9/10/12

Grupo Salvaje


The Wild Bunch, Sam Peckinpah, 1969, EEUU, William Holden, Robert Ryan, Ernest Borgnine.

Si usted permanece impasible tras visionar los veinte minutos iniciales de este brutal largometraje...en fin, no sabría que decirle pero, desde luego, habrá visto una pieza escalofriante y única de la historia de la cinematografía mundial. Una presentación construida de tal manera que la tensión latente que transpira explota y ¡cómo!. Impresionante, de verdad.

Si se mueven...¡mátalos!

Conocida por su exposición de una violencia extrema, Grupo Salvaje es más que eso, por supuesto. La,  para muchos, obra maestra de Sam Peckinpah, rodada en plena madurez creativa de este singular y polémico cineasta (el año siguiente firmaría la brillante La Balada de Cable Hogue), reúne competencia fílmica y profundidad emocional. La historia de seres anacrónicos que se comportan incapaces de insertarse en un nuevo orden de cosas, vencidos en el plano físico y moral por el paso del tiempo, se plasma con una inusitada intensidad dramática  teñida de una poderosa aura de melancolía, además de exhibir ese particular tratamiento de la violencia, sello de identidad de su director. Precisamente, los excesos de Peckinpah, que irían aumentando según avanzaba su trayectoria profesional, no pueden ocultar la indudable capacidad creadora y cinematográfica de este realizador que se fogueó con Don Siegel tras acumular experiencia en el campo del teatro y la TV, y que en la década de los 70 alcanzó a consolidar un controvertido estatus de estrella maldita a través de una interesante filmografía sobre la que extiende sus preocupaciones vitales y su mirada sociopolítica, un itinerario profesional que estuvo jalonado por continuos enfrentamientos con  productores y censores y mediante el cual, si lo circunscribimos al territorio del "Western", consiguió la renovación de este género. La aportación de Peckinpah a éste trasciende las fronteras del mismo, lo desmitifica de manera nostálgica y, asimismo, logra acercarse de una manera más profunda respecto a como lo acomete Sergio Leone con sus Spaghetti y/o en relación al tratamiento más humorístico dado al género en Dos Hombres y un Destino. Una línea trazada por Peckinpah que se encargaron de seguir dibujando otros como Arthur Penn (poco después) e, incluso, Clint Eastwood  unos años más tarde.

Filmada en un contexto social marcado en los USA por, entre otros acontecimientos, la Guerra de Vietnam y considerada por muchos como una alegoría sobre este conflicto y una reflexión sobre la política exterior norteamericana de la época, Grupo Salvaje puede afirmarse con total seguridad, sin embargo y alejándonos de lecturas políticas, que expande el territorio del "Western" a través de la particular mirada de "Bloody Sam", una visión en la que no existe una interpretación legendaria de los hechos y personajes. Al contrario, respetando la iconografía del género (constatada con la presencia de actores característicos del mismo) y ciertos temas capitales desde el punto de vista argumental como la existencia de una violencia que aquí queda elevada a la categoría de implacable, Grupo Salvaje desarrolla una operación antónima a la idealización. La localización temporal tardía de la acción así como geográfica, el relato se sitúa en plena Revolución Mexicana, permite enclavar a los personajes en un contexto límite tanto en el plano físico como en el emocional. La llegada de una nueva era representada por inventos industriales como la ametralladora y el coche convierte a los protagonistas del relato en seres anacrónicos, fuera de lugar y sin futuro para los cuales es imposible seguir procediendo acorde a sus valores e ideales. Su mundo está moribundo, en él ya no tienen cabida el sentido que ellos le conceden al honor o la amistad, y en una asombrosa demostración de coherencia interna, el filme concluye con la única solución posible. La violencia intrínseca del modo de vida de los personajes y del entorno se clausura con una abrumadora coreografía sangrienta, en un acto de redención final filmado con apabullante maestría por Peckinpah. Desde luego, estos algo más de siete minutos se confirman como un ejercicio cinematográfico potente y salvaje para cuya consecución la fase de edición cobra especial relevancia al tener que montar lo rodado con varias cámaras a distintas velocidades. El concepto audaz del montaje y el particular tratamiento que se ofrece de la violencia funcionan como los ejes de este consecuente colofón a una historia intensa desde el punto de vista dramático y formal.



Grupo Salvaje se desenvuelve con energía dada su riqueza y complejidad temática pero también desde el aspecto técnico confirmado con el empleo de recursos como la cámara lenta para amplificar el efecto de la dureza de la violencia, o esa pericia en la sala de montaje antes referenciada que engasta la concepción y ejecución del encarnizado y cruento duelo final que pone fin a la narración. También tienen cabida otros elementos, que podríamos llegar a considerar como manierismos de la época, como los barridos o el zoom que aquí consiguen utilidad dramática en la representación de un paisaje agreste e inmenso capturado en formato panorámico con la inestimable ayuda del operador Lucien Ballard. Es evidente que Peckinpah conocía su oficio. Como también se manifiesta que este cineasta es un notable narrador capaz de crear ambientes y asignarles una función dramática y narrativa y poblarlos con personajes a los que logra insuflar vida. Viejo y cansado, Pike (un soberbio William Holden) personifica un código de honor en el que la fidelidad y la camaradería operan como piedras angulares, unos valores insostenibles en un universo corrupto, feroz y cambiante. Su tiempo y el de sus compañeros parece haber pasado y en un acto de salvaje liberación final, el grupo se mantiene unido por un código moral propio. El empaque de la cuestión queda ampliado por el tono triste con que se impregna a la aventura (otra demostración de cohesión interna) y se magnifica con la aparición de una violencia épica y descarnada. En la década de los noventa irrumpió un director (supongo que no es necesario indicar su nombre) al que las nuevas generaciones encumbraron en el altar de la exposición de la violencia, probablemente esta afirmación se produjo desde el desconocimiento de la obra de Peckinpah. De sus fuentes han bebido Woo, Scorsese, Eastwood y, sí, Tarantino, entre otros. En Grupo Salvaje el acto violento se encuentra cohesionado con el nervio de su historia y alcanza una cualidad lírica y catártica, es, en definitiva, inherente a la naturaleza de la sociedad e, incluso, para los niños es una vivencia cotidiana y hasta trivial. Un elemento de la vida del que son testigos y al que, más tarde o más temprano, tendrán que recurrir. La demoledora conclusión y la tremenda forma de estamparla en la cara del espectador hacen de Grupo Salvaje un ejercicio cinematográfico poderoso del que no necesitamos ningún "remake" ni como el que el recientemente malogrado Tony Scott parecía querer abordar, ni de cualquier otro tipo.

Es curioso que la cristalización en la pantalla de la furiosa violencia, lograda con brillantez en el aspecto formal, consiga concederle una suerte de heroicidad moral a los actos brutales descritos, de tal manera que Peckinpah acaba por convertirse en un "mitificador" de aquello que desmitifica. No obstante, la consideración de este interesante realizador debe sobrepasar la simple acción de inventariar su obra como violenta y despacharlo como uno de los maestros de la violencia en la gran pantalla, sin más. Su peculiar mirada existencial y su capacidad cinematográfica van más allá. Y como muestra esta gran película que no deja impasible al espectador de ninguna de las maneras.



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5 comentarios:

  1. Una obra maestra incuestionable, y uno de los mejores westerns de todos los tiempos.

    Realmente me encanta, una de las películas de mi vida, amarga, lírica, en donde eso de la amistad tiene una importancia capital.
    Secuencias memorables dificiles de olvidar.
    Esas miradas de los personajes, tan cansados, lejos de su tiempo, que incluso no pueden ni subir a su caballo.
    Maravillosa.

    Saludos

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  2. Lógica prolongación y profundización en la temática que sirviera de base al hermoso y melancólico film “DUELO EN LA ALTA SIERRA”, del mismo Peckinpah, realizador que vertebraría el contenido de sus obras más impor­tantes sobre estas premisas. Hombres de frontera, inadaptados y violentos, sobre­viviendo fuera de época, en un tiempo que ya no es el suyo, alcanzados por los cambios y la evolución social, aplastados por la vejez, en perpetua huída hacia adelante y ya sin fronteras que alcanzar. Al final, cansados, derrotados, unidos para darse calor, girarán sobre sus talones y saldrán de la única manera posible, del único modo que saben hacerlo, con la dignidad de caballeros medievales en una última y violenta confrontación.
    Impresionante película (a la que sólo le reprocho el uso del zoom como recurso narrativo) que ya en su día marcó época y nos dejó a todos noqueados, convirtiéndose en un clásico incontestable (y revelador) del género.
    Un saludo.

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  3. Sin duda alguna uno de los mejores westerns de la historia del cine y una obra maestra cinematográfica.

    Uno de mis títulos favoritos y razón suficiente para amar el cine por su sola existencia.

    Gran entrada. Saludos en paralelo.

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  4. Obra maestra del western y cota más alta del cine de Peckinpah un autor que con sus películas (las mejores y las peores) siempre me provoca sensaciones contradictorias.
    Ora me impresiona, ora me repele y es que el tipo hacía un cine duro de co..nes.
    A pesar de aupar a la cima de su carrera "the wild bunch" creo que su película más equilibrada es la también imprescindible "Duelo en alta sierra", otra de sus obras maestras.

    Peckinpah un director que comparte con los clásicos su vigencia a pesar de su rabiosa modernidad.

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  5. Veo que tenemos todos en alta estima a esta importante película. Gracias a todos por pasaros por aquí a dejar vuestras impresiones y, Teo, suscribo todas y cada una de tus palabras si me lo permites (con excepción del recibimiento que se le hizo al film, no pude disfrutar de ello... la edad, la edad). Por cierto, David, esa contradicción que sientes con Peckinpah es bastante habitual, es un cineasta que no deja impasible. Bienvenido Iñaki, ya tenía en cola la de Blatty pero gracias (una vez más)por la recomendación. Esperemos poder seguir subiendo a nuestros caballos y leernos en los blogs. Saludos a todos.

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