alcanza momentos cercanos a la brillantez (la última historia) pero que en ocasiones se resiente de una resolución abrupta (la viñeta del travestismo). En el transcurso de los diferentes segmentos se exponen aspectos relacionados con el sexo, algunos de los cuales son tratados con mayor acierto que otros, pero en todos ellos se advierte la habilidad de Woody Allen para plantear situaciones cómicas aunque apenas las desarrolle en algunas ocasiones. Capacidad que lo sitúa como uno de los más grandes renovadores de la comedia americana en la década de los años 70 y el más claro exponente del género dentro del Nuevo Hollywood. Todo lo que Usted siempre quiso (...) es una propuesta irreverente y entretenida firmada por uno de los más reconocidos humoristas de la historia del cine que sin lograr cotas de excelencia si garantiza entretenimiento y, además, rinde un sentido tributo al cine convirtiéndose en una especie de ejercicio meta-cinematográfico. Humor absurdo, agudeza verbal, algo de "slapstick" y guiños cinéfilos...sin duda, elementos que definen a este filme como recomendable a pesar de sus altibajos.



Otras películas de importantes cómicos del cine estadounidense comentadas en el blog:

http://imprescinedible.blogspot.com.es/2011/09/detective-la-fuerza.html

http://imprescinedible.blogspot.com.es/2011/01/yo-soy-el-padre-y-la-madre.html

http://imprescinedible.blogspot.com.es/2010/08/tiempos-modernos.html

http://imprescinedible.blogspot.com.es/2010/04/una-noche-en-la-opera.html

Las imágenes se han encontrado en la red tras búsqueda con Google y se utilizan simplemente con fines de ilustración.Los derechos están reservados por sus creadores.



2 comentarios:

  1. A pesar de ser irregulares, me encantan las primeras películas de Woody Allen, sobre todo Toma el dinero y corre. La más redonda. De ésta, me quedo con la última historia, la de los espermatozoides, memorable.

    ResponderEliminar
  2. ¡Bienvenido al blog! Yo también me quedo con la última historia...un divertido homenaje a la Ciencia- Ficción. Un saludo.

    ResponderEliminar