The Last Wagon, Delmer Daves, 1956, EEUU, Richard Widmark, Felicia Farr, Susan Kohner.
La madurez que al género "western" confieren en la década de los cincuenta realizadores como Mann, Boetticher o el propio director y co-guionista de esta película, Delmer Daves, permite tratar en sus relatos temáticas político-sociales o dotar a sus personajes de mayores dimensiones psicológicas, enriqueciendo, por ello, las relaciones que se instauran entre ellos y construyéndose, de este modo, una mayor complejidad narrativa en los relatos del género pero siempre repitiendo el telón de fondo argumental habitual a lo largo de la historia de este tipo de cine y que se mueve, entre otras, por constantes como la colonización, la venganza, la lucha del hombre blanco con los indios, la justicia extrema y expeditiva o los viajes. Es por presentar estas coordenadas temáticas e iconográficas que podemos enmarcar sin dificultad alguna este film de Daves en ese período en el que el "western" ya es adulto y expone temas más oscuros e intensos en sus ficciones. De hecho, en esta ocasión el director parece firmar un alegato pro-indio, cuestión que ya había demostrado preocuparle si nos atenemos a su filmografía en la que encontramos el - oficiosamente- primer "western" en el que el tratamiento otorgado a los nativos norteamericanos los dota de cierta sensibilidad, preocupándose por intentar reflejar su punto de vista y, además, se aboga por la posibilidad de una co-existencia pacífica, hecho que hasta cierto punto supone un reconocimiento implícito de la realidad de la conquista sobre los territorios del Oeste de los EUA (Flecha Rota,1950).
La película se abre con un notable inicio, pleno de acción e intensidad, muy bien punteado por la partitura clásica de Lionel Newman y que ya sitúa la narración en los majestuosos paisajes del Cañón de Oak Creek en el estado de Arizona, para continuar, en su primer tramo, con una atmósfera de intensidad emocional en la que subyace la presencia de una violencia latente, característica habitualmente presente en los "westerns" de Daves. Pero el relato, hacia su mitad y, en especial, en su último tercio queda lastrado por una sub-trama romántica innecesaria y solo justificada desde el punto de vista comercial y, sobretodo, por un desafortunado final, precipitado y forzado. Pese a esta conclusión, la propuesta de Daves consigue ofrecer aspectos atrayentes desde el punto de vista técnico-artístico (planos bellos, encuadres trabajados) y logra la creación de tensión tanto en la sensación de cerco en la que se encuentran los personajes por la amenaza exterior que sufren (los indios Apaches) como en el plano de las relaciones interpersonales que se establecen entre ellos (al menos hasta cierto momento de la trama). Precisamente, la construcción psicológica de los personajes adolece de cierto maniqueísmo y vínculos creados entre ellos avanzan obligados, sin la naturalidad exhibida en otros "westerns" del mismo Daves como, por ejemplo, la posterior El Árbol del Ahorcado, hecho que diluye los conflictos planteados y los relega a segundo término, circunstancia que se agrava en determinado instante por olvidarlos y reemplazarlos hasta el monólogo final por el mencionado hilo argumental romántico y las escenas de acción.
Aún así, quedan apuntadas reflexiones sobre las diferencias culturales rematadas con el suculento discurso final que parece dar a entender que se deben respetar las diferentes manifestaciones culturales, lo que abre el campo de debate hacia, por ejemplo y como no sucede en la película, el planteamiento de la pena de muerte o cualquier otra circunstancia que pueda afectar a derechos humanos. La conclusión de Daves parece encaminada hacia el relativismo cultural, posicionamiento desde el que se puede derivar hacia la defensa de un relativismo ético que propugne la inexistencia de criterios de valoración de las expresiones culturales (en este caso, la ley comanche otorga el derecho a matar a otras personas como acto de venganza o la ley del hombre blanco permite quitar la vida de seres humanos en actos de guerra) y, por ello, termine aceptando estas como válidas. Es decir, cada cultura decide aquello que es válido o no, sin que se pueda cuestionar. Es obvio que cada cultura, y dentro de ella cada persona, tenga sus preferencias pero en las cuestiones referentes o que puedan influir en el desarrollo de una existencia humana plena, podemos situarnos en un plano en el que existan unos criterios de valoración objetivos aplicables a cualquier cultura y persona (pluralismo cultural). No obstante lo apuntado, el mensaje transmitido se encamina hacia otro derrotero igualmente sugerente, a saber, la posibilidad de entender la manera de vivir de los nativos americanos y el respeto hacia la misma e, incluso, se reconoce una superioridad del modo de vida de los indios considerado en contacto con el medio natural, algo que Daves ya había dejado patente en la narración sin necesidad de recurrir al arco argumental sensiblero con su diálogo sobre la vida en la Naturaleza que ofrece el personaje encarnado por Richard Widmark.
Resumiendo, nos encontramos ante un "western" con aspectos interesantes pero que se encuentra un peldaño por debajo (y ello pese a las posibilidades de debate que genera su mensaje, por un lado, y, por el otro, a algunos momentos en los que se alcanza un vigor dramático notorio) de otros firmados por un realizador que colaboró a que el género alcanzara la adultez en cuanto a sus temáticas y la manera de abordarlas.
Otros westerns de Delmer Daves comentados en el blog:
http://imprescinedible.blogspot.com.es/2011/02/jubal.html
http://imprescinedible.blogspot.com.es/2012/03/el-arbol-del-ahorcado.html
Las imágenes y/o vídeos se han encontrado en la red tras búsqueda con Google y se utilizan simplemente con fines de ilustración. Los derechos están reservados por sus creadores.
Davis tiene un buen puñado de westerns, y este quizás sea uno de los mejores. A mi sus películas que más me gustan son "El árbol del ahorcado", "Broken Arrow" y sobre todo su "3.10 to Yuma"
ResponderEliminarSaludos
Roy
No la he visto, de hecho de Daves sólo tengo recientes "Flecha Rota" y "La senda tenebrosa" (ambas bastante buenas) habrá que aplicarse y conseguirla.
ResponderEliminarEn otro orden de cosas os hemos concedido el premio Liebster como uno de nuestros blogs favoritos.
Porque imprescinedible no sólo ganamos una nueva referencia cinéfila sino un nuevo contertulio para nuestros ciclos de cine.
http://ciclos-decine.blogspot.com.es/2012/04/el-premioliebster.html
Un cordial saludo y por supuesto no te sientas obligado si no te apetece a seguir la cadena. Felicidades.
¡Vaya parece que tenemos a dos de los más duros jueces entre nosotros! espero que haya suficiente espacio para ambos y no tengan que enfrentarse en un duelo con pistolas en la solitaria calle principal del pueblo, con todos nosotros mirando detrás de las ventanas de las casas o desde la puerta del saloon. Juez, citas lo más granado en cuanto a los westerns de este director.
ResponderEliminar¡Gracias, David! por supuesto que seguiré con la cadena, prometo hacerlo a lo largo de esta semana. Pero vosotros tenéis que continuar programando esos ciclos de cine, a ver con que nos sorprendéis para el próximo.
Saludos a ambos.
Con un (anti)héroe tan ambiguo como el de “EL TREN DE LAS 3:10”, pero más expeditivo (obsérvense los noqueantes primeros minutos de la cinta en que quedan establecidos los parámetros por los que se mueve -en sentido literal-ese Comanche Todd incorporado por Widmark), con una sabia utilización del formato CinemaScope y la incorporación del paisaje como un elemento protagónico, condicionante de vidas y comportamientos, este vigoroso western de vibrante acción y secos estallidos de violencia, se encuentra entre los mejjores logros de Delmer Daves.
ResponderEliminarEste realizador dió lo mejor de sí mismo en media docena de excelentes ejemplos del género, a saber, “FLECHA ROTA”, “JUBAL”, “COWBOY”, “EL ÁRBOL DEL AHORCADO” o el mencionado “EL TREN DE LAS 3:10”. Los dos que rodó con el actor Alan Ladd, "TAMBORES DE GUERRA" y "ARIZONA, PRISIÓN FEDERAL", con ser muy interesantes, no alcanzan la asombrosa fuerza de los seis citados.
Un saludo.