8/7/11
Vértigo/De Entre Los Muertos
Vertigo, Alfred Hitchcock, 1958, EEUU, James Stewart, Kim Novak, Barbara Bel Geddes.
Fascinante, turbadora, hipnótica, sugestiva...una de las películas más grandes de la historia del cine...Vértigo.
Exploración del lado oscuro de la naturaleza humana que lleva a término uno de los más importantes realizadores de la historia con un absoluto dominio del lenguaje cinematográfico a todos los niveles: narrativo, temático, visual; Vértigo es un relato dominado por un tono extraño, elemento difuso pero siempre presente, que nos acompaña en la inspección de la monomanía planteada así como en el tratamiento que se da a conceptos tan habituales en el "corpus" de la obra "hitchkoniana" como son la culpa, el voyeurismo y el sexo.
Desde los impresionantes títulos de crédito creados por Saul Bass presenciamos la gestación y el desarrollo de una obsesión narrada con extraordinario sentido del tempo, enmarcada en unas localizaciones que convierten a la ciudad de San Francisco en personaje principal y punteada por una exuberante partitura musical de Bernard Herrmann, elementos todos ellos (ritmo, escenografía y música) que superan las críticas (de la época del estreno y actuales) hacia la inverosimilitud de la trama policíaca que funciona como pieza accesoria, siendo la incómoda relación entre los protagonistas, expresada con plena desazón, y el sentimiento emocional de los personajes mucho más relevantes para la narración que la resolución del plan criminal. Prueba de ello es que en el relato original, De Entre los Muertos, firmado por Boileau y Narcejac, el misterio se desvela al final mientras que, en una arriesgada vuelta de tuerca, Hitchcock descubre la intriga hacia la mitad del filme, de tal modo que el espectador está interesado en cuándo lo averiguará el detective, encarnado por un espléndido James Stewart, y en su reacción.
Precisamente las críticas no muy positivas que recibió el filme unidas al flojo rendimiento en taquilla (según el propio director la película "cubrió gastos" sin más) relegaron al olvido la obra más personal de Hitchcock, rodada en su período dorado y que merced a posteriores revisiones iniciadas por la Nueva Ola francesa está considerada hoy día como monumento del Séptimo Arte, una de las más bellas películas jamás filmadas. La fuerza visual y expresiva conseguida en la exposición de la paranoia que sufre el protagonista a través del empleo de la técnica cinematográfica es un hito del Arte en general. La ingente literatura derivada suele destacar aún más la segunda parte del film, no obstante el primer tramo de Vértigo alcanza una profundidad evocadora y melancólica con su flemático ritmo que dirige la gradual obsesión y la persecución por las extraordinarias localizaciones (Golden Gate, Misión Dolores, Museo de la Legión de Honor) desarrollada sin diálogo con la presencia constante de la partitura "wagneriana" de Herrmann y los recursos técnicos utilizados en determinados momentos como las transparencias y los filtros de niebla con los que se consigue un aura fantasmal sobre el personaje de Madeleine que acentúa el enigma sobre ella y sobre todo el efecto del vértigo que padece el detective protagonista, conseguido con el movimiento hacia atrás de la cámara y el de su zoom en sentido inverso, todo un hallazgo de Hitchcock, un director que siempre fue receptivo a emplear técnicas novedosas y que se inclinaba por expresarse de manera visual. La primera parte concluye con un plano picado tan acostumbrado en Hitchcock y abre paso a una segunda en la que el trastorno obsesivo-compulsivo es retratado de manera despiadada desnudando el interior del personaje y rastreando en la psique humana el sentimiento de culpa, la muerte y el deseo sexual...la profundidad y la poderosa belleza de este filme ejercen un influjo sobre el espectador magnético e inquietante.
Mención especial merece la labor de Bernard Herrmann como ha quedado apuntado. Su música añade fuerza dramática y expresiva al relato y respeta e integra la historia poniendo voz a la obsesión plasmada por Hitchcock (un realizador que otorgaba a la banda sonora -sonido y música- una importancia notable). El estilo personal y único, minimalista y vehemente, obsesivo, del compositor se refleja en Vértigo de tal modo que la película es la música y la música es la película, todo un ejemplo de simbiosis que amplifica la atmósfera visual del filme y se nutre de la misma.
Pero no podemos olvidar el dominio de Hitchcock sobre aspectos técnicos (inmenso fruto que recoge del empleo del punto de vista subjetivo, efecto del vértigo mencionado en unos decorados de influencia expresionista, travelling horizontal que nos lleva del segundo al primer beso) y su absoluto control en la concepción del filme (elección del formato panorámico VistaVisión y del adelanto del descubrimiento de la trama criminal, por ejemplo) a pesar de su delegación en un equipo de colaboradores que logran cada uno en su campo elevadas cotas en la ejecución de sus ideas: la secuencia onírica corre a cargo del artista abstracto John Ferren, la magnífica escenografía es del tándem Hal Pereira-Henry Burnstead y la fotografía está firmada por Robert Burks.
Todos los elementos del cine de Hitchcock se dan cita en Vértigo: desde la rubia glaciar (una más que correcta Kim Novak) o su cameo, hasta el juego de identidades y el cuidado del detalle, pasando, por supuesto, por el dominio del medio y su decisión en utilizar innovaciones del mismo, sin obviar la presentación de escenarios famosos (San Francisco y su puente en este caso) como marco de la narración.
Un ejercicio impresionante que agota todos los epítetos y que cierra con su principio y fin un movimiento rotatorio, un círculo...fascinante, turbadora, hipnótica, sugestiva...una de las películas más grandes de la historia del cine...Vértigo.
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