28/1/09

Sospechosos Habituales

The Usual SuspectsBrian Synger, 1995, EEUU, Gabriel ByrneKevin SpaceyChazz Palminteri.

Película de culto presentada en el Festival de Cannes con buena recepción crítica que posibilitó su estreno comercial, Sospechosos Habituales es la segunda obra del director Brian Synger quien se dio a conocer dos años antes con un film independiente que ganó en el certamen de SundancePublic Acces. Para el film que nos ocupa Synger contó con los colaboradores de su ópera prima, Cristopher McQuarrie (un antiguo detective) y John Ottman en la partitura musical; precisamente en el primero recae buena parte del mérito (y demérito) del film al elaborar un artificioso y complejo guión (ganador del Oscar) que, eso sí, consigue enganchar al espectador en un primer visionado pero no soporta posteriores revisiones de la película.

Famosa por su engañoso y efectista final, la película juega con el espectador que aturdido ante tanta complejidad argumental se pierde en los entresijos de la historia y es incapaz de atar cabos, cabos que por otra parte ni el mismo guionista ni el mismo director son capaces de atar. No obstante, la obra fue galardonada con innumerables premios y fue bien recibida por el público, convirtiéndose en un producto muy rentable al haberse rodado con bajo presupuesto.

Al rebufo del primer TarantinoSynger construye un ejercicio de manierismo muy estudiado que juega con los claroscuros, las sombras y el humo y hace alarde de virtuosismo técnico con fundidos, planos cortos y movimientos de grúa, logrando mantener una correcta tensión narrativa prestando mayor atención a cómo contar la historia en lugar de prestársela a la historia en sí. Son destacables las infinitas pistas visuales y no visuales que nos va dejando, desde el nombre del personaje interpretado por Kevin Spacey ("Verbal" Kint, un estafador de poca monta), pasando por el apellido del legendario Keyser Söze (que al parecer significa algo así como parlanchín en turco, un personaje inspirado en John List, autor de los, posiblemente y con permiso del secuestro y muerte del hijo del célebre aviador Charles Lindbergh, asesinatos más famosos de la historia de New Jersey,  y un personaje, en definitiva, acertadamente presentado consiguiendo un efecto de mitificación importante y capital en el desarrollo del film) hasta la frase clave ("El mejor truco que inventó el Diablo es convencer al Mundo que no existía").

Antes de caer en el juego de los trucos para confundir, sirva como ejemplo paradigmático de ello la escena inicial en el barco que vemos tres veces a lo largo del metraje (la que comienza el film, en la narración de Kint con su punto de vista subjetivo y cómo se la imagina el Agente de Aduanas Kujan tras escuchar el relato del estafador), la película discurre de manera muy correcta por el marco del cine negro clásico, utilizando resortes típicos como los "flashback", la voz en "off" para contar la narración, escenarios tan comunes al género como la comisaría y su interrogatorio, todo ello sin dejar de lado la presencia de la corrupción policial (encarnada por el siempre correcto Gabriel Byrne en su personaje Dean Keaton, único personaje con entidad ya que los demás son estereotipos).

Esta historia de hombres duros, cimentada en un guión efectista pero efectivo, con tics manieristas que sirven de hábil envoltorio y una más que aceptable interpretación de ByrneSpacey (también ganador del Oscar al Mejor Actor de Reparto por su trabajo) y Palminteri cuyo personaje se empeña en oír lo que quiere oír cayendo como el espectador en el engaño urdido, y todo el reparto en general (mención especial para Benicio del Toro con un personaje que tiene una forma de hablar premonitoria de la del que interpreta Brad Pitt en Snatch), resulta fresca, entretenida y recomendable pero con posteriores visionados va perdiendo interés y dista mucho de convertirse en el homenaje al cine negro que parece ser en un principio al estilo de Muerte Entre Las Flores, por poner un ejemplo que comparta actor principal.

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