4/9/11

El Cabo del Terror



Cape Fear, J. Lee Thompson, 1962, EEUU, Gregory Peck, Robert Mitchum, Polly Bergen.

Thriller con tintes "noir" que es recordado, principalmente, por la composición que Robert Mitchum hace de uno de los grandes malvados del cine: Max Cady, un tipo lascivo y vengativo que domina la película ya desde el inicio de ésta con la presentación del personaje y su inmediata definición. Desde luego Mitchum borda, como ya hiciera años antes con su no menos siniestro Reverendo Harry Powell, su personaje vengativo.



Pero además El Cabo del Terror es destacable por su fotografía de cariz negro, obra del operador Sam Leavitt, la estupenda banda sonora de Bernard Herrmann en su estilo urgente y fogoso y, por último, la recia dirección del británico J. Lee Thompson quien pese a algunas situaciones forzadas e incluso tramposas (la persecución por el colegio) sabe dotar a la narración de un ritmo alto y logra construir algunas escenas de manera cercana al género de terror (la bajada por las escaleras de la madre) y a otras les imprime dosis de suspense (el mismo desenlace que transcurre en el río que da título al filme). En definitiva, el director partiendo de un guión efectista de James R. Webb que adapta una novela de John D. MacDonald, despliega un correcto ejercicio de suspense basado en el uso de la iluminación y la adecuada pulsión rítmica para presentar el tono de la narración, cargado de violencia y sexualidad.

Otra cuestión bien diferente es la visión ultraconservadora del filme que parece apoyar las tesis que propugnan que el ciudadano está desprotegido por las leyes y debe defenderse de cualquier manera frente a posibles amenazas. Sobre este particular es paradigmático que el personaje del abogado Sam Bowden, cuando deja de serlo se vea liberado para actuar en consecuencia, no sin antes haber intentado prevalerse de su amistad con el jefe de policía o de recurrir a métodos poco escrupulosos desde el punto de vista ético, aunque plenamente justificados a tenor de la narración, para conseguir su objetivo. El desenlace del filme no hará más que difuminar las diferencias entre los dos antagonistas pese a mostrarse como justificada la actitud de uno de ellos. La última etapa de la trayectoria profesional de Thompson -tan diferente a la inicial- con sus colaboraciones con Charles Bronson, parece confirmar este aspecto de ansia justiciera que en el caso de El Cabo del Terror anticipa toda la estirpe de vengadores que llegaría en la década siguiente.



En fin, quedémonos con los méritos técnicos y dramáticos del filme ya que se trata de un entretenido relato de suspense que se ha convertido en un clásico menor a caballo entre el cine negro y el de terror además de presentarnos a Max Cady, uno de esos malos que dan cuerpo al cine.

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