The Dirty Dozen, Robert Aldrich, 1967, EEUU, Lee Marvin, Ernest Borgnine, Charles Bronson.
Descomunal éxito de público que a día de hoy sigue gozando de gran popularidad, y no sólo entre los seguidores del género bélico, y que se mueve a lo largo de la línea fronteriza que separa las ficciones antibelicistas y los relatos de guerra al uso construidos con el reclamo de la acción violenta como eje principal. Precisamente, esta ambigüedad queda resuelta en la última media hora del largometraje al decantarse Robert Aldrich por celebrar una exaltación de la violencia por la violencia en un frustrado intento, quizá, de denunciar la barbarie de los conflictos bélicos, suposición bastante lógica si atendemos al resto de la mayor parte de su prolífica cinematografía y su carácter liberal expuesto en ella. En cualquier caso, Doce del Patíbulo supuso para el director el reconocimiento por parte de la audiencia de la época y, hoy por hoy, puede que sea su película más recordada para la mayoría del público general.
El libreto que adapta el "best seller" de E. M. Nathanson que da pie a la película, firmado por el prestigioso Nunnally Johnson y Lukas Heller pero muy trabajado por el propio Aldrich, estructura la historia en tres bloques diferenciados por su interés y su tonalidad. En el primero encontramos la parte de mayor enjundia con la introducción de los personajes, el segundo se desenvuelve con tono amable pero no hace más que profundizar en los clichés del cine más puramente comercial y, por último, la parte conclusiva del relato construida con acertada tensión torna el cariz del filme despiadado y violento, aunque para los estándares de nuestros días no sea tan rotunda esta circunstancia. De todos modos y considerando los desiguales resultados de los distintos segmentos de la película, ésta está narrada con pulso firme por su director quien la dota de garra y energía, logrando que las dos horas y media de metraje resulten entretenidas en su conjunto. En este sentido, el filme funciona como producto comercial apoyado en sus dosis de acción y su variado surtido de personajes encarnados por un grupo de actores envidiable para cualquier película capitaneados por un excelente y duro Lee Marvin. Desde luego que el elenco es atrayente y conjuga intérpretes en su mejor momento (el propio Marvin), secundarios de cierto renombre (el lacónico Charles Bronson) y legendarios (Ernest Borgnine), personalidades singulares del Séptimo Arte (John Cassavetes), estrellas en ciernes (Donald Sutherland) y veteranas (Robert Ryan) y hasta deportistas de élite (Jim Brown, el considerado por la prensa especializada como mejor jugador de fútbol americano de todos los tiempos y que protagoniza una escena propia de este deporte); sin duda, este reparto se erige como una de las bazas principales de la propuesta.
Una propuesta que asienta unos patrones por los que se moverán muchas producciones posteriores dentro del género y que, a tenor de su reconocimiento popular actual y de otras más recientes (Malditos Bastardos), podemos asegurar que mantiene su vigencia como producto de entretenimiento más de cuarenta y cinco años después de ser rodada. El estilo firme de Aldrich ayudado por la labor dinámica en la edición de Michael Luciano y la correcta fotografía del operador Edward Scaife, además de las actuaciones de su reparto coral, se sitúan como causas de esta exitosa permanencia en los gustos del público mayoritario. Sin olvidar, claro está, el tratamiento de acción y aventura característico del género. La pericia y la efectividad de Aldrich, quien no duda en introducir dosis de humor en determinados momentos del relato y que es capaz de encontrar soluciones interesantes en otros, se encuentran detrás del éxito de esta historia de misión imposible que, por una parte, plantea cierta mirada "anti-establishment" mediante el desafío a la autoridad o por asignar el papel de héroes la colección de seres asociales que protagonizan la aventura e, incluso, por la misma presencia de prostitutas en determinada situación pero, por el otro lado, no duda en plasmar la heroicidad de la violencia más salvaje. De hecho, una mirada que parece ser crítica en su planteamiento acaba en el acto final certificándose como una glorificación de aquello que se cuestionaba. Esa posible lectura antibélica queda diluida a través del exabrupto final.
En fin, Doce del Patíbulo es una muestra de buen cine comercial y parece no haber envejecido demasiado a pesar de lo previsible que es el desarrollo de la trama. Cinta discreta pero entretenida, especialmente en su inicio y, quizás, en su bien filmada pero sangrienta conclusión, que puede captar el interés independientemente de si el espectador es seguidor o no del género ya que cuenta con algunos indudables méritos, algunos de los cuales se han tratado de enumerar en este comentario.
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Una película de acción de manual, perfecta en su extructura como eso, cine de acción de calidad, con guión de hierro e interpretaciones poderosas, gran film tío, clásico.
ResponderEliminarSaludos.
Como bien dices una película que no ha envejecido.
ResponderEliminarTodavía entretiene y mucho estas aventuras de Lee Marvin & company.
Además de todos los actores, que maravilla! Pocas veces hemos asistido a un reparto tan bueno y extenso.
Un clásico para disfrutar durante muchos años.
Saludos
Estoy de acuerdo con vosotros en que la película no ha envejecido y, aunque personalmente no la calificaría como un gran filme, sí recomendaría su visionado a todos los amantes del bélico y la acción o sencillamente a los admiradores de alguna o varias de las estrellas de su reparto. Sólo por el elenco de actores vale la pena disfrutarla.
ResponderEliminarAhora bien, Ca, discrepo de tu apreciación de que la "posible lectura antibélica queda diluida a través del exabrupto final". A mi entender, Aldrich sí mantiene en las últimas escenas una crítica antibelicista a pesar del abuso de violencia que las caracteriza. La narración nos sitúa en un campo de batalla durante la II Guerra Mundial, y como tal guerra, termina (a pesar de lo fantástico de la misión) con muertes y destrucción. Podríamos hablar pues de un final "realista", eso sí, para no cambiar las buenas costumbres, con el triunfo de la libertad gracias a la intervención de los norteamericanos. No falta en estos momentos finales del metraje la muestra de personajes asustados y confundidos sobre aquello qué se les ordena hacer como, por ejemplo, el joven que debe fusilar a los oficiales alemanes y salvar a los criados franceses o el sargento quien debe volcar gasolina sobre los sótanos a fin de liquidar de forma masiva a los líderes nazis encerrados. También los encargados de la ametralladora huyen de su puesto (reacción profundamente humana) antes de hora condenando así a varios de sus compañeros a un fatal desenlace.
Es posible, pues, que el final del filme nos quiera transmitir que la guerra no es un juego de roles o estrategias (como la primera y segunda parte) sino un horror asfixiante donde los hombres se ven obligados a matar para sobrevivir aunque su moralidad sea puesta a prueba.El matiz cómico en ocasiones apuntado a lo largo de la película va a desaparecer absolutamente para dejar paso a la muerte, el miedo y el dolor. Sólo los hombres entrenados con este fin, Lee Marvin y Charles Bronson, sobrevivirán a la lucha pero, probablemente, ambos seguirán con sus existencias tristes y frías, tal y como se les caracteriza desde el principio del filme.
Un saludo
Bien, Anónimo, excelente aportación que amplía la profundidad de esta película. No obstante, a mí me parece que aunque la intención de Aldrich fuera esa en principio, el resultado final se le va de las manos y todo acaba convirtiéndose en un festín de tiros que, lejos de explorar la sinrazón de las guerras, se apoya en el estereotipo de los personajes, entre otras cosas, para glorificar los comportamientos marciales, según el lado en el que se esté, como bien apuntas. Creo que te traiciona la memoria y el único integrante de este singular comando que se rebela en plena misión y no alcanza la consideración de héroe no es el encargado de la ametralladora. No obstante, repito, esta mirada que das al filme otorga otros matices muy interesantes al mismo. Un saludo y gracias por tu comentario.
ResponderEliminarQuerido Ca, esta entrada la publicaste estando yo de vacaciones, así que aprovecho que he revisado el clásico de Aldrich recientemente para aportar algo en esta zona de comentarios.
ResponderEliminarEn líneas generales coincido más contigo que con Anónimo en cuanto a la lectura del tercio final de la película, y aun a pesar de plasmar en el mismo ese miedo, dolor y muerte ante la guerra Aldrich acaba gustándose y se recrea en la violenta ensalada de tiros (y no es la primera vez véase "Veracruz") y elmensaje antibélico queda algo desdibujado.
Creo que en otras películas de sus compañeros de generación este mensaje antibelicista queda mucho mejor acentuado sin tener que renunciar a las escenas bélicas.
Pese a esta (característica) que no tiene porque ser mala en sí misma, la película se ve con gusto, los personajes están bastante bien dibujados y el pulso de Aldrich es firme y enérgico.
Un abrazo.
Hombre, espero que hayan ido bien esos días de asueto...bienvenido de nuevo. Bien, bien: Ca,2 - Anónimo, 1. Por cierto, que este Anónimo tiene truco, me ha confesado un lector (lectora, para más señas) que por un sortilegio informático no pudo publicar el comentario con su cuenta. En fin, tu y yo coincidimos en la apreciación de este film que, como bien dices, se ve con gusto. Ahora mismo paso por los ciclos. Abrazos.
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