15/7/16

¡Whisky a Go-Go!


Whisky Galore! Alexander MacKendrick, GB, 1949, Basil Radford, Catherine Lacey, Bruce Seton.

Para algunas voces entendidas estamos ante la mejor comedia Ealing, que ya es decir y mucho. Es, por ejemplo, anticipar que nos movemos en la época de esplendor del cine británico (al menos, a la espera de la New Wave a lá british) que alcanza ya su madurez,  sigamos la línea estética o la populista. Es, también, asegurar que nos situamos en un ambiente dominado por un humor autóctono y exacerbado, el archisabido sentido del humor inglés, claro. Precisamente, esto último puede servir de aviso para navegantes ya que esta agradable muestra del catálogo que ha hecho que los Estudios Ealing pasaran a la posteridad es una película muy folclórica, en su ingenio así como en su costumbrista y pintoresco planteamiento de protagonismo coral. La comunidad modesta y campechana cuyos habitantes, ante una existencia aparentemente con pocos placeres, se dan a la botella, es el vehículo empleado por el debutante (con asterisco porque este interesante realizador escocés, aunque nacido en los EUA, ya había dirigido trabajos  de corte propagandístico para el gobierno británico, además de haber estado involucrado en el mundillo audiovisual en varias facetas) Alexander Mackendrick para desnudar la negligencia de las clases altas y/o dirigentes, retratadas mayormente en las producciones de esta compañía como incompetentes, molestas y de conducta censurable, aproximándose de este modo a las Screwball Comedies de Hollywood. Así pues, el pueblecito  empecinado en hacerse con el preciado licor acaba por ejemplificar la lucha de David contra Goliat que otras veces también está presente en algunas comedias destiladas por la Ealing hasta el punto de ser considerada una de sus marcas de fábrica esa voluntad de enfrentarse con el orden establecido exhibida por una colectividad "(...) el cine de la Ealing quería recuperar el espíritu colectivo que reinaba durante el tiempo bélico" (Llorenç Esteve, La Edad de Oro: Cine de Posguerra (1945-49) en Historia del Cine Británico).



En fin, que perteneciendo a la primera hornada de las comedias Ealing, esta película de tono amable a la par que excéntrico hará las delicias de los seguidores de la compañía y de los aficionados al sentido del humor británico, tan suyo en ocasiones, y ello pese a que la peripecia ha quedado un tanto envejecida con el paso del tiempo y a que se desarrolla con un ritmo que cuenta altibajos. Quizá esa tonalidad vernácula y típica pueda actuar como propiedad ambivalente y deje en fuera de juego a algunos pero entusiasme a otros. Se lo tome uno como se lo tome esta ¡Whisky a Go-Go! (la traducción del título escogida supongo que nada que ver con la famosa sala de conciertos) nos obliga a acercarnos a aquellos míticos estudios que acabaron absorbidos cómo no podía ser de otra manera  por la Rank Organisation y dónde, dicho sea para que quede constancia, se produjeron otras películas más que interesantes que se alejaban del terreno de la comedia. En definitiva, una excusa para conocer o profundizar en una de las casas más importantes del cine británico y muy popular en aquellos años como atestigua el éxito de, por ejemplo, esta misma comedia que hasta tuvo secuela o así unos años más tarde con Rockets Galore!



Raro, extravagante, con un sentido del humor singular y propio el cuento pergeñado por el insigne Michael Balcon (uno de esos productores que influyen y marcan el devenir histórico de algunas cinematografías), puede que de difícil gestación hoy día dados los sobrios estándares actuales que complicarían el protagonismo coral beodo, corroboró el pistoletazo de salida de unas cuantas comedias que durante, más o menos, una década ayudaron a florecer la Edad Dorada del cine británico. Un acontecimiento real novelado por el escritor Compton Mackenzie (quien, por cierto, aquí interviene como actor) dio pie a esta fábula costumbrista y subversiva en la que sobresale un pomposo Basil Radford entre su elenco cuya cara más conocida puede que sea en la actualidad la de Joan Greenwood, protagonista también de aquella rara avis tan deleitable. Precisamente, ésta última  y algunas otras como la postrera y también dirigida por Mackendrick estén varios escalones por encima de la aventura en pos del preciado brebaje alcohólico que aquí se narra pero ello no es óbice para acercarse a una película que, sin ser completa ni tan relevante como aquellas, hace pasar un rato agradable.

Las imágenes se han encontrado tras búsqueda con Google y sus derechos están reservados por sus creadores. Aquí, únicamente, se utilizan con fines de ilustración.

2 comentarios:

  1. Creo que ese espíritu picarón no exento de bonhomía que animaba las comedias Ealing en el comienzo de la década de los cincuenta que incluso practicó Ford (que no tenía nada que ver con la productora regida por Michael Balcon) en -por ejemplo- "EL HOMBRE TRANQUILO", se vio recargado de incisiva mala uva en las que dirigió Mackendrick. Su pesimista visión de la condición humana apenas quedaba amortiguada por aquel humor paisano que las recorría. Tal vez en esta casi primeriza "WHISKY GALORE!" no se note demasiado, si bien, como apuntas, ahí estaba ese toque de "subversión" emanado, eso sí, de un catálogo de debilidades humanas que representan ese grupo de ciudadanos enardecidos ante la posibilidad de acarrear esa ingente cantidad de whisky que inspira el título.
    A mí me gusta más "EL HOMBRE VESTIDO DE BLANCO" por su mayor trascendencia temática. Comedia satírica que partía de una ingeniosa variación de un viejo tema para, a partir de ahí, ejecutar un agudo y divertido dibujo del capital y el trabajo en sus irreconciliables diferencias, pese a coyunturales y quebradizos frentes comunes ante “peligros” que pudieran afectar a ambos. El espíritu avaricioso y depredador de unos y la mezquina cortedad de miras de otros era la excusa para una brillante concatenación de gags en una afilada e inspirada puesta en escena.
    No ha lugar ahora para hablar de la trayectoria posterior de Mackendrick, en especial la marcada por sus cuatro últimas y portentosas películas. Esa ya sería otra historia.
    Un saludo.

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    1. Sí, a mí también me gustan más otras Ealing (como, sin ir más lejos, las que enlazo en esta entrada y que reseñé en su momento en este semiabandonado espacio)y, coincido contigo otra vez en afirmar el interés de la filmografía de Mackendrick, realizador al que compruebo -como por otra parte ya sabía por tu bitácora- tienes en alta estima. Un saludo estival.

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