The Mortal Storm, Frank Borzage, 1940, EEUU, James Stewart, Margaret Sullavan, Frank Morgan.
Una de las primeras producciones de Hollywood de carácter abiertamente anti-Nazi y una de las pocas que trata el tema de manera contundente antes de la entrada de los USA en la II Guerra Mundial Tormenta Mortal es un filme romántico de propaganda que despliega todo el estilo de Frank Borzage, director que en la actualidad ha quedado olvidado pero que en el período comprendido entre los años veinte y mediados de los cuarenta -en especial a finales del mudo y principios del sonoro- gozó tanto de una enorme reputación como conocedor del medio cinematográfico y creador de un estilo reconocible (hasta el punto de denominarlo como "Toque Borzage") como de una gran popularidad que fue perdiendo paulatinamente con el transcurso del tiempo. Su incuestionable éxito fue reconocido con la obtención del primer Oscar a Mejor Director allá por el año 1927 por El Séptimo Cielo. Borzage en aquellos tiempos se labró una trayectoria profesional en la que destaca su aportación en el campo del melodrama, género en el que se le considera consumado maestro.
Precisamente, Tormenta Mortal es un drama romántico en el que los amantes deben superar la adversidad, en este caso el auge del nazismo, y que transita sin más por los cauces del género bajo la atenta dirección de Borzage quien consigue crear una atmósfera familiar y entrañable al principio del filme que se descompondrá paulatinamente con el advenimiento en el poder del Partido Nazi. Esta desintegración sirve como vehículo para denunciar el peligro del régimen comandado por Adolf Hitler de manera diáfana hasta el punto de citar el nombre de éste en la narración. Pero no es hasta el final del filme cuando este alcanza, desde el punto de vista técnico y emocional, una dimensión que va más allá de su fulgor propagandístico y se sitúa por encima de una fútil historia de amor. Es en el tramo último donde la película depara momentos magníficos como la ceremonia oficiosa de matrimonio realizada con una sensibilidad exquisita, la persecución por las montañas nevadas con su desenlace sorprendente y acorde con el espíritu subyacente a la narración (la alerta sobre un peligro que se cierne sobre el mundo) y la escena conclusiva cuya construcción basada en la conjunción de los elementos auditivos y visuales es reconocida y recordada por su calidad y emotividad.
El desenlace del filme además de demostrar el dominio que sobre el lenguaje cinematográfico tenía Borzage, permite superar tanto el aspecto envejecido del que adolece el relato, desde su vertiente visual hasta su avance narrativo, como el tono de melodrama y de película de propaganda política. Ésta última característica es, quizá, el aspecto por el que Tormenta Mortal es mencionada en la actualidad ya que aunque no explique las causas del fenómeno sí plantea la situación de los alemanes que no comulgaban con el ideario del nacionalsocialismo y advierte del peligro de la intransigencia del movimiento, siendo pionera en este sentido, eso sí, dentro de los presupuestos del cine comercial y romántico de la época.
La novela de Phyllis Bottome es aprovechada por Borzage para ahondar en sus preocupaciones estilísticas y temáticas y firmar un producto que ha pasado a la posteridad por su carga política completada por una historia romántica que supuso la cuarta y última colaboración de la pareja James Stewart-Margaret Sullavan, aquí arropados por un elenco de secundarios de prestigio, entre los que encontramos a Frank Morgan, Maria Ouspenskaya, Ward Bond y un bisoño Robert Stack.
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