Captain Sindbad, Byron Haskin, 1963, EEUU/Alemania, Guy Williams, Heidi Brühl, Pedro Armendáriz.
A rebufo del incomparable trabajo del recientemente fallecido genio de los efectos especiales Ray Harryhausen y siguiendo la estela que dejó encontramos esta coproducción germanoestadounidense de los hermanos King (clan familiar que también estuvo detrás de ese sensacional ejercicio de cine negro que es El Demonio de Las Armas), rodada en el país europeo y distribuida por la MGM, que no pasa de ser un entretenido aunque naif tebeo de aventuras inscritas en la línea de la fantasía oriental. Una nueva aproximación al personaje de Simbad (notese la diferencia en la escritura del título original que añade en el nombre del famoso marino la grafía n) que aparece en la célebre colección de cuentos del Oriente Medio, Las Mil y Una Noches, mil y una veces adaptado al cine y a la televisión. Un personaje, en fin, ya trabajado en varias ocasiones (sin ir más lejos se puede citar la encarnación que de él hizo década y media antes Douglas Fairbanks, hijo, en Simbad, El Marino) y que de la mano de Harryhausen (Simbad y La Princesa, 1958) vio como se expandían sus posibilidades cinematográficas.
El camino abierto por el mago de los FX, cuya pérdida irreparable casi ha coincidido en el tiempo con la de otra figura legendaria en el campo de la ciencia-ficción, es explorado en esta ocasión con un tono de lujo barato en su ambientación que demuestra un presupuesto ajustado, el cual queda más patente, si cabe, en algunos momentos que invitarán al sonrojo a la audiencia acostumbrada a los estándares actuales de efectos generados por ordenador. En este sentido, la película demanda al espectador un esfuerzo pese a contar en su apartado técnico con gente reputada como Tom Howard, ganador de un Oscar por su labor en los efectos especiales de Pulgarcito (El Pequeño Gigante), producción de 1958. O, a pesar de contar con la dirección de un experto en este ámbito como Byron Haskin, quien se encargó de este aspecto en obras como Los Violentos Años Veinte, El Último Refugio o Arsénico por Compasión y quien logra manejarse con soltura para privilegiar la la acción y la aventura sobre cualquier otro elemento dramático, entrar en materia con frenesí y encadenar las múltiples situaciones que plantea el libreto de Harry Relis (pseudónimo de Guy Endore) y Samuel B. West (Ian McLellan Hunter, también relacionado con las listas negras como el anterior) con dinámico pulso narrativo. Haskin, realizador recordado, fundamentalmente, por la primera versión cinematográfica de La Guerra de Los Mundos, rodada bajo la batuta de George Pal, y por el clásico de aventuras Cuando Ruge La Marabunta, se demuestra como especialista en éste último género con estas peripecias de Simbad y confirma su filmografía digna de curiosear para el aficionado de la Sci-Fi, ahí queda eso. Desde luego, el nivel de los efectos especiales, elemento por el que se apuesta de manera clara en esta producción, queda por debajo de la autoridad de Harryhausen y, aunque muchos de los trucos queden en evidencia para muchos, otros continúan resultando eficaces a día de hoy e, incluso, se permiten introducir dosis de humor tan propias de las cintas de aventuras o acción modernas. No obstante, la sucesión de situaciones hilvanadas sin solución de continuidad por Haskin capturan la esencia del género y puntualmente transportan al espectador hacia el exotismo propio del mismo a través de duelos a espada, encuentros con monstruos gigantes y transformaciones mágicas, arropado todo ello con una imponente partitura de Michel Michelet. El espectador de mirada abierta sabrá dejarse llevar por el espíritu de la aventura y tratará con indulgencia algunas ilusiones envejecidas, disfrutando así de una película cuya intención es la de entretener y que se despliega con buen ritmo.
Es cierto que esta aventura internacional en tonos pastel no es la más recordada de las protagonizadas por el icónico personaje de Simbad, uno de esos casos de apropiación cultural cuya lectura occidental guarda escasa relación con el original y que aquí es encarnado por el resultón Guy Williams (antiguo modelo más conocido por sus roles televisivos al que, por una parte, da réplica con "look sesentero" la sosa Heidi Brühl, representante de Alemania en el festival de Eurovisión, por cierto tampoco con mucho éxito, y, por la otra, queda eclipsado por la composición de Pedro Arméndariz como el déspota villano de la función), también es verdad que el exotismo desplegado no alcanza en su conjunto para que el espectador emprenda el viaje hacia un mundo de fantasía plenamente original y/o emocional, siendo bastante plana en este sentido la propuesta pero su innegable velocidad y sus bondadosas intenciones y alguna que otra aportación como el curioso número de ballet introducido, el giro de cabeza que sufre un protagonista, digno de ser comparado con otro terrorífico y mucho más famoso, o el mismo argumento en el que un malvado sátrapa esconde su pérfido corazón en una torre que el héroe debe asaltar, la hacen merecedora de una oportunidad.
Otrosí sería abrir un debate sobre esta incursión en el género de aventuras y su posible éxito comercial en nuestra sociedad contemporánea. Acostumbrada a unos trucajes bien diferentes una mayoría del público actual puede considerar vetusta la película quedando el resultado como arcaico y apenas entretenido. Para el sujeto con mayor facilidad para la imaginación será menos gravoso entrar en la rápida dinámica desarrollada y podrá abstraerse de ciertos elementos sobre los que los propios hermanos King ponen énfasis, sin duda persiguiendo rédito comercial. Pero donde debemos centrar el diálogo es en la capacidad actual de los niños en disfrutar de tebeos de aventuras o en proyectos de animación más clásicos, sería una lástima que se contagiara a ellos la acción de acorralar e intimidar a la imaginación y a su hermana la creatividad que parece esconder la, a veces, tan manida frase "esa película es antigua" y que puede se encuentre detrás de la crítica a la "visibilidad" de los efectos especiales. En las espectaculares producciones del siglo XXI el público asiste a un despliegue de artificio siendo consciente de su irrealidad, simplemente con el propósito de disfrutar de su excelencia, la aventura dramática y el desafío al que el héroe se enfrenta son secundarios, meros pretextos, no existe el principio de suspensión de la incredulidad. En los trabajos de Harryhausen y compañía, por contra, los trucos se insertan con naturalidad en un mundo de fantasía y aventura mágica que quizá sea necesario proteger o alimentar. Como se pone de manifiesto al hilo de esta cinta de aventuras orientales que aprueba su cometido de entretenimiento, eso sí, sin alarde o alharaca alguna, podemos plantearnos otras cuestiones de enjundia.
Las imágenes se han encontrado en la Red tras búsqueda con Google y se utilizan únicamente con fines de ilustración. Los derechos están reservados por sus creadores.
El camino abierto por el mago de los FX, cuya pérdida irreparable casi ha coincidido en el tiempo con la de otra figura legendaria en el campo de la ciencia-ficción, es explorado en esta ocasión con un tono de lujo barato en su ambientación que demuestra un presupuesto ajustado, el cual queda más patente, si cabe, en algunos momentos que invitarán al sonrojo a la audiencia acostumbrada a los estándares actuales de efectos generados por ordenador. En este sentido, la película demanda al espectador un esfuerzo pese a contar en su apartado técnico con gente reputada como Tom Howard, ganador de un Oscar por su labor en los efectos especiales de Pulgarcito (El Pequeño Gigante), producción de 1958. O, a pesar de contar con la dirección de un experto en este ámbito como Byron Haskin, quien se encargó de este aspecto en obras como Los Violentos Años Veinte, El Último Refugio o Arsénico por Compasión y quien logra manejarse con soltura para privilegiar la la acción y la aventura sobre cualquier otro elemento dramático, entrar en materia con frenesí y encadenar las múltiples situaciones que plantea el libreto de Harry Relis (pseudónimo de Guy Endore) y Samuel B. West (Ian McLellan Hunter, también relacionado con las listas negras como el anterior) con dinámico pulso narrativo. Haskin, realizador recordado, fundamentalmente, por la primera versión cinematográfica de La Guerra de Los Mundos, rodada bajo la batuta de George Pal, y por el clásico de aventuras Cuando Ruge La Marabunta, se demuestra como especialista en éste último género con estas peripecias de Simbad y confirma su filmografía digna de curiosear para el aficionado de la Sci-Fi, ahí queda eso. Desde luego, el nivel de los efectos especiales, elemento por el que se apuesta de manera clara en esta producción, queda por debajo de la autoridad de Harryhausen y, aunque muchos de los trucos queden en evidencia para muchos, otros continúan resultando eficaces a día de hoy e, incluso, se permiten introducir dosis de humor tan propias de las cintas de aventuras o acción modernas. No obstante, la sucesión de situaciones hilvanadas sin solución de continuidad por Haskin capturan la esencia del género y puntualmente transportan al espectador hacia el exotismo propio del mismo a través de duelos a espada, encuentros con monstruos gigantes y transformaciones mágicas, arropado todo ello con una imponente partitura de Michel Michelet. El espectador de mirada abierta sabrá dejarse llevar por el espíritu de la aventura y tratará con indulgencia algunas ilusiones envejecidas, disfrutando así de una película cuya intención es la de entretener y que se despliega con buen ritmo.
Es cierto que esta aventura internacional en tonos pastel no es la más recordada de las protagonizadas por el icónico personaje de Simbad, uno de esos casos de apropiación cultural cuya lectura occidental guarda escasa relación con el original y que aquí es encarnado por el resultón Guy Williams (antiguo modelo más conocido por sus roles televisivos al que, por una parte, da réplica con "look sesentero" la sosa Heidi Brühl, representante de Alemania en el festival de Eurovisión, por cierto tampoco con mucho éxito, y, por la otra, queda eclipsado por la composición de Pedro Arméndariz como el déspota villano de la función), también es verdad que el exotismo desplegado no alcanza en su conjunto para que el espectador emprenda el viaje hacia un mundo de fantasía plenamente original y/o emocional, siendo bastante plana en este sentido la propuesta pero su innegable velocidad y sus bondadosas intenciones y alguna que otra aportación como el curioso número de ballet introducido, el giro de cabeza que sufre un protagonista, digno de ser comparado con otro terrorífico y mucho más famoso, o el mismo argumento en el que un malvado sátrapa esconde su pérfido corazón en una torre que el héroe debe asaltar, la hacen merecedora de una oportunidad.
Otrosí sería abrir un debate sobre esta incursión en el género de aventuras y su posible éxito comercial en nuestra sociedad contemporánea. Acostumbrada a unos trucajes bien diferentes una mayoría del público actual puede considerar vetusta la película quedando el resultado como arcaico y apenas entretenido. Para el sujeto con mayor facilidad para la imaginación será menos gravoso entrar en la rápida dinámica desarrollada y podrá abstraerse de ciertos elementos sobre los que los propios hermanos King ponen énfasis, sin duda persiguiendo rédito comercial. Pero donde debemos centrar el diálogo es en la capacidad actual de los niños en disfrutar de tebeos de aventuras o en proyectos de animación más clásicos, sería una lástima que se contagiara a ellos la acción de acorralar e intimidar a la imaginación y a su hermana la creatividad que parece esconder la, a veces, tan manida frase "esa película es antigua" y que puede se encuentre detrás de la crítica a la "visibilidad" de los efectos especiales. En las espectaculares producciones del siglo XXI el público asiste a un despliegue de artificio siendo consciente de su irrealidad, simplemente con el propósito de disfrutar de su excelencia, la aventura dramática y el desafío al que el héroe se enfrenta son secundarios, meros pretextos, no existe el principio de suspensión de la incredulidad. En los trabajos de Harryhausen y compañía, por contra, los trucos se insertan con naturalidad en un mundo de fantasía y aventura mágica que quizá sea necesario proteger o alimentar. Como se pone de manifiesto al hilo de esta cinta de aventuras orientales que aprueba su cometido de entretenimiento, eso sí, sin alarde o alharaca alguna, podemos plantearnos otras cuestiones de enjundia.
Las imágenes se han encontrado en la Red tras búsqueda con Google y se utilizan únicamente con fines de ilustración. Los derechos están reservados por sus creadores.
Hola, descubro hoy tu Blog y descubro tambien la reseña de esta película. He de decirte que en su momento, en mi infancia y adolescencia, reconozco que es una de las pocas de género fantástico (como tú dices esto habria que verlo, pero tomemos esta licencia) que se me escapó ver y la he visionado ahora con casi 50 años, como tu dices la perspectiva no es la misma, pero se hace un esfuerzo y la ví además en buena compañia. Ciertamente Armendariz, Guy Williams, Haskins...todos son conocidos mios de otras películas y otros momentos y hacen un gran esfuerzo profesional quiza con pocos medios...pero es una película con un guión sencillo, efectos que en su época tuvieron que funcionar y un desarrollo argumental que es si no sobresaliente si efectivo...es decir, pasamos un buen rato, que ya hoy en día en bastante con la que está cayendo. Me ha gustado el brillante technicolor que exhibe y es bella a nivel visual (casi por esto ya merece la pena y creo que es lo que mas me ha gustado) pero creo que se abusa de los planos cortos y algo de rodaje en exteriores...pero imagino que el presupuesto es el que manda. Al preguntarle a mi mujer y mi hijo que les había parecido me han respondido ``Está bonita´´. ¿Que mas se puede pedir?.Un abrazo.
ResponderEliminarByrdy
Pues, ciertamente, si tu hijo del que deduzco debe estar por la adolescencia o casi juventud (según tu edad, me he tomado la libertad de hacer un cálculo de andar por casa, espero lo disculpes), es capaz de abstraerse de algunos efectos siendo un chico de una generación como la de hoy dominada por parámetros bien diferentes pero espectaculares, considera que la película es entretenida es, sin duda, un éxito. Como también lo es, desde luego, que os podáis sentar a visionar una película juntos y los tres os lo paséis en grande. La película, como comento, cumple con su misión de entretener. Gracias por tu visita, espero volver a verte por aquí.
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